Una explosión devastadora sacudió la iglesia de San Elías en Damasco este domingo, cuando un atacante suicida vinculado al grupo extremista Daesh (ISIS) se inmoló en medio de una misa dominical. El ataque, uno de los más mortales en la capital siria en los últimos años, dejó al menos 25 muertos y más de 60 heridos, según cifras preliminares reportadas por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos y confirmadas por fuentes de seguridad sirias. El atentado ha despertado una ola de repudio tanto local como internacional, y reactiva el debate sobre la seguridad de las minorías religiosas en zonas de conflicto.
El ataque: explosión durante una misa dominical
El atentado ocurrió cerca de las 10:45 a.m. hora local, cuando el templo cristiano maronita de San Elías, ubicado en el barrio de Bab Touma —de mayoría cristiana ortodoxa—, celebraba una liturgia dominical con cerca de 150 fieles presentes. De acuerdo con The Washington Post, el atacante ingresó al recinto con un chaleco explosivo camuflado bajo una túnica, y detonó el artefacto mientras el sacerdote leía una homilía frente al altar.
Testigos relataron escenas de horror: “Volaban pedazos de vidrio, cuerpos y gritos por todas partes”, declaró Fadi Daoud, feligrés sobreviviente, al medio Al-Monitor. El edificio sufrió severos daños estructurales, con parte del techo desplomado y vitrales destruidos.
Autoría y respuesta inmediata del gobierno sirio
El grupo yihadista Daesh se atribuyó el atentado a través de su canal habitual en Telegram, afirmando que el ataque “forma parte de una campaña para castigar a los cruzados y sus aliados en Damasco”. Esta afirmación refuerza temores de una reactivación subterránea de las redes del grupo en Siria, pese a los anuncios de derrota total desde 2019.

El gobierno del presidente Bashar al-Assad respondió desplegando fuerzas de seguridad en la zona, y decretó tres días de duelo nacional. El Ministerio del Interior confirmó que la identidad del atacante está “en proceso de verificación”, aunque se sospecha que ingresó recientemente desde la región desértica de Deir ez-Zor, según análisis de inteligencia publicados por Reuters.
Impacto en la comunidad cristiana y reacciones internacionales
La comunidad cristiana en Siria —que representaba cerca del 10 % de la población antes de la guerra civil— ha sido históricamente blanco de ataques de grupos extremistas. La Iglesia Ortodoxa de Antioquía, junto con el Patriarcado Maronita, emitió una condena enérgica y exigió mayor protección para los lugares de culto.
El Papa Francisco, en su mensaje del Ángelus, expresó su “más profundo dolor por la masacre de fieles en San Elías” y pidió orar “por la paz en Siria”. Por su parte, el Consejo de Seguridad de la ONU convocó una reunión de emergencia para evaluar las consecuencias humanitarias del atentado.
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En Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, dijo que EE.UU. “condena en los términos más firmes posibles el cobarde ataque terrorista” y reiteró su compromiso con la estabilidad de las comunidades religiosas en Oriente Medio.
Seguridad en duda: ¿renacimiento del yihadismo en Siria?
Aunque el Estado Islámico fue militarmente derrotado en su antiguo bastión de Raqqa, analistas como Charles Lister, del Middle East Institute, advierten que el grupo ha “mutado hacia una estrategia de células durmientes” que operan en zonas rurales y atacan objetivos simbólicos como iglesias y escuelas.
El experto en terrorismo Hassan Hassan explicó en Foreign Policy que “los ataques a minorías religiosas buscan sembrar el terror e incentivar represalias sectarias, lo cual fortalece su narrativa ideológica”. Este nuevo atentado podría, por tanto, formar parte de una escalada planeada para fracturar la frágil estabilidad del país.