La posibilidad de que miles de millones de dólares ayuden a la reconciliación entre Washington y Moscú ha comenzado a tomar forma en el discurso político y económico de ambas potencias. Con la guerra en Ucrania aún en curso y las sanciones internacionales asfixiando la economía rusa, el Kremlin ha lanzado una ofensiva diplomática y comercial para convencer a la administración Trump de que un acuerdo de paz abriría las puertas a lucrativos negocios para las empresas estadounidenses. La administración Trump, conocida por su enfoque transaccional en la política exterior, ha recibido con interés esta propuesta, lo que genera expectativas de un posible giro en las relaciones bilaterales.
Este análisis se basa en el reportaje de Antón Troianovski}, jefe de la oficina de Moscú del New York Times , quien recientemente publicó el artículo titulado: “Mensaje del Kremlin a Trump: en Rusia se puede ganar dinero”. Troianovski, un periodista especializado en política y economía rusa, ha revelado cómo altos funcionarios del Kremlin han desplegado una estrategia para seducir a la administración Trump con la promesa de jugosos beneficios económicos. Sus reportajes han arrojado luz sobre el opaco mundo de la diplomacia rusa y la manera en que Moscú busca explotar la visión mercantilista de Trump para ganar terreno en el tablero geopolítico.
Reconciliación entre Washington y Moscú
La reconciliación entre Washington y Moscú no se plantea como una cuestión ideológica, sino como una oportunidad económica. En reuniones recientes en Riad, Arabia Saudita, Kirill Dmitriev, director del fondo soberano de riqueza de Rusia y cercano al presidente Putin, presentó cifras “interesantes” sobre las pérdidas que han sufrido las empresas estadounidenses tras retirarse del mercado ruso. Según Dmitriev, estas pérdidas ascienden a 324.000 millones de dólares, una suma que, en tiempos de incertidumbre económica global, resulta difícil de ignorar. Trump, quien ha mostrado poco interés en los valores democráticos tradicionales y mucho en las transacciones económicas, ha visto en esta situación una oportunidad para negociar el regreso de las compañías estadounidenses a Rusia bajo términos ventajosos.

El mensaje del Kremlin a Trump ha sido claro: la paz en Ucrania significaría un desbloqueo del potencial económico entre Estados Unidos y Rusia. Putin ha elogiado la falta de condena de la administración Trump hacia su gobierno y ha insinuado que ambos países pueden encontrar un punto de convergencia en áreas como la energía, el comercio y la cooperación espacial. Este discurso, aunque en apariencia conciliador, ha despertado recelos en Europa y Ucrania, donde crece el temor de que un eventual acuerdo de paz se negocie en términos favorables para Moscú, consolidando los avances territoriales logrados por Rusia desde la invasión de 2022.
Ganados a la flexibilización
Mientras la Casa Blanca evalúa sus opciones, la reconciliación entre Washington y Moscú se ha convertido en un tema de intenso debate dentro del establishment estadounidense. Algunos sectores dentro del Congreso, particularmente entre los republicanos más alineados con Trump, han comenzado a sugerir que las sanciones contra Rusia podrían ser flexibilizadas si Putin accede a un cese al fuego. No obstante, los demócratas y los aliados tradicionales de Estados Unidos en Europa insisten en que cualquier negociación debe partir del principio de restaurar la soberanía territorial de Ucrania.
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Para el Kremlin, el desafío radica en convencer a Trump de que un restablecimiento de las relaciones beneficiaría a su legado presidencial. Dmitriev, conocido por sus habilidades para negociar en los mercados globales, ha enfatizado que las empresas estadounidenses ya se han beneficiado anteriormente del sector energético ruso y que un nuevo pacto económico permitiría recuperar los negocios perdidos. Durante las reuniones en Riad, se destacó que las principales pérdidas han ocurrido en sectores estratégicos como tecnología, medios de comunicación y consumo masivo.
Y siempre es Trump siendo Trump
La postura de Trump ha sido ambigua. Mientras ha evitado condenar abiertamente a Rusia por la invasión de Ucrania, también ha utilizado la guerra como un argumento para exigir más concesiones de sus aliados europeos. En conversaciones con Ucrania, se ha insinuado que el país debería ofrecer parte de su riqueza mineral a un cambio de apoyo militar y financiero. Esto ha generado tensiones con Kiev, donde la administración de Zelensky ve con preocupación que Estados Unidos pueda utilizar su influencia para forzar un acuerdo en términos favorables a Moscú.
La posibilidad de una reconciliación entre Washington y Moscú también ha despertado el interés de inversores y empresarios estadounidenses que ven en Rusia un mercado aún viable, a pesar de las sanciones. Las grandes compañías energéticas, que habitualmente han mantenido fuertes lazos con Moscú, evalúan las señales políticas para determinar si es factible un regreso al país euroasiático. Mientras tanto, los aliados europeos han expresado su inquietud de que un posible acuerdo entre Rusia y Estados Unidos los deje al margen de las negociaciones, debilitando la unidad occidental frente a la agresión rusa.

Los polos apuestos se atraen
El pragmatismo de Trump podría jugar un papel clave en el diseño de esta historia. Si bien su administración ha mostrado interés en explorar opciones para normalizar las relaciones con Rusia, sigue existiendo la incógnita sobre hasta qué punto Putin estaría dispuesto a hacer concesiones. Dmitriev ha sugerido que el levantamiento de sanciones podría ser un primer paso, pero en Washington algunos sectores consideran que esto equivaldría a darle un cheque en blanco a Moscú sin obtener garantías reales de paz en Ucrania.
Mientras las negociaciones se desarrollan en los pasillos del poder, la reconciliación entre Washington y Moscú sigue siendo un tema de especulación e incertidumbre. Con una posible candidatura de Trump en las elecciones de 2024, el Kremlin parece estar apostando a que un regreso del magnate a la Casa Blanca facilite un acercamiento entre ambas potencias. La gran pregunta es si este acercamiento será sostenible o si, como en el pasado, terminará siendo una ilusión diplomática que nunca se concretará en la realidad.
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El gran negociador ganaría
La historia de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia ha estado marcada por ciclos de enfrentamiento y distensión. Sin embargo, en esta ocasión, la variable económica ha adquirido un peso determinante en la ecuación que podría derivar en la reconciliación entre Washington y Moscú. Trump, conocido por su énfasis en las transacciones más que en la estrategia geopolítica tradicional, podría ver en esta situación una oportunidad para consolidar su imagen de negociador. Lo que está en juego no es solo la economía global, sino el futuro del equilibrio de poder en Europa del Este y más allá.
En este contexto, la administración estadounidense se enfrenta a una decisión crucial: ¿priorizará las oportunidades económicas que ofrece Moscú o mantendrá la línea dura de sanciones y presión diplomática? Los próximos meses serán clave para determinar si la oferta rusa logra abrir una nueva etapa en las relaciones bilaterales o si la historia se repetirá con un nuevo episodio de confrontación entre ambas potencias.