Luis Brito García analiza en nueve puntos las “verdades electorales” desean desestabilizar a Venezuela

En un reciente análisis publicado en el portal Aporrea, el reconocido intelectual venezolano Luis Brito García ha desglosado lo que él denomina las «verdades electorales» que buscan desestabilizar a Venezuela tras las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. En su escrito, Brito García presenta una serie de nueve puntos que, según él, revelan una estrategia internacional para interferir en la política interna del país y socavar la legitimidad del gobierno electo. Estos incuestionables alrededor de los comicios, forman la base de su argumentación, en la que denuncia la injerencia extranjera y la manipulación mediática como herramientas utilizadas para crear un clima de incertidumbre y caos en Venezuela.

Luis Brito García, nacido en Caracas en 1940, es un narrador, ensayista, dramaturgo y dibujante con una prolífica carrera que abarca más de 60 títulos. Entre sus obras más destacadas se encuentran «Rajatabla» y «Abrapalabra», ambas galardonadas con el Premio Casa de las Américas. Como ensayista, ha abordado temas desde la crítica del poder hasta la cultura popular, recibiendo múltiples reconocimientos, incluyendo el Premio Nacional de Literatura en 2002. En su más reciente colaboración para Aporrea, Brito García explora las dinámicas electorales del país en su artículo titulado «Más verdades electorales», donde expone su visión sobre los acontecimientos que rodearon las elecciones de 2024 y las reacciones internacionales que siguieron a los resultados.

Brito García: verdades electorales

Según Brito García, una de las primeras «verdades electorales» que se deben considerar es la naturaleza participativa de la democracia venezolana, que ha atraído la atención y la interferencia de potencias extranjeras. En su análisis, el autor señala que «todos los poderes del planeta quieren participar en sus elecciones y su petróleo». Esta afirmación subraya cómo actores internacionales, desde el secretario del Estado de Estados Unidos hasta empresarios como Elon Musk, han intentado influir en el proceso electoral venezolano, con declaraciones prematuras sobre los resultados y presiones económicas y mediáticas para deslegitimar al gobierno electo. Brito García critica duramente esta intromisión, señalando que el verdadero interés de estos actores no es el bienestar democrático de Venezuela, sino el control de sus vastos recursos naturales.

En su análisis, el autor señala que «todos los poderes del planeta quieren participar en sus elecciones y su petróleo». Esta afirmación subraya cómo actores internacionales, desde el secretario del Estado de Estados Unidos hasta empresarios como Elon Musk, han intentado influir en el proceso electoral venezolano, con declaraciones prematuras sobre los resultados y presiones económicas y mediáticas para deslegitimar al gobierno electo. Ilustración MidJourney

La segunda «verdad electoral» que Brito García discute es la creciente desconexión entre la realidad política venezolana y la narrativa mediática internacional. En su opinión, esta «francachela transnacional» donde cada forastero pretende nombrar al presidente de Venezuela y deslegitimar al electo es un reflejo del mundo financiero y cultural actual, en el que la simulación ha reemplazado a la verdad. El autor sostiene que vivimos en una «Cultura del Espectáculo o del Simulacro«, donde la realidad es moldeada por quienes controlan los medios de comunicación y las plataformas digitales, creando un escenario virtual que distorsiona la percepción de los hechos. Para Brito García, este fenómeno es particularmente evidente en el caso venezolano, donde la imagen que se proyecta al exterior está lejos de reflejar la complejidad y las particularidades de la situación interna.

Los efectos especiales

En el tercer punto de su análisis “verdades electorales”, Brito García expone ejemplos concretos de cómo se ha utilizado esta «Cultura del Espectáculo» para manipular la opinión pública y justificar intervenciones en Venezuela. Desde el apagón mediático durante el secuestro del presidente Hugo Chávez en 2002 hasta la manipulación de la información sobre las elecciones de 2024, el autor argumenta que estas estrategias están diseñadas para desestabilizar el país y facilitar la intervención extranjera. Menciona también la autoproclamación de líderes opositores como Juan Guaidó, que, según él, fue una fabricación mediática destinada a socavar la soberanía venezolana ya despojar al país de sus activos en el extranjero.

