Aritmética de la salud mental de los pilotos de aeronaves comerciales en EE.UU. no cuadra

La salud mental de los pilotos de líneas aéreas comerciales en Estados Unidos se encuentra en una encrucijada crítica. A pesar de ser responsables de la seguridad de millones de personas cada día, los pilotos enfrentan desafíos significativos en cuanto a enfermedades mentales y abuso de sustancias, similares a los de la población general. Este fenómeno ha sido subrayado recientemente por Richard Frank, director de la Iniciativa Brookings Schaeffer sobre Políticas de Salud, y Robyn Hacker, profesora asistente de psiquiatría en el Programa de Bienestar y Salud Conductual del Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado, quienes destacaron en un artículo para The Hill la confusión de la Administración Federal de Aviación (FAA) respecto a este asunto.

Los datos son reveladores: de los aproximadamente 167.000 pilotos que vuelan para aerolíneas grandes, pequeñas y regionales en los EE.UU., se estima que entre 13.861 y 21.042 sufren de depresión, lo que representa un 12,6 por ciento, 1,5 veces más que la población general. Además, la prevalencia del abuso de sustancias entre los pilotos es del 8,5 al 15,4 por ciento, en línea con el promedio nacional. Sin embargo, las tasas de derivación de la FAA para el abuso de sustancias son de solo un 0,5 por ciento, lo que indica una significativa brecha en la detección y el tratamiento de estos problemas.

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Sin embargo, las tasas de derivación de la FAA para el abuso de sustancias son de solo un 0,5 por ciento. Ilustración MidJourney

Salud mental de los pilotos

Un caso reciente ilustra la gravedad de la situación: un piloto fuera de servicio, que había reportado depresión y consumo de drogas ilegales, intentó apagar los motores de un avión comercial. Este incidente plantea serias dudas sobre si la FAA está cumpliendo su misión de garantizar el sistema aeroespacial más seguro y eficiente del mundo.

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El proceso de certificación médica anual de la FAA exige que los “capitanes” se sometan a exámenes exhaustivos, revelando todas sus visitas médicas en los últimos tres años que certifique la salud mental de los pilotos. Aunque estos requisitos son rigurosos, dependen casi en su totalidad de la autodeclaración, un método poco confiable dada la tendencia común de no reportar enfermedades mentales y problemas de abuso de sustancias. Esta situación pone a los pilotos en una posición delicada, temerosos de perder su licencia y, por ende, su medio de vida, lo que los lleva a sacrificar su bienestar y la seguridad de todos.

La fase de la negación

Un estudio reveló que el 26,8 por ciento de los pilotos admitió no haber informado suficientemente a su médico forense de aviación y el 56,1 por ciento evitó buscar la atención médica necesaria. Además, los pilotos comerciales son más propensos a no declarar información que otros tipos de pilotos. Este silencio no solo aumenta el riesgo para la seguridad aeroespacial, sino que también pone en peligro a los pasajeros, colocando en tela de juicio la certificación de la salud mental de los pilotos.

Para abordar esta situación, la FAA necesita adoptar un enfoque más curioso, abierto y realista hacia el bienestar de sus empleados. Debería colaborar más estrechamente con expertos en salud mental y bienestar, e incorporar las mejores prácticas de salud mental en sus políticas y procedimientos. Otras industrias sensibles a la seguridad, como la atención médica y la legislación, ya están avanzando en este aspecto, cambiando las culturas laborales y creando entornos de trabajo más solidarios.

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El 12.6% de os pilotos que vuelan aeronaves comerciales en los EE.UU. están deprimidos, sin medicación y mal evaluados médicamente. Ilustración MidJourney

Entender la magnitud del problema

La FAA debe recopilar datos más precisos y confidenciales sobre el bienestar de los pilotos para entender mejor la magnitud del problema. Las políticas y procedimientos deben ser menos estigmatizadores y más estimulantes para la revelación de hechos, favoreciendo la búsqueda de tratamientos preventivos y enfoques basados en evidencia para identificar a los pilotos que necesitan apoyo. Solo así se podrá mantener la seguridad de los pasajeros y pasar de una cultura de silencio a una que enfatice abiertamente el bienestar de los pilotos como una prioridad.

La situación de los pilotos en Estados Unidos, cuando se compara con las estadísticas globales, revela diferencias y similitudes preocupantes. Por ejemplo, un estudio internacional sobre la salud mental de los pilotos, que incluyó a países de Europa, Asia y Australia, mostró que entre un 10% y un 20% de los pilotos informaron síntomas de depresión, cifras que se alinean con las estimaciones en EE.UU. Sin embargo, en términos de abuso de sustancias, las tasas varían significativamente, con algunos países reportando cifras mucho menores que el 8,5% al 15,4% estimado para los pilotos estadounidenses. Esto sugiere que factores culturales y de política de salud pueden estar influyendo en la salud mental de los pilotos.

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Comparación con Europa

Además, al comparar los protocolos de la FAA en torno a la salud mental de los pilotos, con los de otras agencias de aviación internacional, como la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), se observan diferencias significativas. Mientras que la FAA se centra en exámenes médicos anuales basados en la autodeclaración, la EASA ha implementado programas más integrales para abordar la salud mental, incluyendo el acceso a asesoramiento psicológico y programas de bienestar. Estas diferencias enfoques pueden explicar por qué algunos países tienen tasas más bajas de problemas no declarados en comparación con EE.UU.

Otra comparación relevante es con profesionales en otras industrias de alto riesgo, como la medicina o la industria nuclear. Estudios han demostrado que, en estas industrias, las tasas de depresión y abuso de sustancias son similares o incluso superiores a las de los pilotos, pero las políticas de intervención y apoyo tienden a ser más proactivas y menos punitivas. Por ejemplo, en el sector médico, hay un mayor enfoque en el apoyo a la salud mental y el bienestar, con iniciativas que buscan identificar y tratar proactivamente estos problemas sin penalizar a los profesionales. Este enfoque contrasta con la cultura de silencio y el temor a la repercusión profesional predominante en la aviación, subrayando la necesidad de un cambio significativo en la manera en que la FAA aborda estos temas críticos.

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