¿Cripto para todos? El espejismo de la “libertad financiera” made in Trump

La promesa de una nueva era financiera impulsada por la descentralización digital ha seducido a millones en todo el mundo. Pero tras las brillantes pantallas de aplicaciones de intercambio, detrás de las conferencias exclusivas donde se ofrecen descuentos con códigos como “TRUMPPUMP21”, y entre bastidores donde se cuecen acuerdos millonarios, comienza a tomar forma otro relato. El de una industria que, lejos de emanciparse del poder político, está construyendo su propio Leviatán. En el centro de esta narrativa aparece una figura emblemática: Donald Trump. El regreso del expresidente ha revivido la idea de una “libertad financiera made in Trump”, impulsada por alianzas con los gigantes del cripto, negociaciones opacas y una inquietante familiaridad con actores sancionados por la justicia estadounidense.

El encargado de revelar este entramado ha sido Angus Berwick, reportero de The Wall Street Journal con sede en Londres. Especializado en criptomonedas, delitos financieros y mercados, Berwick ha trabajado en Reuters como periodista de investigación en Venezuela y España, y ha sido galardonado con el premio Gerald Loeb y otros reconocimientos del Overseas Press Club y la Society for Advancing Business Editing and Writing . En su reciente artículo titulado: “Binance busca frenar la supervisión estadounidense mientras negocia un acuerdo con la empresa de criptomonedas de Trump”, Berwick expone un complejo escenario donde Binance, la mayor plataforma de criptomonedas del mundo, intenta aliviar las restricciones impuestas por el Departamento del Tesoro mientras explora un acuerdo con World Liberty Financial, una firma respaldada por la familia Trump.

Libertad financiera made in Trump

El material revela que, en el marco de estas negociaciones, Binance no solo solicitó la remoción del supervisor federal encargado de velar por el cumplimiento de la ley antilavado, sino que también propuso incluir en su plataforma una moneda estable respaldada por World Liberty, conocida como USD1. El acuerdo podría posicionar a esta stablecoin como un actor dominante del mercado, y generar millas de millones en ganancias para los Trump, replicando el modelo de Tether, cuyos ingresos en 2023 superaron los 13 mil millones de dólares. Este giro estratégico se presenta como una oportunidad dorada para quienes defienden la “libertad financiera made in Trump”, una narrativa que insiste en asociar desregulación con prosperidad, y privatización con independencia ciudadana.

En el centro de esta narrativa aparece una figura emblemática: Donald Trump. El regreso del expresidente ha revivido la idea de una “libertad financiera made in Trump”, impulsada por alianzas con los gigantes del cripto, negociaciones opacas y una inquietante familiaridad con actores sancionados por la justicia estadounidense. Ilustración MidJourney

Sin embargo, la historia de Binance dista mucho de estar limpia. La empresa pagó una multa récord de 4.300 millones de dólares tras declararse culpable de permitir transacciones ilícitas vinculadas a terroristas, narcotraficantes y actores sancionados internacionalmente. Las restricciones impuestas por el acuerdo con el Departamento de Justicia obligaron a la plataforma a eliminar a sus usuarios estadounidenses ya aceptar la supervisión directa de dos monitores federales, uno del Tesoro y otro del DOJ, por períodos de cinco y tres años respectivamente. En ese contexto, la “libertad financiera made in Trump” aparece más como una estrategia de salvación que como un plan económico serio.

Un vínculo que trajo Santa

El vínculo entre los Trump y Binance no surgió de la nada. De acuerdo con Berwick, la alianza comenzó a gestarse en diciembre, en una conferencia cripto celebrada en Abu Dhabi, donde Zhao, fundador de Binance, se reunió con Eric Trump y otros aliados del expresidente en la sala exclusiva “Solo Ballenas”. Eric acudió a la cita para promocionar la era dorada de las criptomonedas bajo el liderazgo de su padre, al tiempo que impulsaba World Liberty, una empresa cofundada con Steve Witkoff, próximo enviado para Oriente Medio, y sus hijos. Desde ese momento, los contactos entre Binance y la familia Trump se intensificaron, incluyendo la exploración de una participación en Binance.US, la división estadounidense de la empresa, actualmente en estado crítico.

