En la tranquilidad de su chacra en el Rincón del Cerro, Pepe Mujica reflexiona sobre la vida y el tiempo. Rodeado de libros y recuerdos, el expresidente uruguayo recibe a periodistas para compartir sus pensamientos sobre un pasado que lo marcó y un futuro que lo inquieta. A sus 89 años, Mujica, quien ha enfrentado todo tipo de adversidades, desde persecuciones políticas hasta enfermedades graves, insiste en la necesidad de mirar hacia adelante sin que las heridas del pasado se conviertan en cadenas que limiten el porvenir. Con su característico estilo sobrio y directo, recuerda que “la vida es demasiado corta para gastarla en rencores” y que el mayor reto es encontrar el equilibrio entre el ayer y el mañana.
Este retrato surge de una colaboración entre Federico Rivas Molina, corresponsal de EL PAÍS en Argentina, y Gabriel Díaz Campanella, periodista uruguayo con una extensa trayectoria en derechos humanos. Ambos trabajaron en esta entrevista publicada en EL PAÍS bajo el título original “José ‘Pepe’ Mujica: ‘Le pido a la vida que me permita seguir ladrando un poco’”. Con una mezcla de análisis político y reflexión filosófica, lograron captar la esencia de un líder que, pese a su avanzada edad y salud delicada, se mantiene fiel a sus principios.
José Pepe Mujica en entrevista
Pepe Mujica habla de la muerte con la serenidad de quien ha convivido con ella durante toda su vida. Para él, la finitud de la existencia es lo que le da sentido. “Si no existiera la muerte, la vida sería un aburrimiento”, comenta mientras subraya que el mayor privilegio es haber nacido. Mujica, que sobrevivió a múltiples atentados y 13 años de encarcelamiento durante la dictadura militar, asegura que lo importante no es el tiempo que se vive, sino cómo se utiliza. Sus palabras, cargadas de filosofía estoica, resuenan como un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros hay espacio para encontrar sentido y propósito.

A pesar de sus achaques de salud, Mujica no pierde el humor. Tras superar un cáncer de esófago que lo dejó con secuelas permanentes, señala con ironía que su cuerpo es “casi un colador”, lleno de cicatrices y orificios que narran su historia de resistencia. Sin embargo, esas marcas no lo definen. “Me dejaron un agujero grande como una naranja”, dice con una sonrisa, mientras describe las secuelas de su tratamiento. Para él, el sufrimiento físico es solo un recordatorio de su capacidad para sobreponerse a cualquier adversidad.
Vivir para consumir
En su visión de la política, Pepe Mujica critica el consumismo desenfrenado que caracteriza a la sociedad moderna. “La cultura es hija del boludeo”, afirma con su lenguaje sencillo pero contundente. Para él, el verdadero progreso no está en acumular bienes materiales, sino en encontrar tiempo para vivir plenamente. Mujica defiende la sobriedad como una forma de libertad y felicidad, una filosofía que practicó durante su mandato como presidente de Uruguay, cuando donaba gran parte de su salario y continuaba viviendo en su modesta chacra. “El que tiene menos, necesita menos y vive más tranquilo”, asegura, dejando claro que su estilo de vida no es una pose, sino una elección consciente.
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Mujica también aborda con preocupación el avance de la ultraderecha en el mundo, representada por figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei. Los califica como el resultado de un ultraliberalismo deshumanizante que reduce todo a cifras económicas. Para él, la política debe ser una herramienta para construir puentes y no para profundizar divisiones. “Lo que falta en el mundo es moral, no riqueza”, sentencia, subrayando la importancia de recuperar los valores éticos en el debate público. Mujica considera que el mayor enemigo de la humanidad no es la pobreza, sino la indiferencia hacia el otro.
Conocerse a sí mismo
Con una mezcla de nostalgia y determinación, Mujica recuerda sus años de cautiverio y cómo esos momentos de soledad lo ayudaron a descubrir la riqueza de su propio pensamiento. En la celda diminuta donde pasó meses sin contacto humano, aprendió a dialogar consigo mismo y a valorar los pequeños detalles de la vida. Esa experiencia lo marcó profundamente y moldeó su filosofía estoica, que aplica no solo a su vida personal, sino también a su visión de la sociedad. “La felicidad está en las cosas simples, no en las grandes conquistas”, reflexiona, reafirmando su creencia en que la verdadera libertad está en la sobriedad.
Aunque su tiempo como presidente quedó atrás, Pepe Mujica sigue siendo una figura influyente en la política uruguaya y latinoamericana. Reconoce que los grandes líderes de la región han fallado en construir herencias políticas que trasciendan sus mandatos, pero insiste en que el verdadero éxito de un dirigente radica en formar nuevos liderazgos. “El mejor dirigente es aquel que deja una barra que lo supera”, declara, mostrando su preocupación por las generaciones futuras.

Solidaridad y justicia
Para Mujica, el pasado no es algo que deba olvidarse, pero tampoco debe convertirse en un ancla. Habla de la necesidad de aprender a vivir con heridas abiertas, sin dejar que el resentimiento domine las decisiones. Su mensaje es claro: “Tenemos que buscar que el ayer no nos ponga un obstáculo para el futuro”. Esta filosofía, que podría sonar idealista para algunos, es para él una guía práctica para construir una sociedad más justa y solidaria.
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En el cierre de la entrevista, Mujica reflexiona sobre la importancia de tener una causa que dé sentido a la vida. Insiste en que vivir no es simplemente pagar cuentas y acumular bienes, sino encontrar un propósito que trascienda lo material. “La vida es hermosa, pero hay que buscar una causa para vivir”, concluye con un brillo en los ojos que contradice su edad. Este mensaje, cargado de esperanza y determinación, es el legado de un hombre que ha dedicado su existencia a luchar por un mundo mejor.