El racismo, la pobreza y las discapacidades juegan en contra de las mujeres del planeta

Las mujeres enfrentan desafíos monumentales que van desde el racismo y la pobreza hasta las discapacidades, impactando negativamente en su vida diaria y limitando severamente sus oportunidades y derechos en distintas partes del mundo. Este reportaje busca examinar cómo estas adversidades interseccionales obstaculizan el progreso de las mujeres en diversos ámbitos sociales y económicos, desentrañando la complejidad de su lucha cotidiana.

La periodista Patricia R. Blanco, de EL PAÍS, con una extensa trayectoria en la cobertura de temas internacionales y especializada en desinformación y el mundo árabe y musulmán, ha abordado esta problemática en su reciente artículo para la sección Planeta Futuro. En su pieza, titulada “El avance de los derechos de las mujeres en el mundo se topa con el racismo y la desigualdad”, Blanco se basa en un informe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), que revela que los avances en derechos sexuales y reproductivos han beneficiado desproporcionadamente a mujeres de grupos étnicos con acceso a mejor atención sanitaria y educación, dejando atrás a muchas otras.

Las mujeres en el UNFPA

El UNFPA indica que, a pesar de los progresos en reducir la mortalidad materna y los embarazos no deseados, la situación sigue siendo crítica en numerosos países donde las mujeres pobres, las minorías raciales y étnicas, y las mujeres con discapacidades son las más afectadas. Este fenómeno no solo refleja una crisis de salud, sino también una profunda crisis de derechos humanos y equidad. El racismo y la pobreza, entrelazados con discapacidades, crean barreras casi insuperables que impiden el acceso de muchas mujeres a servicios esenciales.

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La vulnerabilidad de las mujeres en situaciones de conflicto es particularmente alarmante. Los ataques contra ellas están en aumento, señalando una tendencia global en la que, incluso en tiempos de guerra, los servicios de salud y los derechos de las mujeres son a menudo los primeros en ser sacrificados o ignorados. Ilustración MidJourney

Las estadísticas son alarmantes y reflejan una realidad desgarradora: una mujer africana con complicaciones durante el embarazo o el parto tiene 130 veces más probabilidad de morir que una mujer de Europa o América del Norte. En los Estados Unidos, las mujeres afroamericanas enfrentan una tasa de mortalidad tres veces mayor que la media nacional. Estos datos no solo destacan desigualdades raciales, sino que también subrayan cómo las desigualdades socioeconómicas pueden ser mortales.

Violencia genera violencia

La situación se agrava en contextos de conflictos y catástrofes climáticas. Las mujeres en áreas afectadas por guerras o desastres naturales son extremadamente vulnerables a perder acceso a servicios básicos de salud reproductiva, lo que eleva dramáticamente los riesgos durante el embarazo y el parto. Además, las mujeres con discapacidades enfrentan desafíos aún mayores, siendo 10 veces más propensas a sufrir violencia machista que las mujeres sin discapacidades.

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Patricia R. Blanco subraya que las soluciones a estos problemas globales requieren un enfoque que priorice la salud y los derechos de las mujeres, especialmente en situaciones de emergencia. La inversión en servicios de salud materna y planificación familiar no solo salvaría vidas, sino que también proporcionaría significativos beneficios económicos. Según el UNFPA, invertir 79.000 millones de dólares en estos servicios podría evitar la muerte de un millón de mujeres para el año 2050, con un retorno económico estimado en 660.000 millones de dólares.

Desigualdades interseccionales

Este reportaje destaca la necesidad de un cambio sistemático que reconozca y aborde las desigualdades interseccionales que enfrentan las mujeres en todo el mundo. La historia de las mujeres es una de resiliencia y lucha constante contra sistemas que perpetúan la discriminación y la exclusión. Sin embargo, a medida que enfrentamos desafíos globales cada vez más complejos, la urgencia de actuar para proteger y promover los derechos de todas las mujeres nunca ha sido más crítica.

