Ejercítate a diario: No hacerlo adelanta el encuentro con nuestro Señor

Ejercítate a diario o resígnate a que tu destino te alcance antes de tiempo. No se trata de un dogma de fe ni de una exageración sensacionalista: la ciencia lo ha dejado claro. El ejercicio físico no solo mejora la calidad de vida, sino que su omisión tiene consecuencias devastadoras. Un artículo reciente publicado en The BMJ respalda lo que la medicina ya sabe: moverse es medicina, y no hacerlo es una receta segura para la enfermedad y la muerte prematura. Aun así, el mensaje sigue sin calar lo suficiente, y las personas continúan apostando por el sedentarismo como si fuese una opción sin consecuencias.

Este reportaje toma como referencia el trabajo de Daniel Mediavilla, periodista del diario español EL PAÍS, especializado en la sección de Salud y Bienestar. Su reciente artículo titulado: «La terapia olvidada que puede revolucionar la medicina moderna: el ejercicio”, explora cómo la prescripción de actividad física está siendo subestimada en el ámbito médico, a pesar de que su impacto es tan relevante como el de los medicamentos más efectivos. Mediavilla destaca que, según estudios recientes, la falta de ejercicio puede ser considerada una forma de mala praxis médica, al privar a los pacientes de un tratamiento esencial para prevenir y combatir enfermedades.

Ejercítate a diario o toma el viaje corto

Ejercítate a diario y evita convertirte en una estadística de la falta de movimiento. El catedrático Mikel Izquierdo, de la Universidad Pública de Navarra, ha sido tajante: “No ofrecer el ejercicio como parte del tratamiento es tan grave como recetar mal un medicamento”. La inactividad física está asociada a enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, hipertensión y un sinfín de condiciones degenerativas que van minando el organismo. Y no se trata solo de prevención. Izquierdo ha documentado casos en los que el entrenamiento de fuerza ha sido determinante para mejorar la capacidad funcional de pacientes hospitalizados, permitiéndoles una recuperación más rápida y efectiva.

El ejercicio físico no solo mejora la calidad de vida, sino que su omisión tiene consecuencias devastadoras. Un artículo reciente publicado en The BMJ respalda lo que la medicina ya sabe: moverse es medicina, y no hacerlo es una receta segura para la enfermedad y la muerte prematura. Ilustración MidJourney

El ejercicio no es una simple recomendación para mejorar la apariencia física; es una herramienta médica que impacta desde la función cognitiva hasta la capacidad de regeneración celular. En el caso de la depresión, estudios han demostrado que el entrenamiento de fuerza de alta intensidad tiene mejores resultados que los fármacos en un 61% de los casos. Es decir, el simple hecho de levantar pesas puede ser más eficaz que una caja de antidepresivos. En pacientes con osteoartritis de rodilla, fortalecer el cuádriceps ha resultado ser tan eficiente como los antiinflamatorios más recetados. ¿Por qué entonces los médicos no están recetando ejercicio con la misma convicción con la que recetan pastillas?

Inundados de evidencia científica

Ejercítate a diario porque tu vida depende de ello, aunque el sistema de salud no parezca asumirlo todavía. La realidad es que recetar un medicamento es más fácil que desarrollar programas de ejercicio personalizados. No obstante, los costos de la inacción son altísimos. Enfermedades crónicas, hospitalizaciones prolongadas, dependencia de fármacos y, en última instancia, la sobrecarga de los sistemas de salud. La investigación de Izquierdo y sus colegas deja claro que integrar el ejercicio en los tratamientos médicos no solo mejora la salud de los pacientes, sino que reduce el gasto sanitario a largo plazo.

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El ejercicio es medicina, pero igual que con cualquier otro tratamiento, la dosis es clave. No basta con dar paseos esporádicos o acumular 10.000 pasos al día si la intensidad es mínima. La combinación óptima incluye entrenamiento aeróbico, fortalecimiento muscular y ejercicios de equilibrio. Subir escaleras en lugar de usar el ascensor, caminar al trabajo, hacer sentadillas mientras se espera que hierba el agua para el café; todo cuenta, pero no es suficiente. La clave está en progresar, en aumentar la intensidad de forma gradual y en desafiar al cuerpo de manera constante.

Sufrir o detener el viejo esquema

Ejercítate a diario y comprenderás que la falta de movimiento no solo te enferma, sino que también afecta tu capacidad de disfrutar la vida. El dolor muscular después del ejercicio no es tu enemigo, sino una señal de que tu cuerpo se está adaptando, fortaleciéndose. En cambio, la comodidad del sofá y la vida sedentaria vienen con una factura que se paga en años de vida perdidos y en una vejez limitada por la fragilidad y la enfermedad.

El doctor Juan Quiles, cardiólogo de la Sociedad Española de Cardiología, advierte que la infraestructura sanitaria actual está diseñada para recetar medicamentos, no para prescribir ejercicio. Sin embargo, en algunos hospitales ya existen programas de rehabilitación cardiovascular que han demostrado su eficacia. Si estos programas estuvieran integrados en todos los sistemas de salud, los beneficios serían incalculables. Pero el problema va más allá de la falta de gimnasios en los hospitales: la mayoría de los médicos no han sido formados para prescribir ejercicio. Necesitan entrenamiento, al igual que entrenadores especializados que puedan adaptar las rutinas a cada paciente.

La inactividad física está asociada a enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, hipertensión y un sinfín de condiciones degenerativas que van minando el organismo. Y no se trata solo de prevención. Izquierdo ha documentado casos en los que el entrenamiento de fuerza ha sido determinante para mejorar la capacidad funcional de pacientes hospitalizados. Ilustración MidJourney.

Genética, metabolismo y estilo de vida

Ejercítate a diario y rompe el círculo vicioso del sedentarismo. El problema no es solo la falta de información, sino la falta de adherencia. Muchas personas intentan adoptar una rutina de ejercicio y la abandonan a las pocas semanas. Por ello, las estrategias para mantener la constancia son clave. Iniciar con movimientos simples, incorporar el ejercicio en la rutina diaria, hacerlo en grupo o con música pueden marcar la diferencia. La motivación es un factor determinante, pero la disciplina es la que realmente construye el hábito.

El futuro de la medicina pasa por personalizar el ejercicio, ajustando su intensidad y tipo a cada individuo según su genética, metabolismo y estilo de vida. Con el desarrollo de la inteligencia artificial y los sensores portátiles, será posible monitorear en tiempo real la respuesta del cuerpo a diferentes entrenamientos y optimizar su impacto en la salud. Pero mientras llega esa revolución tecnológica, la solución sigue siendo la misma de siempre: moverse.

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Ejercítate a diario. No hacerlo es una condena autoimpuesta, una decisión que nos acerca prematuramente a la enfermedad, la dependencia y, finalmente, la muerte. El cuerpo humano está diseñado para moverse, y cada día que pasamos sin hacerlo nos acerca a un poco más a la decadencia. No esperes que la receta venga de tu médico; exígela, intégrala en tu vida y conviértela en tu mejor inversión para el futuro.

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