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Mientras Zhao busca un indulto presidencial para regresar a los Estados Unidos sin restricciones, sus emisarios han presionado al Tesoro para desactivar la supervisión legal que recae sobre Binance. Un portavoz de World Liberty declaró que su objetivo es “hacer que USD1 sea accesible para millones de personas en todo el mundo”, una frase que, bajo la lente de los hechos, suena más a marketing de alto riesgo que a filantropía. Es precisamente aquí donde la “libertad financiera made in Trump” se convierte en un espejismo: promueve un mundo donde la legalidad se interpreta a conveniencia, y el acceso masivo a los activos digitales sirve de fachada para beneficios familiares y negociaciones de perdón judicial.

El prontuario de la red Tron

Binance insiste en que los monitores impuestos por el gobierno generan “cargas ineficientes y costosas”. Pero esas “cargas” nacieron como respuesta a una operación sistemática que permitió el movimiento de fondos ilícitos por miles de millones. Según TRM Labs, más de la mitad de la actividad delictiva con criptomonedas en 2023 ocurrió en la red Tron, cuyo fundador, Justin Sun, es el mayor inversor externo de World Liberty y también asesor de la empresa. Sun, investigado por el Departamento de Justicia durante la administración Biden por presunto fraude, ahora se encuentra cobijado bajo una nube de silencio y conexiones políticas. Una situación que muestra cómo la “libertad financiera made in Trump” tiene menos que ver con autonomía económica y más con la reconfiguración del poder a través de circuitos informales.

Las figuras indultadas en este ecosistema no son marginales. Trump ya se benefició con clemencia a Arthur Hayes, cofundador de BitMEX, también culpable de violar las leyes antilavado. El caso de Zhao, quien cumplió cuatro meses de prisión, se suma a una lista creciente de actores que, bajo el amparo del nuevo entorno político, podrían recuperar su estatus empresarial. Esta rehabilitación simbólica no es gratuita: forma parte de una estrategia mayor para capturar el mercado criptográfico, desactivar las investigaciones y construir una narrativa heroica de resurgimiento financiero. Todo esto, por supuesto, en nombre de la “libertad financiera hecha en Trump”.

El material revela que, en el marco de estas negociaciones, Binance no solo solicitó la remoción del supervisor federal encargado de velar por el cumplimiento de la ley antilavado, sino que también propuso incluir en su plataforma una moneda estable respaldada por World Liberty, conocida como USD1. Ilustración MidJourney.

Capitalismo clientelar

Lo que está en juego no es solo la desregulación de una tecnología emergente, sino la institucionalización de un modelo político-económico donde los límites entre el Estado y el capital se difuminan peligrosamente. En el centro de esa tormenta se encuentra Binance, una compañía que ha pasado de ser una amenaza regulatoria a convertirse en socia estratégica de quienes controlan el poder. La campaña para relajar los controles antilavado internos, según algunos empleados de la compañía, avanza a buen ritmo, pese a que los voceros oficiales insisten en que solo se trata de “perfeccionar las normas”.

Las implicaciones para la economía digital son profundas. En lugar de fomentar la innovación bajo esquemas de confianza y transparencia, se abre paso una lógica donde los grandes actores negocian a puertas cerradas su lugar en el tablero. Los ciudadanos quedan atrapados entre la ilusión del empoderamiento financiero y el riesgo real de que sus activos digitales queden expuestos a prácticas opacas. La “libertad financiera made in Trump” no parece tener mucho que ver con la descentralización: más bien apunta a la recentralización del poder económico en manos de unas pocas familias e intereses globales.

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A medida que la administración actual elimina unidades de control y cancela investigaciones clave, queda claro que el camino hacia la legalidad cripto está siendo rediseñado por quienes alguna vez estuvieron al margen de ella. La disolución de la unidad de criptomonedas del DOJ, anunciada en un memorando titulado “Fin de la Regulación por Fiscalía”, es solo la punta del iceberg. Las reuniones con el Tesoro, las promesas de indulto y las inversiones millonarias en tokens promovidos desde la trastienda del poder dejan al descubierto una verdad incómoda: no se trata de libertad, sino de influencia. Una influencia que, como muestran los hechos, no nace del código abierto ni de la soberanía del usuario, sino de la más vieja de las fórmulas: la connivencia entre dinero y poder. Y así, la “libertad financiera made in Trump” se revela como lo que realmente es: un espejismo cuidadosamente diseñado para parecer emancipación, cuando en realidad es control.

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