La administración de Joe Biden y el Partido Demócrata parecen estar listos para implementar una reingeniería judicial en los Estados Unidos, similar a la que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está llevando a cabo en México. Esta confección en materia judicial busca alterar la estructura y funcionamiento de la Corte Suprema para beneficiar agendas políticas específicas, socavando los principios de independencia y equilibrio de poderes que caracterizan a ambos países. Lo irónico es que mientras Biden critica las reformas judiciales de AMLO, su propia administración busca implementar cambios que podrían tener un impacto igual de profundo en la justicia estadounidense.
Merrill Matthews, un analista político y de políticas públicas y coautor del libro “On the Edge: America Faces the Entitlements Cliff”, ha destacado esta paradoja en un reciente artículo publicado en The Hill, titulado: “Biden critica las reformas judiciales de México mientras él hace lo mismo”. Matthews señala que, aunque los procedimientos de ambos líderes para alcanzar sus objetivos son distintos, la esencia de sus reformas es la misma: moldear el poder judicial para que sirva a sus respectivas agendas políticas. Esta reingeniería judicial es un esfuerzo calculado para debilitar los controles y contrapesos constitucionales, asegurando un mayor dominio sobre el sistema legal y, por ende, sobre las políticas que se desean implementar.
EE.UU. desea su reingeniería judicial
El contexto en México es claro: AMLO ha impulsado una reforma constitucional para que los jueces de la Suprema Corte y otros tribunales federales sean elegidos por voto popular, lo cual, según sus críticos, minaría la independencia del poder judicial al someter a los jueces a intereses políticos. En Estados Unidos, Biden no propone elegir a los jueces mediante el voto, pero la estrategia no es menos polémica. Los demócratas pretenden “llenar la Corte” agregando más jueces de inclinación izquierdista, lo que cambiaría la balanza de poder dentro del tribunal. Con una mayoría demócrata, los jueces progresistas podrían avalar decisiones que antes habrían sido bloqueadas, alterando significativamente la dinámica política y judicial del país.
El impulso de Biden y los demócratas por una reingeniería judicial se basa, en parte, en acusaciones de corrupción contra los jueces conservadores de la Corte Suprema de EE.UU., una narrativa que ha sido amplificada por los medios afines al Partido Demócrata. Se acusa a estos jueces de actuar de manera sesgada y contraria a los intereses progresistas, especialmente cuando bloquean políticas y órdenes ejecutivas consideradas inconstitucionales. En un esfuerzo por erosionar la credibilidad de la Corte, los demócratas incluso han sugerido la implementación de un código de ética para los jueces, con la intención de pintar a la institución como una entidad necesitada de reforma urgente.
Un multiverso igual a este
Los paralelismos entre las reformas de AMLO y los planes de Biden son sorprendentes. En México, AMLO ha justificado sus reformas argumentando que buscan erradicar la corrupción y fortalecer la democracia. De manera similar, los demócratas han afirmado que su objetivo es limpiar la Corte de influencias indebidas y asegurar un sistema judicial más equitativo. Sin embargo, los críticos sostienen que ambos líderes están utilizando el argumento de la corrupción como una herramienta retórica para justificar la reingeniería judicial, cuyo verdadero propósito es asegurar un control mayor sobre el poder judicial y, por ende, sobre el proceso legislativo y ejecutivo.
Tambièn puedes leer: Juez Merchan volvió a retrasar la sentencia contra Donald Trump: ¿Qué pasó?
La reingeniería judicial de Biden no solo se limita a expandir el número de jueces en la Corte Suprema; también incluye la propuesta de limitar los mandatos de los jueces a 18 años, lo cual permitiría una mayor rotación y, por ende, más oportunidades para nombrar jueces alineados con la agenda demócrata. Esta medida se asemeja a la intención de AMLO de reducir el tiempo de servicio de los jueces en México, pasando de 15 a 12 años, lo que facilitaría el reemplazo constante de los magistrados y, en consecuencia, la posibilidad de influir en las decisiones judiciales a favor del gobierno en turno.
¿Una vulgar hipocresía?
A pesar de los intentos de Biden y los demócratas de argumentar que sus reformas fortalecerán la democracia, muchos temen que estos cambios transformen la Corte Suprema en una extensión del poder ejecutivo, debilitando uno de los pilares fundamentales de la democracia estadounidense: la independencia judicial. En este sentido, la reingeniería judicial planteada por Biden refleja un deseo de centralizar el poder de manera similar a lo que se está viendo en México bajo el mandato de AMLO.
El contraste entre las acciones de Biden y sus críticas hacia AMLO también ha generado tensiones diplomáticas. En agosto, el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, expresó su preocupación por las reformas de AMLO, calificándolas como una amenaza para la democracia y las relaciones comerciales entre ambos países. La respuesta de AMLO fue tajante: acusó al embajador de ser irrespetuoso con la soberanía de México, mientras defendía sus reformas como necesarias para combatir la corrupción y fortalecer el sistema democrático. Esta tensión pone de relieve la hipocresía percibida en las críticas de la administración Biden, que parece ignorar las similitudes en sus propios intentos de reformar el sistema judicial en casa.
Desbalance en el poder
La reingeniería judicial que ambos líderes impulsan no es simplemente una reforma técnica; es un cambio estructural que podría redefinir el balance de poder en sus respectivos países. Si los demócratas logran avanzar con sus propuestas y consolidar el poder en la Corte Suprema, los paralelismos con el modelo de AMLO serán aún más evidentes, y la percepción de que ambos líderes están socavando la independencia judicial para servir a sus propios fines políticos se volverá ineludible.
Tambièn puedes leer: ¿Es coherente atacar al Instituto Confucio en EE.UU. por las manifestaciones anti sionistas en los campus?
El escenario en Estados Unidos todavía está por definirse. A diferencia de México, donde AMLO cuenta con un amplio control legislativo, Biden y los demócratas enfrentan una resistencia considerable por parte de los republicanos, quienes ven estas reformas como un asalto directo a la separación de poderes. Sin embargo, si los demócratas logran consolidar su control en ambas cámaras del Congreso y colocar a Kamala Harris en la Casa Blanca en las próximas elecciones, el titular de “Washington aprueba una reforma judicial que consolida el poder de los demócratas” podría convertirse en una realidad. Y así, la reingeniería judicial que ahora se critica en México podría encontrar su reflejo en el corazón del poder estadounidense.