Ucrania es el cancerbero creado por EE.UU. para enjaular a Putin: ¿Kiev pagará?

Ucrania es el cancerbero que Estados Unidos ha alimentado para mantener a raya a Vladimir Putin, un guardián cuya furia y lealtad se han forjado en el crisol de una guerra que parece interminable. Lo que en un principio pudo parecer un conflicto regional se ha convertido en un enfrentamiento geopolítico de dimensiones colosales, con Kiev en el centro de una tormenta diplomática, militar y económica. El apoyo masivo de Occidente, encabezado por Washington, ha transformado a Ucrania en una potencia militar moderna que ha sorprendido a propios y extraños, deteniendo el avance de las tropas rusas y redefiniendo las reglas del juego en Europa del Este. Pero la pregunta que ahora flota en el aire es: ¿a qué precio?

Robert Kagan, investigador principal de la Brookings Institution y editor de The Washington Post, lanzó una advertencia sombría en su reciente editorial titulado «¿Están los estadounidenses dispuestos a renunciar a Ucrania?». En su análisis, Kagan esboza un escenario donde Estados Unidos ha puesto todas sus fichas en la defensa de Ucrania, no por altruismo, sino porque Washington no puede permitirse una victoria de Putin. Sin embargo, lo que el autor destaca con crudeza es que, si bien Ucrania es el cancerbero ideal para enjaular a Moscú, podría ser también la mayor víctima de este juego geopolítico, atrapada en un callejón sin salida entre la diplomacia de las potencias y su lucha por la supervivencia.

Ucrania es el cancerbero

A lo largo de esta guerra, ha quedado claro que Ucrania es el cancerbero que Estados Unidos ha armado con decenas de miles de millones de dólares en ayuda militar. Los tanques, misiles y drones que Kiev maneja con destreza provienen de un flujo ininterrumpido de suministros que, sin la intervención de Washington, difícilmente habrían llegado. Sin embargo, como lo expresó el propio Kagan, las negociaciones para un «final negociado» parecen ser solo una fachada, diseñada principalmente para calmar a un público estadounidense cansado de una guerra que no se siente como propia. Al igual que en 1938, cuando los líderes checos fueron aconsejados a ceder territorio a la Alemania nazi por «realismo», hoy se sugiere a los ucranianos que hagan lo mismo.

La analogía entre Checoslovaquia y Ucrania no es casual. Kagan insiste en que la historia no debe ser ignorada, ya que abandonar la resistencia en aras de una paz temporal podría tener consecuencias catastróficas. Ilustración MidJourney

La analogía entre Checoslovaquia y Ucrania no es casual. Kagan insiste en que la historia no debe ser ignorada, ya que abandonar la resistencia en aras de una paz temporal podría tener consecuencias catastróficas. En su análisis, menciona cómo las potencias occidentales han creado un monstruo en sus fronteras: una armada ucraniana hasta los dientes, con más de 900.000 soldados en activo, capaz de mantener en jaque a Rusia. Y sin embargo, se sugiere que los ucranianos deben ceder el control de partes de su territorio «temporalmente». ¿Es este el «realismo» que Washington pretende imponer a Kiev? ¿Un realismo que, paradójicamente, podría enardecer más aún a Putin y empujar a Ucrania a una venganza interminable?

Estabilidad de Europa

En el corazón de este conflicto, Ucrania es el cancerbero que guarda celosamente la estabilidad de Europa. La narrativa de que Kiev debe rendirse a un acuerdo negociado es algo que muchos rechazan. El ex secretario de Estado, Mike Pompeo, ha propuesto aviones de «paz» que implican la entrega de vastos territorios ucranianos a Rusia, mientras Estados Unidos continúa brindando ayuda militar masiva a un cambio de garantías que podrían o no sostenerse. Pero esta Ucrania de posguerra sería una nación furiosa, revanchista, con un ejército entrenado y armado por Occidente, y con el tiempo, inevitablemente, buscaría recuperar lo que se le arrebató. Para Putin, esto no es una victoria; es una humillación prolongada que mantendría viva la hostilidad en sus fronteras.

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En este escenario, el líder ruso se enfrenta a una Ucrania cada vez más fuerte y respaldada por Occidente, pero que, al mismo tiempo, está pagando un precio incalculable por su papel como cancerbero. Kagan subraya que mientras los estadounidenses buscan una solución que les permita salir de la guerra con el menor costo posible, Putin no ha mostrado señales de retroceder en sus demandas. Al contrario, ha dejado claro que su objetivo final incluye el control total de Ucrania, algo que, si bien parece imposible ahora, podría volverse más factible si Kiev pierde el apoyo decisivo de Occidente.

¿Rendición incondicional? ¿Cómo?

El «realismo» que algunos políticos occidentales promueven se basa en la idea de que Ucrania no puede ganar la guerra por completo, y que, por tanto, debe aceptar una paz imperfecta. Sin embargo, como señala Kagan, este acuerdo no sería ni justo ni equilibrado. Rusia no ha mostrado ninguna disposición a ceder en sus demandas, y un acuerdo que preserve una Ucrania hostil y armada no sería aceptable para Putin. Para el Kremlin, la paz solo llegará si Kiev renuncia a su soberanía militar, algo que los ucranianos difícilmente aceptarán.

A medida que la guerra se prolonga, Ucrania es el cancerbero que Occidente ha creado para proteger sus propios intereses, pero es un papel que Kiev no puede sostener indefinidamente sin un costo devastador. La ayuda militar y económica de Estados Unidos y Europa ha sido crucial para la supervivencia de Ucrania hasta ahora, pero los indicios de fatiga en las capitales occidentales son cada vez más evidentes. ¿Qué sucederá si el apoyo comienza a menguar? ¿Será Kiev forzada a una «paz» que en realidad es una derrota camuflada?

Las potencias occidentales han creado un monstruo en sus fronteras: una armada ucraniana hasta los dientes, con más de 900.000 soldados en activo, capaz de mantener en jaque a Rusia. Y sin embargo, se sugiere que los ucranianos deben ceder el control de partes de su territorio «temporalmente». Ilustración MidJourney.

La ruleta geopolítica

El futuro de Ucrania como el cancerbero de Europa no está garantizado. Si bien Washington y sus aliados han apostado fuerte por Kiev, la historia sugiere que los intereses geopolíticos cambian rápidamente. Los acuerdos que hoy se presentan como la solución ideal podrían desmoronarse mañana, dejando a Ucrania a merced de una Rusia que nunca abandonó sus ambiciones imperiales.

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En este contexto, la pregunta que Kagan plantea es inquietante: ¿cuánto está dispuesto a pagar Kiev por el papel que le ha sido asignado en este tablero de ajedrez geopolítico? ¿Y hasta cuándo seguirá siendo Ucrania el cancerbero de Occidente antes de que el costo de su lealtad se vuelva insostenible?

En definitiva, Ucrania es el cancerbero que Estados Unidos ha creado para mantener a raya a Putin, pero el precio de esa lealtad podría ser más alto de lo que Kiev puede soportar.

 

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