En el paisaje de la economía de los Estados Unidos, se está gestando un cambio sorprendente. Hace tan solo ocho años, un entonces oscuro grupo de expertos conocido como el Instituto Roosevelt, impulsado por la herencia de Franklin y Eleanor Roosevelt, publicó un informe que desafió el statu quo. Proponía un enfoque económico radicalmente diferente, basado en impuestos más altos para los ricos, un salario mínimo más elevado, regulaciones más estrictas en Wall Street, mayor apoyo a los sindicatos, una aplicación más rigurosa de las leyes antimonopolio y un aumento en la inversión gubernamental para el crecimiento económico. Este informe, aunque cubierto por los medios de comunicación nacionales, representó una ruptura significativa con las políticas económicas establecidas tanto por los demócratas como por los republicanos.
En aquel entonces, la perspectiva de un cambio real parecía lejana. Sin embargo, en los últimos años, se ha observado una transformación notable. El presidente Biden ha implementado los programas de inversión gubernamental más significativos de las últimas décadas, con apoyo bipartidista en áreas como la infraestructura y el desarrollo de semiconductores. Las administraciones de Trump y Biden mostraron un renovado interés en la política antimonopolio. Además, varios estados, tanto demócratas como republicanos, han aumentado sus salarios mínimos. Los trabajadores estadounidenses están mostrando un interés creciente en la sindicalización, con victorias significativas en sectores como la industria automotriz y Hollywood. Incluso algunos políticos republicanos han comenzado a hablar positivamente sobre los sindicatos.
Nueva economía de los Estados Unidos
Según Felicia Wong, presidenta del Instituto Roosevelt, el cambio ha sido sorprendente. Durante mucho tiempo, aquellos que abogaban por estas ideas se encontraban marginados. Hoy, sin embargo, se encuentran en el centro del debate político y económico. El informe más reciente del Instituto Roosevelt habla de una «Nueva Economía«, marcando un giro hacia políticas más progresistas.
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La pregunta clave es: ¿qué ha motivado este cambio? Una explicación es que el enfoque económico anterior no funcionó bien para la mayoría de los estadounidenses. Desde la década de 1980, Estados Unidos se orientó hacia una política económica descrita como laissez-faire o neoliberal, caracterizada por impuestos bajos para los ricos, menos regulaciones, comercio global, represión sindical y la aceptación de grandes corporaciones. Aunque prometía prosperidad para todos, los resultados de la economía de los Estados Unidos fueron diferentes: el ingreso del 90% inferior de la población se quedó atrás en términos de crecimiento económico, y la desigualdad de la riqueza aumentó significativamente.
Insatisfacción con los gobernantes
La insatisfacción de los estadounidenses con la dirección del país se ha hecho evidente en encuestas durante años. Además, la disminución de la esperanza de vida en Estados Unidos, que ahora es la más baja entre los países ricos, es un indicador alarmante. Esto contrasta con 1980, cuando la esperanza de vida en EE. UU. era típica entre los países desarrollados.
Donald Trump también jugó un papel crucial en este cambio en la economía de los Estados Unidos. Su victoria en las primarias republicanas de 2016, mientras defendía la Seguridad Social y Medicare y criticaba el libre comercio y la alta inmigración, demostró un alejamiento de las políticas neoliberales de figuras como Ronald Reagan. Aunque su presidencia a menudo contradecía su propia retórica populista, Trump rompió muchas normas, lo que a su vez permitió a los demócratas reconsiderar creencias económicas arraigadas.
Falta a prueba de fuego
Pero la «Nueva Economía» aún enfrenta desafíos. A pesar de los avances, en muchos aspectos, Estados Unidos todavía vive en la era de Reagan. Los impuestos a los ricos siguen siendo bajos y las corporaciones son más grandes que nunca. Además, muchas propuestas progresistas, como el preescolar universal, todavía no se han materializado.
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A corto plazo, el mayor desafío para esta nueva economía de los Estados Unidos puede ser la reelección de Biden, dada la falta de consistencia en la política económica de Trump. La inflación y el alto costo de vida son preocupaciones actuales que podrían amenazar su reelección, a pesar de que estas no son enteramente culpa de su administración.
La «Nueva Economía» ha logrado avances notables en la última década, pero aún es vulnerable a un retroceso. La dirección futura de la economía estadounidense sigue siendo incierta, pendiente de la respuesta política y social a estos cambios recientes.