La vulnerabilidad de las mujeres en situaciones de conflicto es particularmente alarmante. Los ataques contra ellas están en aumento, señalando una tendencia global en la que, incluso en tiempos de guerra, los servicios de salud y los derechos de las mujeres son a menudo los primeros en ser sacrificados o ignorados. Tlaleng Mofokeng, una de las autoras del informe del UNFPA, subraya que la maquinaria política y social a menudo busca limitar los derechos de las mujeres o su participación activa en la sociedad. La lucha por hacer visibles a los invisibles y colocar la defensa de los derechos de la mujer como una prioridad en agendas políticas y sociales es crucial para avanzar hacia la igualdad de género y el desarrollo sostenible.

Más sumas para la resta

Además, la crisis climática presenta desafíos únicos para las mujeres. Los desastres naturales, como huracanes e inundaciones, tienen un impacto desproporcionado en las mujeres y niños, quienes suelen ser los más afectados. Estos eventos exacerbados por el cambio climático no solo resultan en pérdidas materiales, sino también en un acceso reducido a servicios básicos, incluyendo la atención médica y la protección contra la violencia de género. Como menciona Natalia Kanem, directora ejecutiva del UNFPA, la responsabilidad de asegurar que las mujeres puedan dar a luz de manera segura y no sufran violencia sexual en tiempos de crisis recae en la comunidad internacional, pero aún hay mucho camino por recorrer para que estas garantías sean efectivas y universales.

El compromiso asumido por los gobiernos en la Conferencia sobre Población y Desarrollo de El Cairo hace tres décadas, que situó los derechos de las mujeres en el centro del desarrollo sostenible, ha resultado en avances significativos, como la reducción en la mortalidad materna y el aumento en el uso de métodos anticonceptivos modernos. Sin embargo, estos logros no se distribuyen de manera equitativa. Las disparidades geográficas y socioeconómicas siguen siendo obstáculos significativos, y en algunos casos, los progresos se han estancado o incluso revertido.

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En los Estados Unidos, las mujeres afroamericanas enfrentan una tasa de mortalidad tres veces mayor que la media nacional. Estos datos no solo destacan desigualdades raciales, sino que también subrayan cómo las desigualdades socioeconómicas pueden ser mortales. Ilustración MidJourney.

Discriminación obstétrica

Por ejemplo, en América, la discriminación obstétrica es más probable que afecte a mujeres afroamericanas que a sus contrapartes de origen europeo, y en Madagascar, las mujeres más ricas tienen cinco veces más posibilidades de recibir atención durante el parto que las mujeres pobres. Además, el informe del UNFPA señala que todavía una de cada cuatro mujeres en el mundo no puede negarse a tener relaciones sexuales con su pareja y una de cada diez no puede elegir los métodos anticonceptivos que desea utilizar.

Estas cifras no solo son indicadores de problemas de salud; son síntomas de una discriminación estructural arraigada que afecta a las mujeres en todos los aspectos de sus vidas. Las políticas y las inversiones deben dirigirse no solo a mejorar los servicios de salud y educación, sino también a combatir las bases del sexismo, el racismo y la discriminación por discapacidad que limitan tan severamente las vidas de las mujeres en todo el mundo.

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Más justicia social

Cerrar las brechas de género y asegurar los derechos de las mujeres no solo es una cuestión de justicia social; también tiene un impacto económico significativo. Según el UNFPA, promover la igualdad de género podría añadir hasta 12 billones de dólares al producto interior bruto mundial. Por lo tanto, la lucha por los derechos de las mujeres también es una lucha por la salud económica global.

La investigación de Patricia R. Blanco y los datos del informe del UNFPA sirven como un llamado urgente a la acción. A medida que el mundo enfrenta desafíos interconectados, desde crisis climáticas hasta conflictos globales, la necesidad de abordar las injusticias que enfrentan las mujeres no puede ser subestimada. El camino hacia un futuro equitativo y sostenible es a través del empoderamiento y la protección de los derechos de las mujeres en todas las esferas, asegurando que ninguna mujer quede atrás en nuestro empeño colectivo hacia el progreso.

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