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Brito García continúa su análisis abordando el rol del Consejo Nacional Electoral (CNE) en las elecciones de 2024, destacando que la oposición intentó bloquear la transmisión de los resultados definitivos y promover cifras falsas a través de fuentes privadas. En su cuarta «verdad electoral», el autor subraya que, según la Constitución venezolana, es competencia exclusiva del CNE organizar y supervisar todos los procesos electorales, por lo que cualquier intento de cuestionar sus resultados sin pruebas concretas es una violación de la legalidad y un ataque a la institucionalidad del país. Brito García enfatizó que la oposición no presentó evidencias de fraude ni acudió a las instancias legales correspondientes para impugnar los resultados, lo que, según él, desacredita sus reclamaciones.

Errores de la IV República

En el quinto punto, Brito García ofrece una reflexión sobre las cifras de abstención y no inscripción en el Registro Electoral Permanente. Señala que una gran parte de la población habilitada para votar no ejerció su derecho, lo que él interpreta como un voto de protesta contra el sistema político y económico. Sin embargo, advierte que esta falta de participación también puede ser vista como un síntoma de descontento generalizado, y que el gobierno debe tomar para abordar las causas subyacentes de esta apatía electoral. Para Brito García, la elevada abstención es un desafío que debe ser enfrentado con políticas que reconecten a los ciudadanos con el proceso democrático y fortalezcan la confianza en las instituciones.

En su sexto punto de las verdades electorales, el autor traza un paralelismo entre la situación actual y el auge de la abstención durante los últimos años de la Cuarta República, cuando las políticas neoliberales alienaron a amplios sectores de la población. Brito García advierte que el gobierno actual debe evitar caer en los mismos errores que llevaron al colapso de la Cuarta República, y subraya la importancia de mantener un proyecto político que priorice el bienestar social y la inclusión.

Brito García reflexiona sobre las debilidades internas del sistema político socialista venezolano. Reconoce que, a pesar de los logros alcanzados, el gobierno ha mostrado vulnerabilidades que han permitido la corrupción y la ineficiencia en la gestión pública. Ilustración MidJourney.

Vulnerabilidad informática

El séptimo punto de Brito García aborda la vulnerabilidad de los sistemas informáticos venezolanos, que quedaron expuestos durante el bloqueo que retrasó la transmisión de los resultados electorales. El autor advierte que esta debilidad es explotada por actores externos para sembrar dudas sobre la legitimidad del proceso electoral y sugiere que el país debe avanzar hacia la adopción de software libre y la independencia tecnológica para proteger su soberanía. Para Brito García, la dependencia de las infraestructuras tecnológicas controladas por potencias extranjeras representa un riesgo estratégico que podría ser utilizado para desestabilizar al país en momentos críticos.

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Finalmente, en los últimos dos puntos de su análisis, Brito García reflexiona sobre las debilidades internas del sistema político socialista venezolano. Reconoce que, a pesar de los logros alcanzados, el gobierno ha mostrado vulnerabilidades que han permitido la corrupción y la ineficiencia en la gestión pública. El autor llama a una revisión profunda de los mecanismos de control y selección de dirigentes dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), para evitar que estos problemas continúen socavando la confianza del pueblo en el proyecto revolucionario. Brito García concluye que es fundamental que el PSUV se mantenga fiel a sus principios y evite cualquier tentación de acercarse a las políticas neoliberales que han sido rechazadas por la mayoría de los venezolanos.

En resumen, Luis Brito García utiliza su análisis para desenmascarar lo que él percibe como un intento coordinado de desestabilizar a Venezuela a través de la manipulación de las «verdades electorales». A través de sus nueve puntos, denuncia la injerencia extranjera, la distorsión mediática y las debilidades internas como los principales desafíos que enfrenta el país en su lucha por mantener su soberanía y continuar con su proyecto socialista.

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