El giro científico de la Iniciativa Chan Zuckerberg deja perpleja a parte de su comunidad aliada

Lo que comenzó como una de las apuestas filantrópicas más ambiciosas del siglo XXI ahora enfrenta cuestionamientos internos: la Iniciativa Chan Zuckerberg (CZI), fundada por Mark Zuckerberg y su esposa Priscilla Chan, ha virado su enfoque científico hacia un modelo más centralizado, corporativo y orientado a la inteligencia artificial, desconcertando a varios de sus antiguos colaboradores. A medida que el proyecto crece, también crece el debate: ¿sigue siendo una fundación filantrópica o se está transformando en un brazo privado de poder tecnocientífico?

De la filantropía a la estrategia corporativa: el nuevo ADN de la CZI

Desde su creación en 2015, la Iniciativa Chan Zuckerberg prometió erradicar todas las enfermedades en el curso de este siglo. Con una inversión multimillonaria, el proyecto aglutinó a científicos de renombre, centros de investigación y proyectos de datos abiertos. Sin embargo, en los últimos dos años, el giro estratégico ha sido radical.

El nuevo enfoque, anunciado en 2023, prioriza el uso de grandes modelos de inteligencia artificial y biología computacional, con menos participación de universidades externas y mayor énfasis en plataformas tecnológicas propias. “Es como si Google absorbiera una universidad médica entera”, expresó un investigador afiliado al proyecto que solicitó el anonimato por temor a represalias.

Iniciativa Chan Zuckerberg inteligencia artificial
Los nuevos laboratorios científicos de la Iniciativa Chan Zuckerberg reflejan una transformación radical: ciencia computacional de vanguardia, pero bajo un modelo de control de acceso, contratos de confidencialidad y estructuras más propias de una empresa tecnológica que de una red colaborativa.

Críticas de aliados clave y dudas sobre transparencia

Voces reconocidas del mundo científico han comenzado a alzar la voz. Dr. Eric Topol, fundador del Scripps Research Translational Institute, manifestó en entrevista con STAT News: Hay una diferencia entre hacer ciencia para el bien común y construir un imperio científico privado”. Topol advierte que la CZI “está cerrando la puerta a la colaboración genuina”.

También se han expresado preocupaciones desde el Broad Institute del MIT y Harvard, que en un comunicado reciente señaló que “el flujo de datos y conocimiento debe mantenerse abierto, más aún cuando involucra fondos de carácter filantrópico”.

La apuesta por los centros Biohub: autonomía bajo el microscopio

La piedra angular del nuevo enfoque son los Chan Zuckerberg Biohub, centros científicos con sedes en San Francisco, Chicago y Nueva York. Aunque se presentan como entornos de innovación abierta, investigadores denuncian que sus sistemas de gestión replican esquemas corporativos cerrados, con algoritmos propietarios, contratos de confidencialidad y control férreo de publicaciones.

Para Marietje Schaake, directora del Cyber Policy Center en Stanford, “la privatización silenciosa del conocimiento biomédico bajo el manto de la filantropía es uno de los dilemas éticos más complejos de la era digital”.

Un modelo híbrido: ¿ciencia del bien común o ingeniería del poder?

Zuckerberg ha defendido públicamente el giro: La ciencia necesita escala, velocidad y computación masiva. Nosotros podemos ofrecerlo”. Chan, por su parte, ha afirmado que “los Biohubs y la inteligencia artificial permitirán descubrimientos imposibles de lograr bajo esquemas tradicionales”.

Sin embargo, para Sheila Jasanoff, experta en Ciencia y Tecnología en la Universidad de Harvard, el problema no es la capacidad técnica, sino quién controla el conocimiento, cómo lo distribuye y bajo qué valores lo construye”.

Iniciativa Chan Zuckerberg inteligencia artificial
El cerebro humano, custodiado por redes de inteligencia artificial dentro de una arquitectura cerrada, se convierte en el símbolo de una nueva era científica donde el conocimiento ya no es libre, sino propiedad de quienes controlan los algoritmos y la infraestructura.

Ciencia disruptiva con control privado: el dilema ético del siglo XXI

El temor de muchos científicos no radica solo en el giro, sino en su potencial efecto dominó: si los modelos de CZI se replican en otras fundaciones o universidades, podríamos entrar en una era donde la ciencia se financia como código cerrado y se patenta antes de ser compartida.

El Comité Internacional de Bioética de la UNESCO ha llamado a evaluar este tipo de transiciones bajo estrictos marcos de ética global. Pero hasta ahora, ni la CZI ni las agencias regulatorias de EE.UU. han respondido de forma contundente.

¿Estamos frente a una nueva revolución científica o ante la colonización privada del conocimiento?

Más que una simple reorganización, el nuevo rumbo de la Iniciativa Chan Zuckerberg plantea preguntas profundas sobre el equilibrio entre tecnología, ciencia, ética y poder.

¿Puede una fundación tecnocientífica con objetivos nobles seguir siendo filantrópica cuando su arquitectura reproduce la lógica del control corporativo?

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