Washington viola sus propias leyes para ayuda en el genocidio en Gaza

En un reciente giro de eventos que ha levantado controversias a nivel global, Washington se encuentra en el centro de críticas por su rol en el conflicto de Gaza. Con su accionar, aparentemente viola sus propias leyes para facilitar la ayuda en lo que muchos califican como un acto de genocidio. Este escenario plantea no solo un dilema moral, sino también una flagrante contradicción legal.

El autor de este análisis es Lindsay Koshgarian, quien dirige el Proyecto de Prioridades Nacionales en el Instituto de Estudios Políticos. Koshgarian recientemente expresó su preocupación en un artículo de opinión para el portal The Hill, titulado: “La ayuda a Israel es una calamidad moral y jurídica que Washington no necesita”. Según Koshgarian, el Congreso de los Estados Unidos ha aprobado un paquete de ayuda militar y exterior de 95 mil millones de dólares, con 15 mil millones destinados específicamente a Israel, en un momento crítico donde las operaciones militares de dicho país han intensificado la crisis humanitaria en Gaza.

EE.UU. viola sus propias leyes

Washington, al permitir esta transferencia de ayuda, viola sus propias leyes internas, particularmente las Leyes Leahy, que prohíben la asistencia a fuerzas extranjeras implicadas en violaciones de derechos humanos. Esta situación se agrava con los informes de que el ejército israelí ha usado armamento estadounidense, incluidos aviones F-16 y helicópteros Apache, para llevar a cabo ataques que han resultado en la muerte de más de 34,000 personas en Gaza, en su mayoría mujeres y niños.

Además, a pesar de una orden de la Corte Internacional de Justicia que exige a Israel permitir el flujo libre de ayuda humanitaria hacia Gaza, este mandato ha sido ignorado. Koshgarian advierte que el continuo apoyo de Estados Unidos no solo viola normas internacionales, sino que también implica a Washington en las atrocidades cometidas. Esta situación no sólo es un desastre humanitario, sino que también coloca a Estados Unidos en una posición legalmente cuestionable, minando su credibilidad en la arena internacional.

viola sus propias leyes
Este análisis crítico pone en relieve no solo las consecuencias inmediatas de las políticas actuales, sino también los retos a largo plazo que enfrentará Estados Unidos si continúa por este camino. Es imperativo que el gobierno de Biden reconsidere sus estrategias y alinee sus acciones con las leyes y valores que proclama sostener, antes de que el daño a su reputación y legalidad sea irreparable. Ilustración MidJourney

La administración Biden se encuentra así en una encrucijada, donde debe decidir entre seguir una política de apoyo incondicional a Israel o ajustarse a sus propias legislaciones y compromisos con los derechos humanos. El apoyo público y una parte significativa del Congreso están mostrando una tendencia hacia la retención de la ayuda, impulsados por una opinión pública que favorece el cese de la hostilidad y un enfoque más humanitario hacia el conflicto.

Una nación dividida

En este contexto, Washington no solo viola sus propias leyes al facilitar una guerra, sino que también está ignorando las voces dentro de su propio país que claman por un cambio de política. La comunidad internacional observa, cada vez más crítica, cómo las acciones de Estados Unidos están permitiendo una política exterior que contradice sus propios valores fundacionales.

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A medida que la situación en Gaza empeora, y con ella la percepción global de las políticas estadounidenses, Washington se enfrenta a la necesidad de reevaluar su posición. No es solo una cuestión de política exterior, sino de adherencia a la legalidad y los principios morales que Estados Unidos pretende defender. La ayuda a Israel, como sugiere Koshgarian, no solo es una calamidad moral, sino también una trampa jurídica que Washington haría bien en evitar.

Este análisis crítico pone en relieve no solo las consecuencias inmediatas de las políticas actuales, sino también los retos a largo plazo que enfrentará Estados Unidos si continúa por este camino. Es imperativo que el gobierno de Biden reconsidere sus estrategias y alinee sus acciones con las leyes y valores que proclama sostener, antes de que el daño a su reputación y legalidad sea irreparable.

Siguen las protestas

Mientras tanto, las repercusiones internas de estas políticas son igualmente significativas. Manifestaciones y protestas han surgido a lo largo de Estados Unidos, principalmente lideradas por jóvenes universitarios, quienes se han visto directamente confrontados con la realidad de la financiación de conflictos armados a través de sus impuestos. Los arrestos de cientos de estudiantes que protestaban en los campus universitarios destacan la creciente discordia entre las políticas gubernamentales y las prioridades de sus ciudadanos, especialmente de las generaciones más jóvenes.

viola sus propias leyes
El papel de las leyes internas, como las Leyes Leahy, es crucial en este contexto. Estas leyes están diseñadas para prevenir que los recursos estadounidenses se utilicen para perpetuar abusos de derechos humanos. Sin embargo, la aplicación de estas leyes ha sido, en muchos casos, ineficaz o ignorada en aras de la política exterior. Ilustración MidJourney.

El descontento público se ve reflejado en recientes encuestas de opinión. Una encuesta de CBS News reveló que un 60% de los estadounidenses preferiría que el presidente Biden incentivara a Israel a reducir o cesar sus acciones militares en Gaza. Por otro lado, una encuesta de Pew indica que hay una firme oposición entre los jóvenes adultos a la continuación de la ayuda militar a Israel. Estos son indicativos de un cambio en la percepción pública, que podría presionar al gobierno para reconsiderar su enfoque hacia el conflicto israelí-palestino.

Además, el tema de la financiación de estos conflictos se contrapone a las necesidades internas de Estados Unidos y existe la percepción de que viola sus propias leyes. Los fondos destinados a la ayuda militar podrían ser utilizados en programas críticos dentro del propio país. Por ejemplo, la expansión del Crédito Tributario por Ingreso del Trabajo, propuesto por el presidente Biden, que beneficiaría directamente a los trabajadores de bajos ingresos en Estados Unidos, representa un uso alternativo y posiblemente más benéfico de estos recursos. Este es un claro ejemplo de cómo los recursos podrían ser mejor asignados para fortalecer la economía interna en lugar de financiar conflictos externos.

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El dilema moral de Washington

Esta disonancia entre las políticas de ayuda externa y las necesidades internas presenta un dilema moral y económico para el gobierno de Estados Unidos. Al continuar apoyando operaciones militares que muchos ven como violatorias de los derechos humanos y del derecho internacional, Washington se arriesga a socavar aún más su posición moral y legal en el mundo.

El papel de las leyes internas, como las Leyes Leahy, es crucial en este contexto. Estas leyes están diseñadas para prevenir que los recursos estadounidenses se utilicen para perpetuar abusos de derechos humanos. Sin embargo, la aplicación de estas leyes ha sido, en muchos casos, ineficaz o ignorada en aras de la política exterior. La revisión y aplicación rigurosa de estas leyes no solo es un requisito legal sino también una necesidad ética para asegurar que Estados Unidos se adhiera a sus propios estándares de conducta global y alejarla de esa mirada que la que la nación viola sus propias leyes.

Mientras que el gobierno de Biden enfrenta presiones tanto internas como externas, la decisión de cómo manejar la ayuda a Israel podría definir su legado en política exterior. El llamado a la acción es claro: es imperativo que el gobierno reconsidere su enfoque, no solo para alinearse con las leyes y valores estadounidenses, sino también para responder de manera efectiva a las demandas de justicia y humanidad de su pueblo y de la comunidad internacional. El tiempo para la acción decisiva es ahora, antes de que las consecuencias de estas políticas se vuelvan demasiado graves para revertir.

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