Brasil, bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, parece estar desplegando una estrategia de política exterior que incluye planes secretos contra Venezuela. La reciente decisión de vetar la entrada de Venezuela al bloque BRICS+ ha encendido alarmas en América Latina y en el resto del mundo. La «ruptura de confianza» es la excusa oficial ofrecida por Celso Amorim, Asesor Especial Internacional de la Presidencia, para justificar esta postura. Sin embargo, detrás de esta frase diplomática podrían ocultarse menos intenciones transparentes, que apuntan a una creciente presión de Estados Unidos sobre Brasil para mantener a Venezuela fuera del juego global.
Según el periodista Beto Almeida, director de Telesur y TV Comunitária de Brasilia, y miembro de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, esta maniobra brasileña no es casual. En su reciente artículo: «El veto de Brasil a Venezuela y las verdaderas razones de la diplomacia del castigo», publicado en el portal de TeleSur, Almeida desvela una serie de hechos que sugieren que el veto brasileño responde más a intereses geopolíticos que a una genuina preocupación por la «confianza» en el gobierno venezolano. Almeida, con vasta experiencia en política internacional, señala que el gobierno de Lula parece haber sucumbido a las presiones de Washington, siguiendo una agenda que, en última instancia, favorece los intereses de Estados Unidos en la región.
Planes secretos contra Venezuela
A pesar de que hace apenas unos meses el presidente Lula se mostró favorable a la inclusión de Venezuela en los BRICS, su reciente cambio de postura ha dejado a muchos analistas perplejos. Almeida afirma que los «planes secretos contra Venezuela» están orientados a aislar a este país, que posee las mayores reservas de petróleo del mundo, de las alianzas estratégicas con potencias como China, Rusia e Irán. Este movimiento, según el periodista, obedece a la presión que ejerce Estados Unidos para impedir que Venezuela siga fortaleciendo sus vínculos con el Sur Global, un bloque que busca romper con la hegemonía estadounidense en el escenario mundial.

La narrativa de la «ruptura de confianza» que propone el gobierno brasileño se desmorona cuando se compara la política de Brasil hacia otros países. Arabia Saudita, por ejemplo, con un régimen acusado de graves violaciones de derechos humanos y de no apoyar suficientemente la causa palestina, ha sido aceptada por Brasil sin reservas en los BRICS. Lo mismo ocurre con Turquía, cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, fue acusado de haber dado un golpe de Estado preventivo, pero cuya entrada en el bloque tampoco fue cuestionada por Itamary. ¿Por qué entonces Venezuela, un país que ha mantenido relaciones cercanas con Brasil durante años, se encuentra en el ojo del huracán?
Quieren invadir Venezuela
Los planes secretos contra Venezuela se vuelven aún más evidentes cuando recordamos el contexto de las sanciones económicas y políticas que ha enfrentado el país caribeño. Desde los intentos de golpe de Estado hasta las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, Venezuela ha sido objeto de una campaña internacional para debilitar su gobierno. En este contexto, el veto de Brasil parece alinearse con esa misma estrategia. Almeida recuerda cómo, durante la crisis sanitaria en el estado de Amazonas, Venezuela envió toneladas de oxígeno para salvar vidas brasileñas, un gesto de solidaridad que no evitó que Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, planeara una invasión a Venezuela.
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Celso Amorim, al justificar la decisión de Brasil, ha evitado mencionar las verdaderas razones detrás de este veto. La realidad es que el gobierno brasileño, al igual que muchos otros en la región, se encuentra en una encrucijada: equilibrar sus relaciones con potencias emergentes como China y Rusia, mientras enfrenta la presión constante de Estados Unidos. Este dilema parece haber llevado a Brasil a adoptar una política de «diplomacia del castigo», en la que los países que mantienen una postura crítica frente a Washington, como Venezuela y Nicaragua, son castigados con el aislamiento en foros internacionales.
La balanza energética
El veto de Brasil a la entrada de Venezuela en los BRICS también tiene implicaciones para la política energética mundial. Como señala Almeida, Venezuela es un actor clave en el mercado global de petróleo, y su inclusión en los BRICS fortalecería al bloque en términos de control sobre los recursos energéticos. Esto es precisamente lo que teme Estados Unidos. La posibilidad de que Venezuela, en coordinación con Rusia y otros países del Sur Global, pueda desafiar la hegemonía energética de Occidente es una de las razones principales detrás de los planes secretos contra Venezuela. En este sentido, el veto brasileño actúa como una barrera para impedir que Venezuela juegue un papel más importante en la configuración del nuevo orden mundial.
La postura de Brasil también se contradice con los principios que han guiado habitualmente su política exterior. La Constitución brasileña establece claramente el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la no injerencia en los asuntos internos de otros países. Sin embargo, al vetar a Venezuela, el gobierno de Lula está violando estos principios, alineándose con los intereses de Washington en lugar de defender la integración regional y la soberanía de los países latinoamericanos. Para muchos analistas, este veto es una señal de que Brasil está dispuesto a sacrificar su independencia en política exterior para mantener relaciones estrechas con Estados Unidos.

Itamary favorece el secuestro de Caracas
Los planes secretos contra Venezuela no solo buscan excluir al país de importantes alianzas internacionales, sino también debilitar su posición como potencia energética. Estados Unidos ha dejado claro, a través de figuras como la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur del Ejército estadounidense, que Venezuela y sus recursos son de interés estratégico. Richardson ha hablado abiertamente sobre las vastas reservas de petróleo, oro y cobre de Venezuela, así como su importancia geopolítica en la región. Estas declaraciones dejan entrever que el veto de Brasil no es más que una pieza en el rompecabezas de la política de contención que Estados Unidos ha desplegado contra Venezuela.
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En definitiva, el veto de Brasil a Venezuela en los BRICS revela mucho más de lo que sugieren las declaraciones oficiales. Detrás de la «ruptura de confianza» mencionada por Celso Amorim se esconden los verdaderos motivos de una política de aislamiento y castigo que sigue las directrices de Washington. Los planes secretos contra Venezuela son una realidad que, si bien disfrazada de diplomacia, tiene implicaciones profundas para la región y para el futuro del orden mundial. Brasil, al torpedear el acceso de Venezuela al BRICS, se ha alineado con fuerzas que buscan mantener el statu quo en América Latina, impidiendo que el Sur Global fortalezca su posición en el escenario internacional.