Peligrosos “pañitos de agua tibia” ganan el referéndum de Ecuador diseñado por Noboa

En una jornada marcada por la ambición y la controversia, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, ha logrado una victoria parcial en un referéndum que él mismo promovió con el objetivo de enfrentar la espiral de violencia que asola al país. Aunque el mandatario obtuvo un respaldo en la mayoría de las preguntas planteadas, las respuestas a las cuestiones fundamentales revelan un descontento latente y una preocupación por medidas que algunos críticos han descrito como “pañitos de agua tibia”.

Nuestro reporte bebe de las fuentes de Carolina Mella, periodista especializada en reportajes de investigación para el programa Visión 360 de Ecuavisa y corresponsal de EL PAÍS en Ecuador, ha titulado su reciente artículo “Noboa logra una victoria rotunda en la pregunta clave de una consulta para enfrentar la espiral de violencia en Ecuador”. Mella, quien es conocida por su riguroso trabajo periodístico, presenta una perspectiva crítica sobre la eficacia de las medidas aprobadas, destacando la aprobación popular de la militarización de la seguridad sin la necesidad de decretar un estado de excepción y la extradición de ecuatorianos bajo ciertas condiciones.

Ecuador desea seguridad

El referéndum, que se llevó a cabo en un contexto de profunda inseguridad, enfrentó el escepticismo no solo de la oposición sino también de una parte considerable del electorado. Según los resultados oficiales del escrutinio rápido del Consejo Electoral, de las 11 preguntas planteadas, nueve fueron aprobadas y dos rechazadas. Las preguntas rechazadas —sobre el arbitraje internacional y la contratación de trabajo por horas— evidencian una resistencia a políticas percibidas como alejadas de las preocupaciones inmediatas de seguridad.

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El día de la votación no estuvo exento de incidentes, con el asesinato del director de la cárcel El Rodeo y un nuevo motín en la cárcel de Los Ríos, que dejó varios heridos. Estos eventos subrayan la urgencia y la complejidad del problema de la violencia que Noboa busca solucionar. Ilustración MidJourney

A pesar de la victoria en el papel, la realidad en Ecuador es más complicada. El referéndum fue convocado por Noboa en medio de una crisis de seguridad, un manejo cuestionado del sistema energético que resultó en prolongados apagones y un conflicto diplomático con México. La abstención del 30% —10 puntos por encima del promedio tradicional— sugiere una desilusión o desconfianza hacia las propuestas gubernamentales y el proceso electoral en sí.

El tigre sigue suelto

El día de la votación no estuvo exento de incidentes, con el asesinato del director de la cárcel El Rodeo y un nuevo motín en la cárcel de Los Ríos, que dejó varios heridos. Estos eventos subrayan la urgencia y la complejidad del problema de la violencia que Noboa busca solucionar. No obstante, las medidas aprobadas, como la colaboración entre las Fuerzas Armadas y la Policía, plantean interrogantes sobre las garantías de derechos humanos en Ecuador y la profundización de la militarización en la sociedad.

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El plebiscito, además, se celebra en un momento político delicado. El Legislativo se erige ahora como un nuevo frente de oposición, controlado en parte por el movimiento Revolución Ciudadana y figuras críticas como la exministra María Paula Romo. El desafío para Noboa será conseguir la aprobación de reformas legales que materialicen las respuestas del referéndum en un contexto legislativo adverso.

La postura de Noboa, quien ha comparado su administración con la de figuras controvertidas como Nayib Bukele, refleja una voluntad de ejercer un liderazgo firme, pero también expone a su gobierno a críticas por posibles excesos y una gestión unilateral del poder. Esta situación ha generado comparaciones por parte de opositores con líderes históricos de conducta cuestionable, poniendo en relieve la complejidad de equilibrar la acción decisiva con el respeto por los procesos democráticos y los derechos humanos.

Corrupción y narcopolítica

Con todo, el referéndum de Noboa parece haber abierto más interrogantes de los que ha resuelto, destacando la continua lucha por la seguridad, la integridad institucional y la confianza pública en Ecuador. Los «pañitos de agua tibia» aprobados podrían no ser suficientes para enfrentar las raíces profundas de la violencia nacida de la narcopolítica y la corrupción en el país, ni para satisfacer las expectativas de una población que clama por soluciones efectivas y duraderas.

La reacción de la ciudadanía ante los resultados ha sido mixta. Mientras algunos celebran la aprobación de medidas que consideran necesarias para restaurar el orden, otros ven en el resultado del referéndum una oportunidad perdida para abordar de manera integral los problemas estructurales que permiten la persistencia de la violencia y la corrupción. La polarización es evidente y refleja un escepticismo creciente hacia las promesas políticas y la efectividad de las soluciones ofrecidas desde el poder ejecutivo.

El expresidente Rafael Correa, un crítico vocal del gobierno actual, ha calificado la consulta de «innecesaria» y ha criticado el gasto de 62 millones de dólares en un proceso que, a su juicio, no aborda las cuestiones más profundas y urgentes que enfrenta Ecuador. Este sentimiento es apoyado por miembros del movimiento Revolución Ciudadana, quienes consideran que las dos preguntas rechazadas representan una victoria para quienes se oponen a políticas que podrían llevar al país a un estado de mayor vulnerabilidad ante intereses externos y explotación laboral precarizada.

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Los «pañitos de agua tibia» aprobados podrían no ser suficientes para enfrentar las raíces profundas de la violencia nacida de la narcopolítica y la corrupción en el país, ni para satisfacer las expectativas de una población que clama por soluciones efectivas y duraderas. Ilustración MidJourney.

Peligro de represión o abuso de poder

La dinámica entre el presidente Noboa y la Asamblea Nacional de Ecuador será crucial en los próximos meses. La capacidad del Ejecutivo para negociar con una Asamblea fragmentada y la posible necesidad de formar nuevas alianzas para avanzar su agenda de seguridad y reformas legales serán determinantes para la implementación efectiva de las medidas aprobadas. La oposición, fortalecida por los rechazos en el referéndum, buscará capitalizar su posición para moderar o redirigir las propuestas del presidente.

En este complejo escenario, la sociedad civil juega un rol importante. La vigilancia y la demanda de transparencia y respeto por los derechos fundamentales deben ser constantes para evitar que las soluciones de seguridad se conviertan en herramientas de represión o abuso de poder. Grupos de derechos humanos ya han expresado preocupaciones sobre las implicaciones de la militarización de la seguridad y la extradición sin las salvaguardas adecuadas contra la pena de muerte y otros tratamientos inhumanos.

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Un camino de cristal

Mientras tanto, el presidente Noboa sigue defendiendo las medidas aprobadas como necesarias para «defender al país» y «devolver la paz a las familias ecuatorianas». Su administración argumenta que estos pasos son esenciales para restaurar la autoridad del estado y garantizar la seguridad pública. Sin embargo, la efectividad de estas políticas y su impacto en la cohesión social y la estabilidad política de Ecuador serán observados de cerca tanto a nivel nacional como internacional.

El referéndum en Ecuador no solo ha sido una prueba de la popularidad de las políticas propuestas por el presidente Noboa, sino también un reflejo de las tensiones y desafíos que enfrenta el país en su lucha contra la violencia y la corrupción. Las soluciones ofrecidas, aunque respaldadas por parte del electorado, enfrentan críticas por su posible insuficiencia y riesgos asociados. La historia de este referéndum y sus consecuencias será una lección importante para los líderes políticos de Ecuador y para la comunidad internacional que observa cómo las democracias enfrentan crisis profundas y prolongadas.

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