La barrera “cero COVID” que durante años ha caracterizado la política sanitaria de China en relación a la inmigración, hoy se desmorona, marcando un punto de inflexión en la gestión de la pandemia por parte del gigante asiático. La Administración General de Aduanas del país ha anunciado en un comunicado oficial que, a partir de este miércoles, ya no será necesario rellenar la declaración de salud digital que generaba un código QR, elemento hasta ahora imprescindible para acceder o salir del territorio chino. Este formulario solicitaba información detallada sobre el estado de salud del viajero, el medio de transporte utilizado y los países visitados en las dos semanas previas a la llegada o salida de China.
Sin embargo, la nota oficial también señala que aquellos viajeros que presenten síntomas de enfermedades infecciosas como fiebre, tos, vómitos o diarrea, deberán presentar «una declaración voluntaria» ante Aduanas y colaborar en las medidas de salud y cuarentena que se les indiquen. A pesar de este matiz, la eliminación de la declaración de salud representa la desaparición del último vestigio de la dura política “cero COVID” que ha regido en China hasta inicios de este año, y supone una vuelta casi total a la normalidad en términos de movilidad internacional.
Barrera cero COVID
Esta medida se suma a la decisión tomada el pasado 30 de agosto, cuando China eliminó la obligatoriedad de realizar una prueba de detección de COVID-19 antes de volar al país. Durante casi tres años, el país asiático impuso una estricta barrera “cero COVID”, que implicaba un cierre casi total de las fronteras, la suspensión de la expedición de varios tipos de visados y la imposición de cuarentenas obligatorias de 14 días en hoteles asignados y costeados por los propios viajeros.
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Dentro de sus fronteras, China llevó a cabo confinamientos de ciudades enteras, cierres de negocios durante meses, aislamiento en hospitales y centros estatales de los enfermos y sus contactos, y la obligatoriedad de presentar pruebas PCR negativas para acceder a la mayoría de los lugares públicos. Estas medidas, aunque efectivas en la contención del virus, han tenido un impacto significativo en la economía y en la vida diaria de la población, generando descontento y críticas tanto a nivel nacional como internacional.
Aplauden la medida
Organismos especializados y expertos en salud pública han seguido de cerca la evolución de la barrera “cero COVID” en China, y muchos han aplaudido la decisión de relajar las restricciones en inmigración. Según la OMS, esta medida es un paso importante hacia la normalización y la recuperación económica, aunque también subrayan la importancia de mantener medidas de vigilancia y prevención para evitar posibles rebrotes.
Historiadores y analistas políticos coinciden en señalar que la política “cero COVID” ha sido una de las respuestas más duras y controvertidas a la pandemia de COVID-19, y su relajación marca el fin de una era en la gestión de la crisis sanitaria por parte de China. Para algunos, esta decisión refleja un cambio en la percepción del riesgo y en la valoración de las consecuencias económicas y sociales de las restricciones. Para otros, es el resultado inevitable de la fatiga pandémica y de la presión ejercida por la población y la comunidad internacional.
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Reapertura al mundo
Lo que está claro es que la eliminación de la declaración de salud en inmigración es un paso significativo en la reapertura de China al mundo, y abre nuevas perspectivas para la recuperación económica y la reactivación de los intercambios internacionales. Solo el tiempo dirá si esta medida será suficiente para equilibrar la balanza entre la protección de la salud pública y la necesidad de retomar la normalidad en un mundo aún marcado por la pandemia.
La eliminación de esta medida simboliza un adiós definitivo a la «barrera cero COVID», una estrategia que, si bien logró contener la expansión del virus, también generó controversia y debate a nivel global.