Meta, la compañía matriz de gigantes tecnológicos como Facebook, WhatsApp e Instagram, ha decidido prohibir a los medios de comunicación estatales rusos como Russia Today (RT) en todas sus plataformas. Esta medida se enmarca en una serie de sanciones impuestas recientemente por Estados Unidos, que acusa a las empresas matrices de RT de ser extensiones de las operaciones de inteligencia de Moscú. En respuesta, RT ha prometido desafiar la prohibición y encontrar otras formas de difundir su contenido. La compañía rusa asegura que, aunque Meta cierre las puertas, ellos se colarán por las ventanas, dejando claro que no se rendirán ante las restricciones impuestas.
Niha Masih, reportera de The Washington Post con sede en Seúl, ha sido la autora de este reportaje que expone los últimos movimientos de Meta en la lucha contra lo que consideran interferencia extranjera. Masih, ganadora conjunta del premio Daniel Pearl 2022 de la Asociación de Periodismo del Sur de Asia, ha cubierto ampliamente temas de conflicto político y vigilancia digital, posicionándose como una voz autorizada en el análisis de estos fenómenos globales. Su reciente artículo titulado «Meta prohíbe el medio de comunicación estatal ruso RT por actos de ‘interferencia extranjera'» ofrece una mirada detallada a las decisiones de la compañía tecnológica y sus implicaciones en el ámbito internacional.
La prohibición de Meta
Meta, que en los últimos años ha enfrentado críticas por su manejo de la desinformación y la influencia política, declaró que la prohibición de RT y otros medios de comunicación estatales rusos forma parte de una estrategia más amplia para limitar las actividades de interferencia extranjera en sus plataformas. La decisión llega en un momento de creciente tensión entre Occidente y Rusia, en el que la guerra de Ucrania y los intentos de influir en procesos electorales en varios países han sido elementos centrales del conflicto. Para Meta, prohibir a RT es un paso necesario para proteger la integridad de la información que circula en sus redes y evitar que sus plataformas sean utilizadas como herramientas de propaganda.
Desde RT, la respuesta no se hizo esperar. Un portavoz del medio ruso expresó a The Washington Post que la medida de Meta es solo una continuación de las restricciones que ya enfrentaban en Europa desde hace dos años. «No se preocupen», declaró el portavoz, «donde cierran una puerta y luego una ventana, nuestros ‘partisanos’ encontrarán las grietas por las que colarse». Esta afirmación refleja la determinación de RT y otros medios rusos de seguir presentes en la esfera digital, a pesar de las prohibiciones y sanciones. En un ambiente de guerra informativa, el cierre de espacios no significa el fin de la batalla; al contrario, abre nuevos frentes de confrontación en el vasto y complejo campo de la comunicación digital.
Meta es ideológicamente selectiva
Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, calificó la decisión de Meta como «muy negativa» y acusó a la empresa de adoptar medidas selectivas contra los medios rusos, algo que considera inaceptable. Para Peskov, estas acciones solo complican las posibilidades de restablecer una relación normal con Meta. La postura del gobierno ruso no solo refleja una defensa del medio estatal, sino también una postura crítica hacia lo que perciben como una censura encubierta de voces disidentes en el ámbito internacional. Para Moscú, esta decisión es una muestra más de cómo las grandes plataformas tecnológicas occidentales se alinean con los intereses de sus gobiernos en un intento por controlar la narrativa global.
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El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, anunció recientemente las sanciones contra las empresas matrices de RT, Rossiya Segodnya y TV-Novosti, acusándolas de participar en operaciones de ciberinteligencia y de influencia encubiertas internacionales. Según Blinken, estas entidades no son solo propagandistas, sino que están activamente involucradas en actividades que buscan socavar elecciones y democracias extranjeras, funcionando como un brazo del aparato de inteligencia ruso. Las declaraciones del secretario de Estado refuerzan la percepción de RT y medios similares no solo como medios de comunicación, sino como actores estratégicos en una guerra no convencional que se libra a través de las redes sociales y los medios digitales.
YouTube y TikTok pegaron primero
En su declaración oficial, Meta subrayó que la prohibición de RT y otros medios rusos es parte de una respuesta continuada a las amenazas de interferencia extranjera. «Después de una cuidadosa consideración, ampliamos nuestra aplicación continua contra los medios de comunicación estatales rusos», explicó Meta en su comunicado, destacando que estas entidades ahora están prohibidas en todas sus plataformas a nivel mundial. Esta decisión no es aislada; ya en 2022, Meta había restringido el acceso a RT y Sputnik dentro de la Unión Europea, una medida similar a las que adoptaron YouTube y TikTok en respuesta a solicitudes de gobiernos europeos preocupados por la influencia rusa en sus procesos internos.
Las implicaciones de estas decisiones son vastas y van más allá del simple bloqueo de una cuenta. Para RT, estas restricciones representan un desafío significativo, ya que las plataformas de Meta han sido canales clave para difundir su contenido a nivel global. Sin embargo, la compañía rusa no se muestra dispuesta a ceder terreno y buscará nuevas vías para mantener su presencia en el panorama digital. Los medios rusos estatales han demostrado una notable capacidad para adaptarse a las restricciones impuestas, desarrollando estrategias alternativas para continuar con su labor informativa, o en muchos casos, de desinformación, según sus críticos.
Tecnología y geopolítica
El conflicto entre Meta y los medios de comunicación rusos es una muestra clara de cómo la tecnología y la geopolítica se entrelazan en el siglo XXI. Las plataformas digitales, que inicialmente se concebían como espacios abiertos y democráticos para la libre expresión, se han convertido en campos de batalla donde se juega mucho más que la libertad de expresión. Las decisiones de compañías como Meta no solo afectan la información a la que millones de usuarios tienen acceso, sino que también influyen directamente en las dinámicas de poder global. En este escenario, la información se convierte en una herramienta de influencia y control, y cada decisión editorial o técnica se traduce en una declaración política.
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El futuro de la relación entre Meta y los medios rusos sigue siendo incierto, pero lo que está claro es que esta es una guerra que va más allá de las pantallas. Con cada puerta que Meta cierra, se abren nuevas ventanas para la confrontación y la reinvención. Mientras tanto, tanto Meta como RT y otros actores en este escenario seguirán luchando por el control de la narrativa, en un mundo donde la verdad se vuelve cada vez más difícil de definir y los espacios digitales se convierten en trincheras de un conflicto sin fin.