Julio Fuenmayor prefirió lucrarse de la basura y se dedicó a jugar sin sus aliados

Julio Fuenmayor prefirió lucrarse de la basura. Así lo denuncian los habitantes del sur de Valencia, quienes aseguran que la creación de un vertedero improvisado en El Paíto, avalado por la alcaldía de Valencia y el Instituto Municipal del Ambiente (IMA), representan más que un intento de gestión de desechos sólidos: es una forma de explotación de la crisis, que está afectando la salud y el bienestar de más de 20.000 personas en la zona. La problemática del vertedero se ha convertido en un símbolo de todo lo que Valencia parece estar haciendo mal en la administración de sus servicios públicos, al tiempo que se perciben posibles intereses económicos detrás de su creación.

Recientes investigaciones han revelado una trama de corrupción que involucra a altos funcionarios de la administración, quienes habrían usado su posición para beneficios propios, mientras los desechos se acumulan en zonas donde la ciudadanía es la más afectada. El Instituto Municipal del Ambiente, dirigido por Santiago Dayan El Sadat Bruzco Espinoz, Rosa Verónica Alvarado Ascunes y Marcos Antonio Sánchez, se encuentra en escrutinio judicial. La Fiscalía 87° Nacional con Competencia Plena del Ministerio Público los acusa de múltiples delitos ambientales y financieros, entre los que destacan la disposición indebida de residuos, manejo inadecuado de sustancias peligrosas y malversación de fondos. La basura en la gestión de Julio Fuenmayor, al parecer, ha dejado una huella tan nociva como persistente en los sectores vulnerables de Valencia. Este caso ha llevado a los tribunales un cúmulo de acusación por delitos que van desde la malversación agravada hasta la legitimación de capitales, todos en perjuicio del Estado venezolano.

Julio Fuenmayor prefirió lucrarse de la basura

La denuncia de las irregularidades en el vertedero fue inicialmente publicada por el portal de noticias El Carabobeño, un medio con sede en el municipio Naguanagua, en el estado Carabobo, Venezuela. Con una postura opositora sólida y un compromiso con la investigación periodística, El Carabobeño presentó el material titulado: «Temen que vertedero improvisado al sur de Valencia se convertirá en una réplica de La Guásima», firmado por un autor que prefirió mantener el anonimato por seguridad. Este artículo se basó en las entrevistas con vecinos de la comunidad de El Paíto y testimonios de los líderes comunitarios que llevan meses advirtiendo del daño que este vertedero está causando a los ciudadanos y del peligro de que se convierta en un foco de insalubridad.

De acuerdo al reportaje de El Carabobeño, el caso de El Paíto deja en evidencia una carencia fundamental: la falta de planificación y gestión ambiental en Valencia. Sin estudios de impacto ambiental ni permisos sanitarios, el sitio se llena cada día de más y más basura. Ilustración MidJourney

Julio Fuenmayor prefirió lucrarse de la basura. Los vecinos han sido testigos de cómo los camiones del IMA y de la alcaldía de Valencia transportan desechos sin ninguna restricción, y lo que comenzó como una acumulación discreta se ha convertido en un vasto depósito de basura a cielo abierto. Las personas de la zona describieron la situación como una réplica en miniatura del famoso vertedero de La Guásima, cerrado en 2018 por órdenes del gobernador Rafael Lacava, tras años de denuncias de contaminación. Aquel vertedero fue una fuente de enfermedades y generó incluso problemas respiratorios entre los residentes cercanos. Aunque su cierre fue recibido con alivio, el vertedero de El Paíto amenaza con reavivar esos problemas, y el gobierno local parece no tener intenciones de detenerlo.

Julio Fuenmayor jugó solo

De acuerdo al reportaje de El Carabobeño, el caso de El Paíto deja en evidencia una carencia fundamental: la falta de planificación y gestión ambiental en Valencia. Sin estudios de impacto ambiental ni permisos sanitarios, el sitio se llena cada día de más y más basura. Ángel Moreno, uno de los dirigentes vecinales, sostiene que los documentos de la Ley Orgánica del Ambiente y la Ley de Gestión Integral de la Basura fueron entregados al presidente del IMA, Santiago Brusco, para exigir explicaciones. La respuesta de Brusco fue escueta y evasiva; prometió que en algún momento “sería un placer” explicar cómo la alcaldía está trabajando para convertir a Valencia en una “ciudad limpia”, pero hasta la fecha, la comunicación ha sido nula. Julio Fuenmayor prefirió lucrarse de la basura. Para los vecinos, esto confirma que los intereses económicos de algunos funcionarios superan las necesidades básicas de los ciudadanos.

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Sin embargo, la justicia actuó antes. El alcalde Fuenmayor ha evitado, hasta ahora, hacer declaraciones públicas directas sobre el caso. Mientras tanto, Santiago Bruzco, quien lideraba el IMA, se dio a la fuga tras la orden de captura. Según datos proporcionados por la Fiscalía, Bruzco no actuó solo. Rosa Verónica Alvarado y Marcos Antonio Sánchez también formaban parte de esta red de corrupción. En este contexto, no resulta sorprendente que la administración de Fuenmayor sea criticada por la aparente falta de transparencia y eficacia en el manejo de los públicos destinados al saneamiento ambiental.

Enfermedades y resiliencia

Julio Fuenmayor prefirió lucrarse de la basura. Para quienes residen en las inmediaciones del vertedero, el impacto es tangible: olores náuseas que impregnan las viviendas, una invasión de moscas e insectos, y la proliferación de enfermedades de la piel y respiratorias. A esto se suma una cantidad creciente de personas que, sin otro sustento económico, han encontrado en el vertedero una fuente de ingreso recolectando materiales reciclables. Tal es el caso de Marcos Martínez, quien asegura ganar alrededor de 60 millones de bolívares al día con la recolección de plástico y hierro. Al igual que él, otros residentes han convertido esta actividad en su única opción de subsistencia.

Martínez afirma que ya se ven “pequeños refugios” improvisados con sábanas y muebles rescatados, donde estas personas se resguardan del sol y descansan durante las largas jornadas de recolección. Ilustración MidJourney.

En El Paíto, el panorama recuerda inevitablemente al de La Guásima, donde mujeres embarazadas, niños y ancianos solían hurgar entre la basura para separar materiales y venderlos. Martínez afirma que ya se ven “pequeños refugios” improvisados ​​con sábanas y muebles rescatados, donde estas personas se resguardan del sol y descansan durante las largas jornadas de recolección. La falta de condiciones adecuadas y el uso de maquinaria pesada, como camiones y tractores, que compactan la basura, generan un ambiente de constante peligro para los recicladores. Las escenas de precariedad y peligro que rodean al vertedero de El Paíto son las mismas que años alarmaron atrás a los habitantes de La Guásima, antes de que el sitio fuera clausurado.

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Fuenmayor replicó a La Guásima

La comparación con La Guásima es inevitable. Desde su clausura en 2018, los habitantes de Valencia y sus alrededores esperaban un cambio significativo en la gestión de residuos. Rafael Lacava, el gobernador de Carabobo, prometió en su momento que los residuos de los municipios que solían depender de La Guásima serían llevados a una planta de reciclaje en el sector El Tigre, en el municipio Guacara. Sin embargo, Julio Fuenmayor decidió llevar su operación sin el apoyo de los gobiernos aliados. Es así que pesar de esta promesa, los problemas continúan, y el caso de El Paíto parece indicar que los vertederos improvisados ​​están lejos de desaparecer. Al contrario, el modelo se perpetúa y se expande, dejando a la población en una situación aún más crítica.

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