“Si en EE.UU. no apoyamos la diplomacia tendremos que comprar más municiones”

En una era definida por desafíos transnacionales sin precedentes, desde crisis climáticas hasta pandemias globales, la premisa de que la diplomacia debe ser el pilar de la política exterior estadounidense nunca ha sido más pertinente. La declaración del Embajador Stuart Holliday, reflejada en su contribución a The Hill titulada: “La próxima fase de la diplomacia de Estados Unidos requiere más que un diplomático promedio”, resume con elocuencia esta urgencia. Holliday, con su amplia experiencia como embajador de Estados Unidos para asuntos políticos especiales ante las Naciones Unidas y su liderazgo actual en el Meridian International Center, nos adentra en la evolución y la importancia de reforzar la diplomacia en tiempos donde el coste de no hacerlo podría ser irremediablemente alto.

Este reportaje, escrito por un colaborador de The Hill, se apoya en las perspectivas de Holliday para argumentar un punto crucial: la diplomacia no es solo una herramienta de la política exterior, sino una inversión en la paz y la seguridad globales. Según él, nos encontramos en la “tercera fase de la diplomacia”, un concepto que él denomina diplomacia abierta. Este nuevo paradigma exige más que habilidades diplomáticas convencionales; requiere de un enfoque colaborativo que incluya a diversos actores a nivel global.

Diplomacia abierta

Desde la diplomacia de la era de los estados nación y la competencia entre grandes potencias en Europa del siglo XIX, pasando por la creación de instituciones multilaterales lideradas por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, hasta la actualidad, la diplomacia ha evolucionado de negociaciones cerradas a escenarios donde la colaboración entre países, el sector privado, actores subnacionales, y expertos en diversas materias es vital. Esta evolución, argumenta Holliday, refleja un reconocimiento de que ningún país, por poderoso que sea, puede enfrentar solo los desafíos globales actuales.

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Este reportaje, escrito por un colaborador de The Hill, se apoya en las perspectivas de Holliday para argumentar un punto crucial: la diplomacia no es solo una herramienta de la política exterior, sino una inversión en la paz y la seguridad globales. Ilustración MidJourney

El contexto actual demanda un replanteamiento de cómo Estados Unidos aborda su política exterior. La cita del exsecretario de Defensa James Mattis que Holliday evoca, “si no apoyamos la diplomacia tendremos que comprar más municiones”, resuena con urgencia en un momento en que las tensiones internacionales se intensifican y los retos globales, como el cambio climático y las pandemias, no respetan fronteras. La diplomacia abierta propuesta por Holliday implica un enfoque más inclusivo y distribuido, reconociendo el papel crucial de nuevos actores y sectores en la construcción de un mundo más seguro y justo.

Todos somos embajadores

La iniciativa de diplomacia abierta de Holliday sugiere un cambio significativo en la forma en que Estados Unidos interactúa con el mundo. A diferencia de la diplomacia tradicional, centrada en embajadores y tratados, este nuevo enfoque busca empoderar a una variedad de voces, incluyendo líderes culturales, empresarios, científicos, y hasta ciudadanos comunes, reconociendo su capacidad para contribuir a los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos. Esta diversificación de la diplomacia no solo es una respuesta a la complejidad de los desafíos actuales, sino también una estrategia para fortalecer la posición de liderazgo de Estados Unidos en el escenario global.

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Sin embargo, este cambio hacia una diplomacia más abierta y colaborativa enfrenta obstáculos significativos. La polarización política, el auge del nacionalismo y del proteccionismo, y la falta de continuidad en la política exterior estadounidense son solo algunos de los desafíos mencionados por Holliday. Estos factores, combinados con un entorno internacional cada vez más complejo y volátil, exigen un compromiso renovado con la diplomacia como medio fundamental para avanzar los intereses de Estados Unidos y promover la paz global.

