La narrativa que impulsa el «Proyecto 2025», diseñado por Heritage Foundation y otras organizaciones conservadoras de Estados Unidos, busca justificar acciones de intervención en Latinoamérica y un ataque frontal a China. Presentado como una estrategia para «devolver el gobierno al pueblo estadounidense», el documento plantea medidas que, lejos de ser altruistas, refuerzan intereses políticos y económicos bajo la fachada de la seguridad nacional y la promoción de la democracia. Tras abandonar por décadas a las naciones vecinas, desde Estados Unidos se cree que intervenir a Latinoamérica y atacar a China es un plan con méritos para sostener la hegemonía.
El análisis más detallado sobre este tema lo realizaron Víctor Cabral y Fábia Muneron Busatto, colaboradores de The Conversation Brasil. Cabral, investigador en Relaciones Internacionales y Geografía, y Busatto, especialista en estudios de política estadounidense, escribieron un artículo titulado: “Proyecto 2025: América Latina en la disputa de Trump contra China”. El análisis expone los verdaderos objetivos del manual político: no solo reconfigurar la política doméstica de Estados Unidos, sino también utilizar a Latinoamérica como un campo de batalla para contrarrestar la creciente influencia de China en la región.
Intervenir a Latinoamérica y atacar a China
El Proyecto 2025 presenta a China y la migración irregular como enemigos estratégicos de Estados Unidos, pero pone un énfasis especial en “intervenir a Latinoamérica y atacar a China”. Argumenta que la influencia china amenaza la seguridad estadounidense debido a las enormes inversiones realizadas en la región, que superan los 240 mil millones de dólares desde 2005. Según el documento, proyectos como el Puerto de Chancay en Perú, construido con capital chino, son una muestra de la consolidación de Beijing en América Latina, lo que podría afectar los intereses geopolíticos y económicos de Washington.

Cabral y Busatto señalan que este enfoque simplifica y distorsiona la realidad, utilizando datos selectivos para justificar la intervención. El texto del Proyecto 2025 acusa a China de aprovecharse de los recursos naturales latinoamericanos y promover un aislamiento de Taiwán, mientras ignora los beneficios económicos que estas inversiones han traído a la región. Además, culpa a las políticas climáticas de la administración Biden por una supuesta crisis económica en Latinoamérica, aunque informes de la CEPAL demuestran que la caída en la producción petrolera responde a factores estructurales como la falta de inversión y la transición hacia energías renovables.
Regreso a la injerencia directa
Para lograr su propósito de “intervenir a Latinoamérica y atacar a China”, el manual propone una mayor presencia de USAID en la región. Sin embargo, lejos de fomentar un desarrollo genuino, las inversiones de la agencia estarían dirigidas a promover agendas conservadoras, como la oposición al aborto y los derechos LGBT, y a fortalecer actores locales alineados con los intereses de Estados Unidos. Estas políticas, según Cabral y Busatto, buscan desestabilizar gobiernos de izquierda, perpetuando una dinámica de injerencia extranjera que recuerda los peores años de la Guerra Fría.
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El Proyecto 2025 aprovecha también el discurso antiinmigrante para vincular la migración latinoamericana con la pérdida de empleos y salarios en Estados Unidos. Sin embargo, las cifras contradicen estas afirmaciones. Según datos de la OCDE y el Banco Mundial, el desempleo y el PIB per cápita han mejorado durante la administración Biden, mientras que la migración no ha tenido un impacto negativo significativo. A pesar de ello, el documento insiste en medidas como la militarización de la frontera con México, la reactivación del programa “Permanecer en México” y la construcción de un muro fronterizo, todo bajo el pretexto de proteger a Estados Unidos de una supuesta amenaza migratoria.
La excusa del fentanilo
China también es señalada como un facilitador del narcotráfico en la región, específicamente en el suministro de insumos para la producción de fentanilo. Este argumento refuerza el discurso de seguridad nacional y justifica posibles acciones contra México y otros países latinoamericanos. Sin embargo, el documento no aborda la lucha contra la demanda de drogas en Estados Unidos, dejando claro que el foco está en la intervención exterior más que en resolver problemas internos. Intervenir a Latinoamérica y atacar a China es una actividad quirúrgica que es vendida a través de los megáfonos de falacias de las Redes Socieales.
Otro aspecto preocupante del Proyecto 2025 es su insistencia en financiar universidades y think tanks que promuevan el mercado libre y combatan las «ideas socialistas» en la región. Según Cabral y Busatto, este tipo de medidas no busca un desarrollo inclusivo, sino consolidar un modelo económico que favorece a las élites locales y extranjeras, perpetuando la desigualdad. Además, el énfasis en la desregulación económica y la reducción de impuestos refleja una estrategia para hacer de América Latina un espacio más favorable para los intereses corporativos estadounidenses.

Volver a la “mentalidad de bloques”
El contexto en el que se presenta el Proyecto 2025 refleja un intento de revivir una mentalidad de bloques geopolíticos, donde América Latina es vista no como un socio, sino como un terreno de disputa. Al caracterizar a China como un enemigo común, se pretende legitimar acciones de intervención que respondan más a los intereses de una política exterior agresiva que a las necesidades reales de la región. Como concluyen Cabral y Busatto, esta narrativa es una continuación de las estrategias imperialistas del pasado, adaptadas a las dinámicas del siglo XXI.
La estrategia conservadora detrás de este proyecto muestra que las políticas de intervención en América Latina siguen siendo una herramienta recurrente para promover los intereses hegemónicos de Estados Unidos. Lejos de estabilidad o desarrollo, el Proyecto 2025 utiliza la excusa de “intervenir a Latinoamérica y atacar a China” para mantener su influencia en la región, reforzando discursos que ignoran las complejidades de las relaciones internacionales y las necesidades de los pueblos latinoamericanos.
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En última instancia, lo que plantea el Proyecto 2025 no es solo una amenaza a la soberanía de los países latinoamericanos, sino también un intento de consolidar un orden global donde las narrativas simplistas y los intereses particulares prevalecen sobre el diálogo y la cooperación internacional. Esto evidencia que, en lugar de aprender de los errores del pasado, Estados Unidos parece dispuesto a repetirlos, esta vez bajo el pretexto de enfrentarse a China y su influencia en el mundo.

