China se esfuerza a toda costa por hacer de los Talibanes unos buenos amigos

Talibanes y China, una combinación inusual a primera vista, pero que en la actualidad parece estar tomando forma como una relación estratégica y pragmática. Tom Harper, Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de East London, ha titulado recientemente un material editorial como «Talibanes: por qué China los quiere como amigos y no como enemigos», señalando cómo la presencia talibán en la reunión de octubre en Beijing, para celebrar el décimo año de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), evidencia la intención de China de acercarse a ellos. Los talibanes, que han realizado pocas visitas al extranjero desde su regreso al poder en 2021, mostraron su interés en unirse a la BRI, lo que indica que ambos actores están buscando puntos de encuentro a pesar de sus diferencias ideológicas.

La relación entre China y los talibanes no puede entenderse sin tener en cuenta el contexto regional y la historia reciente de Afganistán. Tras la guerra afgana-soviética y la caída del gobierno de Najibullah en 1992, Afganistán se convirtió en un epicentro de radicalismo islámico, atrayendo a militantes de todo el mundo. En aquel momento, China brindó apoyo a los muyahidines, no sólo como estrategia contra la Unión Soviética, sino también buscando fortalecer sus lazos con Estados Unidos. Sin embargo, esta decisión tendría consecuencias no anticipadas, sentando las bases para los desafíos de seguridad que China enfrenta hoy en día, con el extremismo acechando cerca de sus fronteras.

Talibanes
La preocupación por el extremismo y el separatismo en esta región ha llevado a China a implementar políticas controvertidas. Ilustración MidJourney

Acercamiento a los Talibanes

Beijing está consciente de que la estabilidad en Afganistán es crucial para la seguridad de su propia región fronteriza, especialmente en Xinjiang, donde reside una significativa población de etnia uigur de confesión musulmana. La preocupación por el extremismo y el separatismo en esta región ha llevado a China a implementar políticas controvertidas, recibiendo críticas a nivel internacional por violaciones a los derechos humanos. En este contexto, acercarse a los talibanes se convierte en una estrategia pragmática para asegurar la estabilidad y prevenir que Afganistán se convierta en un refugio seguro para militantes uigures.

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Además, la Iniciativa de la Franja y la Ruta es un proyecto de gran envergadura para China, buscando mejorar las conexiones comerciales y la influencia económica en Asia y más allá. Afganistán se encuentra en una posición geográfica estratégica que podría facilitar estos objetivos. Por ello, integrar a Afganistán en la BRI no sólo tiene sentido desde una perspectiva económica, sino también desde una óptica de seguridad.

China y el mundo islámico

Este acercamiento entre China y los talibanes también debe ser entendido en el marco de las relaciones más amplias entre China y el mundo islámico. A pesar de sus sospechas tradicionales hacia la religión, Beijing ha intensificado sus vínculos con numerosos países de mayoría musulmana en los últimos años. La cooperación económica, inversiones y la diplomacia de vacunas durante la pandemia de COVID-19 han sido herramientas clave para fortalecer estos lazos.

Talibanes
Este acercamiento entre China y los talibanes también debe ser entendido en el marco de las relaciones más amplias entre China y el mundo islámico. Ilustración MidJourney

Sin embargo, esta relación no está exenta de desafíos. La ideología radical de los talibanes y su historial en materia de derechos humanos generan dudas sobre la sostenibilidad de una alianza a largo plazo. Además, la propia naturaleza del régimen talibán, su reconocimiento internacional limitado y la volatilidad de la situación interna en Afganistán presentan riesgos significativos para China.

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El pragmatismo de Beijing

China está haciendo un esfuerzo calculado para acercarse a los talibanes, buscando asegurar sus fronteras, proteger sus intereses económicos y aumentar su influencia en la región. A pesar de las diferencias ideológicas y los riesgos involucrados, Beijing parece estar dispuesto a explorar esta relación pragmática, en un claro ejemplo de diplomacia realista y flexible. La evolución de esta relación será crucial para entender el equilibrio de poder en Asia y el papel de China en el escenario internacional.

En este delicado equilibrio de poder y pragmatismo, el futuro de la relación entre China y los talibanes se vislumbra incierto, pero indudablemente influyente en la configuración política y económica de la región. Las decisiones y movimientos estratégicos de ambas partes continuarán siendo observados de cerca por la comunidad internacional, ya que de su éxito o fracaso dependerán no solo los destinos de China y Afganistán, sino también los de toda la región asiática.

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