La democracia estadounidense ha sido, desde sus inicios, un experimento en constante evolución. A lo largo de su historia, ha enfrentado innumerables desafíos y crisis, desde la Guerra Civil hasta el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021. A pesar de estos obstáculos, aún se mantiene como un faro de esperanza y un modelo de gobernanza para muchas naciones. La democracia estadounidense sigue siendo un tema central en el debate político y social, destacando su capacidad para adaptarse y responder a los tiempos cambiantes.
Rob Richie, cofundador y asesor principal de FairVote, aborda este tema en un artículo de opinión publicado en The Washington Post titulado “La democracia no está condenada”. En su escrito, Richie enfatiza la necesidad de ampliar los experimentos democráticos que ya están funcionando en diversas partes del país. Según Richie, los estadounidenses enfrentan una prueba sin precedentes de sus fundamentos democráticos, pero esto no debería ser motivo de desesperanza. Los estados y ciudades están desempeñando su tradicional papel de «laboratorios de la democracia», inspirando cambios que podrían revitalizar el sistema democrático en su totalidad.
La democracia estadounidense
La democracia estadounidense se enfrenta a múltiples desafíos en la era digital y en un contexto de debilitamiento de las asociaciones cívicas y los medios locales. Richie destaca que estados como Alaska y Maine han adoptado la votación por orden de preferencia, una innovación que ayuda a eliminar las preocupaciones de «spoilers» en las elecciones. Este sistema fue implementado exitosamente después de pruebas en varias ciudades, demostrando su viabilidad y efectividad. Sin embargo, Richie advierte que estos esfuerzos aislados no son suficientes para renovar completamente la democracia estadounidense.
Para enfrentar las fuerzas centrales detrás del nihilismo estadounidense, es crucial abordar problemas como el temor creciente a la violencia política, la erosión del respeto por las normas institucionales, la polarización partidista y el escepticismo hacia los legisladores respaldados por intereses monetarios. La violencia política, que se hizo evidente durante el ataque al Capitolio, también se manifiesta a nivel local. Estudios como los de CivicPulse y la Iniciativa Bridging Divides de la Universidad de Princeton revelan que muchos líderes locales enfrentan hostilidad y amenazas en su servicio. La rotación de funcionarios electorales ha aumentado dramáticamente, con muchos abandonando sus puestos debido a la presión y las amenazas constantes.
Iniciativas para la participación
Para apoyar a estos funcionarios y restaurar la confianza en la democracia estadounidense, iniciativas como la campaña “Rostros de la democracia” de Issue One y los proyectos de diálogo local de Living Room Conversations son esenciales. En el condado de Maricopa, Arizona, el secretario republicano Stephen Richer lucha contra la desinformación y promueve la transparencia en la administración electoral. Inscribirse como trabajador electoral es una manera directa y efectiva de contribuir a la democracia estadounidense, y programas como el de la Liga de Mujeres Votantes Vote411 son recursos valiosos para quienes desean involucrarse.
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Otro ejemplo de innovación democrática es el programa de presupuesto participativo de Nashville, que involucra a los residentes directamente en las decisiones de gasto gubernamental. Este proceso ha permitido que más de 13,000 residentes voten sobre las prioridades del presupuesto, aumentando la transparencia y el compromiso cívico. Este tipo de iniciativas son vitales para restaurar la fe en el gobierno y promover una mayor participación ciudadana.
La raíz de los problemas
La manipulación de distritos electorales es otro problema crítico que necesita ser abordado para fortalecer la democracia estadounidense. En Portland, Oregón, se está implementando una combinación de votación por orden de preferencia y distritos de tres miembros, lo que empodera a un mayor número de votantes para elegir a candidatos de su preferencia. Este modelo podría servir como un ejemplo replicable para otras ciudades y estados, contribuyendo a una representación más justa y equitativa.
El dinero en la política es quizás la mayor fuente de cinismo entre los votantes. Según el Pew Research Center, la mayoría de los estadounidenses creen que los multimillonarios y los intereses especiales corrompen a los líderes políticos. Iniciativas como el programa de financiación pública de la ciudad de Nueva York y el sistema de bonos democráticos de Seattle están diseñadas para combatir esta percepción, promoviendo una mayor participación en el financiamiento de campañas y aumentando la diversidad entre los candidatos electos.
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No son suficientes
Estos esfuerzos, aunque significativos, necesitan ser ampliados y perfeccionados para tener un impacto duradero a nivel nacional. La democracia estadounidense ha demostrado una capacidad notable para adaptarse y evolucionar, pero requiere de un compromiso constante y un esfuerzo colectivo para enfrentar los desafíos actuales. La historia de los Estados Unidos está llena de ejemplos de cómo la innovación local puede inspirar cambios a nivel nacional, y hoy no es la excepción.
En un momento en que la polarización y el escepticismo parecen estar en su punto más alto, es más importante que nunca recordar las palabras de los redactores constitucionales y esforzarse por formar una «unión más perfecta». Las innovaciones locales y estatales en la gobernanza democrática ofrecen un camino hacia adelante, iluminando el camino con ejemplos concretos de cómo la democracia puede ser fortalecida y renovada. La democracia estadounidense es un experimento inacabado, pero uno en el que aún se tiene fe, impulsado por el compromiso y la creatividad de sus ciudadanos.