La actual crisis inmobiliaria en China, que ha dejado en picada a grandes promotores inmobiliarios como Country Garden y China Evergrande Group, parece a simple vista un problema interno que poco tiene que ver con el resto del mundo. Pero si uno profundiza en sus consecuencias, descubre conexiones inesperadas con la industria del turismo mundial.
Yang Zhiyong, Profesor de Marketing de la Universidad de Miami, señala que esta crisis, que ha llevado a pérdidas multimillonarias y a quiebras sorprendentes en el sector, tiene sus raíces en la excesiva dependencia fiscal de los gobiernos locales en los ingresos provenientes de la venta de tierras y propiedades. Esta relación ha empujado a una burbuja inmobiliaria que, al explotar, ha dejado en jaque no solo al sector, sino también al ahorro de muchas familias chinas que han invertido hasta el 70% de sus activos en bienes raíces. El gobierno chino, en un intento por frenar la especulación y controlar los precios, implementó regulaciones más estrictas, lo que resultó en una fuerte desaceleración del mercado inmobiliario.
Carambola en el turismo mundial
La caída en la venta de viviendas y la disminución en la demanda de materiales de construcción ha afectado directamente el empleo y el gasto del consumidor. Por otro lado, la disminución de los ingresos fiscales ha llevado a recortes salariales y de beneficios en diferentes provincias del país.
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Sin embargo, ¿cómo se conecta todo esto con el turismo mundial? En 2019, China ostentaba el título de ser el mayor turista del mundo, gastando más de 250 mil millones de dólares en viajes al extranjero. Pero tras la pandemia de COVID-19, sumada a la crisis inmobiliaria, ha impactado de lleno en el comportamiento turístico chino.
La proverbial cautela china
Con la inestabilidad del mercado inmobiliario y la inseguridad económica, muchos ciudadanos chinos están optando por la cautela, reduciendo sus gastos y, por ende, sus viajes internacionales. Esta actitud precautoria está impactando de forma directa en los destinos turísticos que solían recibir a estos turistas con los brazos abiertos, como Europa o Estados Unidos.
Diversos informes que manejan datos sobre el turismo mundial, como los emitidos por la Organización Mundial del Turismo, han señalado que la disminución en los viajes de turistas chinos al extranjero está afectando la economía de muchos países que dependen en gran medida del turismo. El profesor Yang sugiere que este fenómeno no solo responde a la crisis de salud mundial, sino que el temor económico vinculado a la crisis inmobiliaria china está desempeñando un papel crucial.
Como la burbuja de 2008, pero en China
Algunos historiadores, como Ling Wei, sugieren que China está experimentando un momento similar al que vivió Estados Unidos en 2008 con la crisis hipotecaria. En aquel momento, la economía estadounidense se replegó, afectando al turismo mundial y, por ende, al comercio de todo el orbe. En palabras de Wei: “La historia se repite, pero ahora es China quien enfrenta este reto”.
Por su parte, políticos y analistas internacionales advierten que la comunidad global debe estar preparada para enfrentar los efectos secundarios de la crisis inmobiliaria china. Si bien el fenómeno puede parecer lejano, la interconexión económica moderna nos recuerda que los problemas en una nación pueden tener efectos dominó en el resto del mundo.
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Problemas en todo el vecindario
La crisis inmobiliaria en China no solo está dejando huella en su economía interna, sino que también tiene ramificaciones en el turismo mundial. Las repercusiones económicas de un país pueden tener un impacto significativo en la economía global, demostrando una vez más cuán interconectado está nuestro mundo en el siglo XXI.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación la situación en China, no solo por la empatía hacia un país que atraviesa un período de turbulencia, sino también por las implicaciones directas que este contexto puede tener en las economías globales. Es imperativo que las naciones trabajen juntas en busca de soluciones y apoyos mutuos para mitigar los efectos de esta crisis. El caso de China subraya la importancia de diversificar las economías nacionales y de construir sistemas financieros resilientes que puedan resistir shocks internos y externos. En este escenario globalizado, la prosperidad de un país puede influir en el bienestar de muchos otros, reforzando la idea de que la colaboración y solidaridad internacionales no son solo deseables, sino esenciales para el progreso global.