EE.UU. tiene formas de evitar ser arrastrado por Israel a una guerra contra Irán

En medio de la creciente tensión en Oriente Medio, Estados Unidos se encuentra en una posición delicada. El gobierno de Joe Biden enfrenta la posibilidad de que Israel, su principal aliado en la región, tome acciones militares contra Irán, lo que podría escalar rápidamente en un conflicto de grandes proporciones. Sin embargo, Estados Unidos cuenta con herramientas diplomáticas y estratégicas para evitar ser arrastrado por Israel a una guerra contra Irán, una perspectiva que podría tener repercusiones desastrosas tanto para la estabilidad regional como para los intereses estadounidenses. La clave está en manejar cuidadosamente la relación con su aliado israelí y utilizar precedentes históricos que permitan evitar un conflicto directo.

El análisis de esta situación ha sido profundamente explorado por Albert B. Wolf, investigador global en la Universidad Habib y colaborador frecuente del espacio de opinión en el portal estadounidense The Hill. En un artículo titulado “El mito del enredo: Estados Unidos tiene opciones para mantenerse al margen de un conflicto entre Israel e Irán”, Wolf señala que las autoridades en Washington temen que las represalias israelíes contra Irán puedan arrastrar a Estados Unidos a una guerra cada vez más amplia en la región. Sin embargo, sostiene que este temor, aunque comprensible, está sobrestimado. Existen ejemplos históricos que demuestran cómo Estados Unidos ha logrado mantener su distancia de los conflictos de sus aliados, incluso cuando esos conflictos parecían inevitables.

EE.UU. puede evitar ser arrastrado por Israel

Para evitar ser arrastrado por Israel a una guerra contra Irán, la administración Biden puede apoyarse en estrategias que han sido efectivas en el pasado. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos supo cómo explotar las lagunas en los contratos de alianza con naciones como Taiwán y Corea del Sur, lo que le permitió evitar una guerra directa con China. En el caso de Israel, el compromiso estadounidense no es tan rígido como el Artículo 5 de la OTAN, lo que le da margen para maniobrar en caso de que Israel decida actuar por su cuenta. Además, Biden ha dejado claro que Estados Unidos no apoyaría un ataque israelí a las instalaciones nucleares iraníes, lo que marca una línea de separación importante.

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos supo cómo explotar las lagunas en los contratos de alianza con naciones como Taiwán y Corea del Sur, lo que le permitió evitar una guerra directa con China. Ilustración MidJourney

El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha dejado en claro que Israel considera un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iraníes como una opción sobre la mesa, afirmando que “nuestro ataque será poderoso, preciso y, sobre todo, sorprendente”. Estas declaraciones reflejan el deseo de Israel de tomar la iniciativa, pero también evidencian los riesgos que esto conlleva para la región y para Estados Unidos. De acuerdo con David Satterfield, ex enviado para Oriente Medio, las represalias de Israel sin el apoyo de Estados Unidos podrían ser limitadas, lo que llevaría a que Israel dependa aún más de la intervención norteamericana si la situación se sale de control.

Sancionar a Israel está sobre la mesa

Sin embargo, el gobierno de Biden tiene otras herramientas a su disposición para evitar ser arrastrado por Israel a una guerra contra Irán. Una de estas es la capacidad de influir en Israel mediante sanciones económicas y la negación de asistencia militar. No sería la primera vez que Estados Unidos recurre a estas tácticas. Durante la crisis de Suez en 1957, el presidente Eisenhower amenazó con retener 100 millones de dólares en ayuda a Israel si no se retiraba del Sinaí. En menos de un mes, Israel cumplió con las demandas estadounidenses, lo que demuestra que este tipo de medidas pueden ser efectivas para controlar las acciones de Israel sin tener que recurrir a la confrontación directa.

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En el contexto actual, el distanciamiento de Estados Unidos de Israel también podría tener un impacto significativo en la toma de decisiones de Jerusalén. Si bien Israel ha demostrado su capacidad de actuar de manera independiente en el pasado, como ocurrió con los ataques a los reactores nucleares de Irak en 1981 y Siria en 2007, la situación con Irán es mucho más compleja. Las instalaciones nucleares iraníes están profundamente enterradas, lo que las hace mucho más difíciles de destruir con ataques aéreos convencionales. Además, la defensa aérea iraní ha mejorado considerablemente en las últimas décadas, lo que incrementa el riesgo de represalias en caso de un ataque preventivo israelí.

Distanciarse de un aliado “imprudente”

Otro aspecto importante es el posible impacto que un conflicto entre Israel e Irán tendría sobre los aliados de Estados Unidos en el Golfo Pérsico. Si bien algunos críticos podrían argumentar que abandonar a Israel en un momento de crisis dañaría la credibilidad de Estados Unidos ante sus otros aliados, Wolf argumenta que, en algunos casos, distanciarse de un aliado imprudente puede ser bien recibido. Los aliados del Golfo Pérsico, por ejemplo, podrían ver con buenos ojos una postura más cautelosa por parte de Estados Unidos si esto les ayuda a evitar un contraataque iraní.

El gobierno de Biden tiene otras herramientas a su disposición para evitar ser arrastrado por Israel a una guerra contra Irán. Una de estas es la capacidad de influir en Israel mediante sanciones económicas y la negación de asistencia militar. Ilustración MidJourney.

Para evitar ser arrastrado por Israel a una guerra contra Irán, Estados Unidos podría también tender la mano a Irán mediante intermediarios como Omán, un país que ha servido de puente diplomático en el pasado. Esto podría incluir advertencias claras de que los ataques contra tropas o instalaciones estadounidenses no serán tolerados, al mismo tiempo que subrayan que Estados Unidos no coordinará sus operaciones militares con Israel. Este tipo de distanciamiento podría ser clave para mantener a Estados Unidos fuera de un conflicto que podría resultar devastador tanto para sus intereses como para la región en su conjunto.

El ejemplo de Ronald Regan

Finalmente, en caso de que Israel decida seguir adelante con un ataque contra Irán, la administración Biden podría imitar la respuesta que dio Ronald Reagan tras el ataque israelí al reactor nuclear de Osirak en Irak en 1981. En ese momento, Reagan instruyó a su embajadora en las Naciones Unidas, Jeanne Kirkpatrick, para que se reuniera con su homólogo iraquí y redactara una resolución del Consejo de Seguridad que condenara el ataque. Esta postura ayudó a desmarcar a Estados Unidos de las acciones israelíes, al tiempo que preservaba su credibilidad internacional.

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El temor de que Estados Unidos sea arrastrado a una guerra por las acciones de Israel no es infundado, pero como Wolf señala, las grandes potencias como Estados Unidos han logrado evitar este tipo de enredos en el pasado. Mediante una combinación de diplomacia firme, sanciones económicas y la explotación de las lagunas en los compromisos de alianza, la administración Biden tiene las herramientas necesarias para evitar que el conflicto entre Israel e Irán se convierta en un problema estadounidense. La clave estará en utilizar estas herramientas con cuidado y evitar las provocaciones que podrían escalar la situación fuera de control.

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