Llegar a viejo: Vía rápida para ser invisible e irrespetado en Latinoamérica

Ser viejo en Latinoamérica es un rito de paso hacia la desaparición social. Ocasiona la sensación de ser invisible e irrespetado. No es una afirmación sensacionalista, sino un reflejo del menoscabo constante de los derechos y la dignidad de los adultos mayores.

La situación pinta un cuadro más sombrío cuando organismos como la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) indican que el 11.2% de la población de la región tiene más de 60 años, y se prevé que para 2050 esta cifra aumentará al 24.9%.

Ser invisible e irrespetado

Estos datos apuntan a una situación crítica que se manifiesta en múltiples ámbitos. La discriminación por edad es una realidad palpable en el mercado laboral. Según estadísticas del Banco Mundial, solo un 46% de las personas entre 65 y 70 años está económicamente activa en Latinoamérica. Además, las aseguradoras privadas a menudo excluyen a personas mayores de 60 años de sus pólizas de salud, alegando un riesgo elevado y costos prohibitivos.

Ser invisible e irrespetado
El lenguaje es la primera arma en aislarte y la descalificación por viejo es habitual. Ilustración MidJourney

Por otro lado, los sistemas de pensiones de la región están lejos de ser óptimos. Un informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) señala que las tasas de pobreza entre los adultos mayores en Latinoamérica varían entre el 21% y el 42%, dependiendo del país. Legar a viejo en la región es ser invisible e irrespetado sin posibilidad de defensa. Juan Carlos Alvarado, politólogo e historiador, comenta: «Los adultos mayores en Latinoamérica no solo han perdido su estatus social como venerables portadores de sabiduría, sino que además se les ve como una carga económica para el Estado y las familias.»

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Su nombre es “viejo” y su apellido “problema”

Esta percepción se evidencia en el abandono institucionalizado de los ancianos. Muchas familias recurren a los asilos como una «solución» al «problema» de tener un adulto mayor en casa. Aunque es cierto que algunos centros de cuidado para ancianos ofrecen condiciones dignas, no es la norma.

Pero más allá de los escenarios, lo que subyace es una cultura que relega a los mayores a un segundo plano. El historiador Carlos Montenegro afirma que «la cultura indígena y colonial veneraba a los ancianos como portadores de la sabiduría ancestral. Sin embargo, la industrialización y la modernización han cambiado nuestra percepción, donde el valor está en la juventud y la productividad». Llega un día en la vida de todos que ser invisible e irrespetado es una condición que instrumenta en los mayores depresión y resta calidad de vida en la recta final de la existencia.

Un sistema de pensiones de miedo

La respuesta gubernamental ha sido en muchos casos insuficiente. Los sistemas de pensiones en países como Argentina, Chile y Brasil enfrentan crisis de solvencia, lo cual pone en riesgo el sustento económico de los ancianos. En palabras de Claudia Fernández, especialista en políticas públicas: «Los Estados latinoamericanos han desarrollado sistemas de pensiones que no son sostenibles en el largo plazo. El resultado es un adulto mayor que se convierte en ‘una carga’ para la sociedad y para las arcas del Estado». Desde luego, eso cuando de veras existe un sistema de pensiones, porque en muchos países de la región son meros espejismos.

Los adultos mayores no solo enfrentan obstáculos económicos, sino también un aislamiento social que agrava su situación. Justo en esa circunstancia es que se incuba el ser invisible e irrespetado. Muchas familias los relegan a asilos o simplemente los abandonan. La psicóloga Ana Rodríguez indica que «el abandono de los adultos mayores en Latinoamérica no solo es un reflejo de la crisis económica, sino de una crisis de valores. En un mundo enfocado en la velocidad y el consumo, los más viejos no tienen cabida».

Ser invisible e irrespetado
Latinoamérica es una región pobre, pero se quebró más al abandonar a sus mayores. Ilustración MidJourney

Repensar la vejez

La pregunta que surge es: ¿cómo revertir esta tendencia? No hay respuestas fáciles. Expertos como el político Pedro Maldonado sugieren una reforma integral que abarque no solo el sistema de pensiones, sino también políticas inclusivas en el ámbito laboral y cambios educativos que fomenten el respeto intergeneracional. «Lo que necesitamos es un cambio cultural que revalore el papel del adulto mayor en la sociedad», afirma Maldonado.

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La vejez en Latinoamérica se ha convertido en un estigma, una etapa donde ser invisible e irrespetado es la norma de los sistemas de salud, los entes laborales y todos los estratos sociales. Mientras la demografía de la región sigue envejeciendo, es imperativo que se aborde esta problemática desde múltiples frentes: político, social y cultural. Solo así podremos rescatar la dignidad y el valor intrínseco de aquellos que han dedicado toda una vida a construir el mundo en el que vivimos.

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