En México es palpable que los inmigrantes “valen madre para el Estado”

La expresión mexicana “valer madre”, que denota desinterés, inutilidad o desconsideración, parece ser el reflejo de la situación que enfrentan miles de inmigrantes en México. Desde Tapachula, en la frontera con Guatemala, hasta Tijuana, en el límite con Estados Unidos, la desesperación y el abandono marcan su día a día. Esta travesía, que para muchos comienza incluso desde el sur del continente, atraviesa territorios peligrosos, como la selva del Darién, y se topa con la indiferencia y el olvido por parte de las autoridades mexicanas.

Los albergues, desbordados en su capacidad, se convierten en un lujo inalcanzable para la mayoría. Las plazas públicas, en lugares como la alcaldía Tláhuac de Ciudad de México, se llenan de tiendas de campaña, un refugio frágil ante la adversidad del clima y la escasez. “No les llevan alimentos, ni baños, ni agua”, critica Belinda Haro, experta en Estudios de Migración Internacional. Este abandono no solo es físico sino también burocrático. Las citas con autoridades migratorias para obtener visas humanitarias se convierten en una odisea, dejando a muchos en un limbo legal y humano.

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Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá, más de 417.000 personas han cruzado el peligroso Darién en su camino hacia Estados Unidos solo en este año. Ilustración MidJourney

Un problema muy grande

Este fenómeno migratorio no es menor. Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá, más de 417.000 personas han cruzado el peligroso Darién en su camino hacia Estados Unidos solo en este año. Entre ellos, la presencia de menores es alarmante, representando un 25% del total. Muchos de estos niños son apátridas, nacidos en el camino sin documentos, una generación perdida en la burocracia y el olvido.

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La situación en la frontera sur de México es un reflejo de una crisis migratoria que se agudiza. Más de 8.000 personas ingresan diariamente por esta vía, muchas de ellas provenientes de naciones como Venezuela, Haití y Ecuador en busca de ser inmigrantes en los EE.UU. Estos migrantes, que a menudo han buscado refugio en países como Perú, Chile o Colombia, se ven forzados a continuar su viaje debido al endurecimiento de políticas migratorias en estas naciones.

Una mejor vida esta al norte

Las historias de estos migrantes son diversas, pero un común denominador une sus relatos: la búsqueda de una vida mejor, lejos de la violencia, la pobreza y la inestabilidad política. Sin embargo, al llegar a México, se encuentran con un escenario hostil, donde la falta de recursos y la apatía gubernamental agravan su situación.

El trato hacia los inmigrantes en México no solo es una cuestión de recursos, sino también de voluntad política. La falta de presupuesto y programas efectivos para atender esta crisis es evidente. “No hay voluntad del gobierno en ayudarles”, afirma Belinda Haro, quien también se desempeña como coordinadora de servicios legales en el Programa Casa Refugiados. Esta desatención no solo afecta a los migrantes, sino que también impacta en las comunidades locales, generando tensiones y conflictos.

El trato inhumano y la falta de oportunidades para estos migrantes contrastan con la riqueza cultural y la historia de un país que, en otros tiempos, fue refugio para miles de exiliados. México, que en el pasado abrió sus puertas a españoles huyendo de la guerra civil, a judíos escapando del Holocausto y a sudamericanos evadiendo dictaduras, parece haber olvidado su legado de solidaridad y acogida.

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A pesar de la falta de apoyo gubernamental, son entidades como las ONG las que proveen asistencia y alivio a los migrantes. Ilustración MidJourney

Respuesta coordinada y humanitaria

Esta crisis migratoria no solo es un problema mexicano, sino un desafío regional que requiere una respuesta coordinada y humanitaria. La falta de políticas efectivas y la indiferencia no solo dejan en evidencia la incapacidad de México para manejar esta situación, sino que también ponen en riesgo la estabilidad y la seguridad de toda la región. La migración, un fenómeno intrínsecamente humano, requiere de soluciones que respeten la dignidad y los derechos de las personas.

En este contexto, la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales juegan un papel crucial para salvaguardar a los inmigrantes. A pesar de la falta de apoyo gubernamental, son estas entidades las que proveen asistencia y alivio a los migrantes. Sin embargo, su capacidad es limitada y no pueden suplir las responsabilidades del Estado. La solidaridad y el esfuerzo de estas organizaciones destacan la necesidad de un enfoque más humano y compasivo hacia la migración.

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Al Estado le vale madre

La realidad migratoria en México es un llamado a la reflexión y la acción. La indiferencia y la deshumanización de los migrantes no solo son una violación de sus derechos, sino también una traición a los principios y valores que deberían guiar a cualquier sociedad. Es imperativo que México y la comunidad internacional reconozcan y aborden esta crisis con la urgencia y la seriedad que merece.

La frase “valer madre para el Estado” no solo refleja la situación de los inmigrantes en México, sino también una crisis de valores y humanidad. La historia de México, un país forjado por y para los migrantes, debe ser un recordatorio de la necesidad de empatía y solidaridad en tiempos de crisis. Es hora de que México y el mundo escuchen y respondan al clamor de aquellos que, en busca de seguridad y oportunidades, se encuentran con muros de indiferencia y olvido.

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