Merrill Matthews, el académico residente del Instituto para la Innovación de Políticas en Dallas, Texas, no ha mordido sus palabras al escribir para el portal The Hill sobre la actual administración estadounidense. En una columna explosiva, Matthews critica al Presidente Joe Biden, acusándolo de ser “el mejor amigo del crimen organizado”. Su argumento central plantea una pregunta inquietante: ¿ha hecho más algún presidente por expandir la influencia y los ingresos de los cárteles y el crimen organizado latinoamericano que Joe Biden? Matthews, citando un informe del Wall Street Journal, señala la escalada del tráfico de migrantes hacia Estados Unidos como un negocio floreciente, en el que incluso se ha escuchado satíricamente que los criminales aclaman a Biden y a las “fronteras abiertas”.
Los números son preocupantes. Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU., el año fiscal 2023 registró 2.48 millones de “encuentros en la frontera terrestre del suroeste”, un récord que supera por poco los 2.379 millones del año fiscal 2022 y los 1.735 millones del año fiscal 2021. Esto suma más de 6.6 millones de encuentros en los tres años de la presidencia de Biden, una cifra alarmante en comparación con los encuentros anuales de entre 415.000 y 569.000 reportados entre 2014 y 2019.
Los datos de Merrill Matthews
Merrill Matthews detalla cómo millones de migrantes, en su periplo hacia el norte, se convierten en clientes de una industria criminal que cobra al menos 350 dólares por persona sólo para cruzar el peligroso Tapón del Darién en Panamá. El Journal resalta que este año, los cruces han alcanzado un récord de 449.653 migrantes. El Clan del Golfo, un poderoso grupo criminal colombiano, se apropia de una parte significativa de esos pagos. El control de las rutas migratorias por parte de los cárteles, que antes se centraban en el narcotráfico, ahora se ha diversificado en una operación logística compleja que genera ingresos de hasta 13 mil millones de dólares, según fuentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.
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Lo que parece una ironía cruel es que, bajo el liderazgo de Biden, estos cárteles, que incluyen unos 150 grupos diferentes con aproximadamente 175.000 empleados, se han convertido en el quinto mayor empleador en México, según un estudio publicado en la revista Science. Es un comentario sarcástico sobre la creación de empleo bajo la administración de Biden, pero destaca un punto crítico: las políticas de inmigración y fronteras de la actual administración pueden estar inadvertidamente beneficiando a organizaciones criminales en lugar de combatirlas.
Políticas permisivas
Matthews argumenta que las políticas permisivas han facilitado, en lugar de controlar, el flujo de migrantes a través de la frontera sur de los Estados Unidos. Cada individuo que cruza representa un pago al crimen organizado, y con el incremento de cruces, se inflan los bolsillos de estos grupos. Las implicaciones de seguridad nacional son significativas; no sólo las fronteras se vuelven más porosas, sino que la financiación y el fortalecimiento de los cárteles podrían tener efectos secundarios en la estabilidad de la región y más allá.
Las cifras ofrecidas por Merrill Matthews y el contexto proporcionado por informes gubernamentales y estudios académicos no son solo estadísticas; son indicadores de una crisis en desarrollo. La implicación de que la administración de Biden ha proporcionado indirectamente soporte económico a uno de los sectores más peligrosos y violentos de la economía subterránea es un llamado de atención para políticos, legisladores y la sociedad civil.
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No hay políticas coherentes
El aumento de los encuentros fronterizos no es solo un desafío para la administración de la migración y la asistencia humanitaria; es un indicativo de la necesidad de una estrategia integral que aborde tanto las causas de la migración como las consecuencias de políticas fronterizas ineficaces. Merrill Matthews, a través de su columna, urge a una reflexión profunda y una revisión política que no solo mire hacia el bienestar de los migrantes y la seguridad de las fronteras, sino que también considere el impacto más amplio en la lucha contra el crimen organizado transnacional.
Este reportaje no solo pone de manifiesto las críticas de un académico, sino que resalta un problema multifacético que requiere atención urgente. La presión está sobre la mesa para la administración de Biden: ¿podrá revertir esta tendencia y demostrar que Estados Unidos puede proteger sus fronteras sin fortalecer inadvertidamente a aquellos que las amenazan?