Los secretos de los Roosevelt: ¿Qué sabes sobre las relaciones abiertas?

Nadie en el siglo XX habría imaginado nunca que los Roosevelt guardaban un secreto.  La historia de los Estados Unidos está repleta de misterios que rodean a sus líderes, y uno de los más intrigantes es la relación entre Franklin D. Roosevelt, trigésimo segundo presidente, y su esposa, la ex Primera Dama Eleanor Roosevelt.

Mientras que públicamente presentaban la imagen de un matrimonio sólido, las cartas privadas y los testimonios de aquellos cercanos a ellos revelan una realidad más compleja y sorprendente. Su relación nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre la diversidad de experiencias amorosas y relacionales a lo largo de la historia y cómo las definiciones y prácticas en torno al amor y el compromiso han evolucionado con el tiempo.

El misterio de los Roosevelt

Franklin D. Roosevelt es recordado por su liderazgo durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, pero su vida privada estuvo marcada por rumores de aventuras extramatrimoniales. La más notable fue con su secretaria, Lucy Mercer. Cuando Eleanor descubrió cartas románticas entre ellos en 1918, la revelación llevó a una crisis matrimonial. Aunque nunca se divorciaron, llegaron a un entendimiento. Franklin prometió no volver a ver a Lucy, una promesa que, según historiadores, no cumplió. En los últimos años de su presidencia, y particularmente durante su muerte en 1945, Lucy estuvo presente, una revelación que devastó a Eleanor.

Los Roosevelt
La relación de los Roosevelt es en gran medida especulativa. Ilustración MidJourney

Por otro lado, Eleanor, una figura revolucionaria en sí misma por su activismo y papel en la evolución de la figura de la Primera Dama, también tuvo sus propias conexiones íntimas fuera del matrimonio. Su relación con la periodista Lorena Hickok ha sido objeto de especulación y análisis durante décadas. Las cartas entre ellas, que suman más de 3,500, muestran una relación profunda y a menudo romántica. En una carta, Eleanor escribió: «Hick, querida, te amo y te extraño». Aunque no hay una confirmación definitiva de la naturaleza física de su relación, la intensidad emocional es evidente. El asunto a notar es que los Roosevelt fueron gobernantes apasionados.

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Vidas emocionales separadas

Los historiadores, al examinar estas relaciones, sugieren que los Roosevelt, aunque estaban casados y mantenían una relación profesional y cordial, vivían vidas emocionales separadas. El profesor Robert M. Beasley, de la Universidad de George Washington, sostiene que «Franklin y Eleanor transformaron su matrimonio en una alianza política y personal, permitiendo que cada uno buscara consuelo emocional en otros».

Pero, ¿cómo fue posible mantener estos asuntos en secreto en un mundo político tan observado? En parte, se debió al entendimiento tácito entre los medios y la clase política de la época. Según registros del Instituto Smithsonian, los periodistas sabían de las aventuras de Roosevelt, pero eligieron no informar sobre ellas, creyendo que la vida privada del presidente debía mantenerse separada de su papel público. Una postura que, comparada con la intensidad del escrutinio mediático de hoy, parece casi impensable.

Con amigos de verdad

Además, tanto Franklin como Eleanor contaron con el apoyo de sus círculos cercanos para mantener sus relaciones privadas. Los guardaespaldas, asistentes y amigos íntimos, conscientes de las conexiones extramatrimoniales de los Roosevelt, permanecieron leales y discretos, entendiendo la complejidad de la situación.

Las relaciones abiertas o no convencionales han sido, y siguen siendo, parte del tejido de la sociedad humana en todas las culturas y épocas. Sin embargo, el caso de Franklin y Eleanor es singular debido a su prominencia en la historia estadounidense. Los desafíos y presiones únicas de sus roles como líderes de una nación en crisis podrían haber influenciado su decisión de buscar apoyo emocional fuera de su matrimonio.

Los Roosevelt
El legado de los Roosevelt es indudablemente vasto y complejo. Ilustración MidJourney

Una singular complegidad

El legado de los Roosevelt es indudablemente vasto y complejo. Mientras Franklin guiaba a la nación a través de tiempos tumultuosos, Eleanor redefine el papel de la Primera Dama y abogaba por los derechos humanos y la justicia social. Pero, como con todas las figuras históricas, detrás de sus logros públicos yacen historias personales, pasiones y secretos que nos recuerdan su humanidad. La historia de estos gobernantes, con sus atrevidas conexiones románticas, es un testimonio del espectro infinito de las relaciones humanas y la naturaleza multifacética del amor.

Actualmente se podría argumentar que Franklin y Eleanor Roosevelt ofrecieron un ejemplo temprano de lo que hoy se reconoce como una relación poliamorosa, aunque con importantes matices.

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La relación entre Eleanor y Franklin parece haber evolucionado desde una relación marital tradicional a una más compleja y menos convencional. Aunque ambos mantuvieron relaciones fuera del matrimonio, no ocultaron completamente estas relaciones el uno al otro. Este conocimiento mutuo y la aparente falta de deseo de terminar su relación matrimonial sugiere un entendimiento tácito entre ellos, un acuerdo para mantener la unidad familiar y política mientras exploraban conexiones emocionales y, posiblemente, físicas con otros.

Sin embargo, es crucial entender que cualquier comparación entre las relaciones contemporáneas poliamorosas y la relación de los Roosevelt es en gran medida especulativa y basada en la interpretación. Ellos no tenían el lenguaje ni el marco conceptual del poliamor a su disposición, y su relación fue, sin duda, influenciada por las convenciones sociales, las expectativas políticas y las circunstancias personales de su tiempo.

 

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