Del orgullo a la desesperación: cómo nace el apoyo al populismo autoritario

La frase «apoyo al populismo autoritario» suele evocar imágenes inmediatas y rotundas, pero en la vida cotidiana de las personas ordinarias esta elección tiene raíces sutiles y complejas. No surge del odio irracional ni tampoco únicamente de convicciones políticas extremas, sino más bien del miedo, la incertidumbre y, paradójicamente, de la esperanza. La desesperación colectiva puede transformar incluso las sociedades más orgullosas, llevándolas a tomar decisiones que jamás imaginaron. Hoy, igual que en otros momentos de profunda crisis histórica, el apoyo al populismo autoritario germina en medio del desconcierto y la búsqueda urgente de respuestas que mitiguen la humillación y la angustia.

Melissa Butcher, Profesora Emérita de Geografía Social y Cultural de la Universidad Royal Holloway de Londres y Directora de Programas en Cumberland Lodge, analizó estas raíces emocionales y sociales en un artículo reciente publicado en el portal The Conversation. Bajo el título: «Lo que las entrevistas con alemanes comunes que vivieron bajo el régimen nazi pueden enseñarnos sobre nuestra política actual», Butcher retoma las observaciones de Amy Buller, recogidas originalmente en el libro Oscuridad sobre Alemania, publicado en 1943. Butcher, quien posee más de veinte años de experiencia liderando programas educativos y proyectos internacionales en Europa, Asia y el Reino Unido, investiga actualmente la polarización política en Estados Unidos, desarrollando su análisis en el libro próximo a publicarse, The Trouble with Freedom: Love, Hate and America’s Future, bajo el sello Manchester University Press.

Apoyo al populismo autoritario

El apoyo al populismo autoritario, según la investigación de Butcher, nace a menudo en respuesta a profundas fracturas económicas y sociales. Estas situaciones, similares a las que vivió Alemania en los años treinta, son hoy evidentes en la sociedad estadounidense. A través del trabajo pionero de Amy Buller, quien vivió en Alemania durante los primeros años del ascenso nazi, se comprendió cómo las crisis económicas, unidas al sentimiento de humillación tras la derrota de la Primera Guerra Mundial, crearon un terreno fértil para que el populismo autoritario ganara adeptos.

Personas ordinarias como un artesano alemán entrevistado por Buller mostraron apoyo al populismo autoritario porque este parecía aliviar su sufrimiento más inmediato. Tras pasar años en las trincheras y enfrentar la miseria económica, cualquier líder que prometiera rescatar su orgullo nacional era visto como un salvador. La frase de Buller resume esa condición emocional crítica: “Cuando los hombres se están ahogando, no son muy particulares en cuanto al tipo de cuerda que los recoge”.

La desesperación colectiva puede transformar incluso las sociedades más orgullosas, llevándolas a tomar decisiones que jamás imaginaron. Hoy, igual que en otros momentos de profunda crisis histórica, el apoyo al populismo autoritario germina en medio del desconcierto y la búsqueda urgente de respuestas que mitiguen la humillación y la angustia. Ilustración MidJourney

Un apoyo sin adhesión

En la actualidad, el apoyo al populismo autoritario no resulta menos complejo ni menos trágico. El votante contemporáneo, confrontado con crisis financieras recurrentes, desempleo, inseguridad económica y cultural, y la sensación permanente de vivir bajo amenaza, se enfrenta a decisiones profundamente difíciles. Butcher apunta cómo muchos votantes estadounidenses durante la presidencia de Trump admitieron sentir rechazo hacia sus actitudes o políticas personales, pero aun así le apoyaron con la esperanza de recuperar una estabilidad social y económica perdida.

Esa dinámica emocional que lleva al apoyo al populismo autoritario no implica necesariamente adhesión absoluta a la ideología del líder. Muchas veces se trata de elecciones pragmáticas, impulsadas por la necesidad inmediata de resolver crisis personales y familiares. Al igual que en la Alemania nazi, donde individuos comunes tomaron decisiones difíciles —apoyar al régimen desde el silencio, resistir en secreto, o huir—, hoy las sociedades enfrentan dilemas similares bajo presiones económicas y culturales extremas.