Recursos para el Departamento de Estado

Para navegar este nuevo paisaje diplomático, Estados Unidos debe, según Holliday, dotar de recursos suficientes a su Departamento de Estado y a su infraestructura diplomática. Esto no solo incluye inversiones financieras, sino también el desarrollo de habilidades y capacidades que permitan a los diplomáticos estadounidenses y a sus colaboradores internacionales actuar efectivamente a nivel global. La visión de Holliday es clara: una diplomacia abierta y multifacética es indispensable para abordar los problemas del siglo XXI. Este enfoque no solo ayudaría a preservar la influencia y el liderazgo de Estados Unidos en el mundo, sino que también crearía un efecto multiplicador de fuerza para sus iniciativas diplomáticas, aumentando su capacidad para fomentar la paz, la seguridad y la prosperidad global.

La idea de que la diplomacia puede y debe evolucionar para incluir una gama más amplia de actores y sectores refleja una comprensión profunda de la naturaleza interconectada del mundo moderno. En este contexto, el papel de los diplomáticos se expande para incluir la facilitación de redes y alianzas entre diversos grupos de interés, lo que puede llevar a soluciones más innovadoras y sostenibles para los desafíos globales. Esta nueva fase de diplomacia abierta reconoce la importancia de construir coaliciones y redes capaces de movilizar recursos, conocimientos y apoyo en una escala sin precedentes.

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Para navegar este nuevo paisaje diplomático, Estados Unidos debe, según Holliday, dotar de recursos suficientes a su Departamento de Estado y a su infraestructura diplomática. Esto no solo incluye inversiones financieras, sino también el desarrollo de habilidades y capacidades que permitan a los diplomáticos estadounidenses y a sus colaboradores internacionales actuar efectivamente a nivel global. Ilustración MidJourney.

Principios de internacionalismo

Además, Holliday subraya la necesidad de un compromiso continuo y sostenido con los principios de internacionalismo que han guiado la política exterior de Estados Unidos. Este enfoque no es simplemente una elección entre el aislacionismo y el globalismo, sino un reconocimiento de que el liderazgo estadounidense, basado en valores compartidos y en la promoción de la libertad, la democracia y el respeto por los derechos humanos, es fundamental para afrontar los desafíos transnacionales. El respeto por estos principios, junto con el compromiso de trabajar colaborativamente con socios internacionales, es esencial para mantener la seguridad y el bienestar de Estados Unidos y del mundo en general.

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La transición hacia una diplomacia abierta también implica un reconocimiento de los límites de la fuerza militar y la coerción en la resolución de conflictos internacionales. En este sentido, el llamado a apoyar la diplomacia sobre la adquisición de municiones no es solo un principio ético, sino también una estrategia pragmática para prevenir conflictos y fomentar un entorno global más estable y pacífico. Esto es particularmente relevante en un momento en que los conflictos armados tienen el potencial de escalar rápidamente, con consecuencias devastadoras para la humanidad y el planeta.

Adaptarse, innovar y colaborar

Finalmente, el impulso hacia una diplomacia más inclusiva y abierta representa un desafío y una oportunidad para Estados Unidos. En un mundo cada vez más complejo y cambiante, la capacidad de adaptarse, innovar y colaborar será clave para el éxito de la política exterior estadounidense. El liderazgo de Estados Unidos en el siglo XXI dependerá no solo de su poderío militar y económico, sino también de su habilidad para liderar con el ejemplo, promoviendo la cooperación internacional y el entendimiento mutuo.

En conclusión, el mensaje del Embajador Stuart Holliday es claro: apoyar la diplomacia es fundamental para preservar la paz, la seguridad y la prosperidad en un mundo interconectado. La transición hacia una diplomacia abierta y colaborativa no solo es una necesidad estratégica, sino también una oportunidad para Estados Unidos de reafirmar su liderazgo global, basado en el respeto, la cooperación y el compromiso compartido con un futuro más seguro y próspero para todos. La elección entre diplomacia y municiones no es meramente retórica; es una decisión crítica que define el camino a seguir en la política exterior estadounidense.

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