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Restaurar el orgullo herido

Butcher sostiene que el apoyo al populismo autoritario también puede derivar de procesos psicológicos complejos en los que sentimientos contradictorios se alojan en un mismo individuo. En la Alemania nazi, era posible detestar aspectos fundamentales del régimen y, simultáneamente, respaldar políticas específicas que restauraran la dignidad económica o nacional. Este fenómeno psicológico, vigente hoy en día, fue observado en los votantes estadounidenses entrevistados por Butcher, quienes manifestaron aborrecer ciertos rasgos del discurso político de Trump y, sin embargo, consideraron necesaria su presencia para resolver crisis inmediatas.

La frase «apoyo al populismo autoritario» se asocia además con una creciente sensación de pérdida cultural o identitaria. El temor a perder «nuestro país» ante fuerzas percibidas como externas o internas ha resultado decisivo en el ascenso de líderes autoritarios en diferentes épocas. Buller relató cómo la humillación nacional impulsó a muchos alemanes a alinearse con Hitler, simplemente porque prometía restaurar un orgullo herido. Este sentimiento de humillación es actualmente explotado por líderes populistas en diversas democracias contemporáneas.

No se hallan salidas

Butcher explica que otra de las razones detrás del apoyo al populismo autoritario es la percepción fatalista de que no existe otra salida. Frente a la aparente impotencia ante la crisis, muchos deciden apoyar a líderes que, aunque peligrosos o moralmente dudosos, ofrecen al menos una salida tangible, inmediata y emocionalmente reconfortante. La precariedad cotidiana y la saturación mediática de mensajes apocalípticos refuerzan este fatalismo colectivo, haciendo que la promesa de orden, estabilidad o grandeza, aunque vacía o peligrosa, resulte profundamente atractiva.

La banalidad del mal, descrita por Hannah Arendt, es otro elemento clave en la comprensión del apoyo al populismo autoritario. Las decisiones que permiten el surgimiento y mantenimiento de regímenes autoritarios no suelen estar cargadas necesariamente de maldad explícita, sino que pueden ser producto de rutinas y concesiones cotidianas realizadas bajo presión. Esta comprensión de la naturaleza ordinaria del apoyo al autoritarismo fue destacada por Buller y retomada por Butcher, mostrando que individuos comunes, atrapados en circunstancias extraordinarias, a menudo toman decisiones moralmente comprometidas desde la desesperación más que desde la maldad.

Personas ordinarias como un artesano alemán entrevistado por Buller mostraron apoyo al populismo autoritario porque este parecía aliviar su sufrimiento más inmediato. Tras pasar años en las trincheras y enfrentar la miseria económica, cualquier líder que prometiera rescatar su orgullo nacional era visto como un salvador. Ilustración MidJourney.

Comprender y prevenir su expansión

Finalmente, la importancia de discutir abiertamente el apoyo al populismo autoritario radica en comprender y prevenir su expansión. La investigación de Butcher subraya la necesidad de conversaciones empáticas y francas, como las realizadas por Buller, para analizar y desactivar los procesos emocionales y sociales que lo alimentan. No se trata, como afirma Butcher, de justificar o tolerar el autoritarismo, sino de comprender profundamente las decisiones humanas que pueden llevar a su ascenso, generando así alternativas sólidas que restauren tanto el orgullo legítimo como la dignidad económica y social.

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En definitiva, el apoyo al populismo autoritario es fruto de profundas crisis emocionales, económicas y culturales que obligan a millones de personas a tomar decisiones complejas y dolorosas. Su reconocimiento como proceso histórico y psicológico resulta esencial para enfrentar el desafío democrático del presente. Solo comprendiendo cómo nace este apoyo podremos construir respuestas que realmente ataquen la raíz del problema y eviten que el orgullo, convertido en desesperación, vuelva a entregarnos al peligroso espejismo del autoritarismo.

 

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