El respaldo de México al presidente colombiano Gustavo Petro ha generado controversia y desatado sospechas de lo que algunos califican como un «golpe frío» en Colombia. La situación se originó a partir de la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de investigar a Petro y su campaña presidencial de 2022 por presuntas irregularidades financieras. La noticia ha sacudido el panorama político colombiano y ha tenido repercusiones en el ámbito internacional, con reacciones polarizadas que muestran cómo la disputa política trasciende fronteras. El apoyo expresado por la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha sido interpretado como una muestra de solidaridad, mientras que sectores opositores lo ven como un intento de influir en la política interna de Colombia.
El material original, titulado “Claudia Sheinbaum y la Cámara Baja de Estados Unidos se pronuncian sobre la investigación contra Petro”, fue publicado por Camila Osorio, corresponsal de cultura en EL PAÍS América. Osorio, que escribe desde Bogotá, ha trabajado en medios como La Silla Vacía, The New Yorker y ha colaborado como freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos. En el reportaje, Osorio expone la dinámica de apoyo internacional que se ha generado en torno a Petro y cómo se ha convertido en una figura polarizadora tanto dentro como fuera de su país. La presidenta de México, en su acostumbrada rueda de prensa matutina, envió un mensaje de solidaridad a su homólogo colombiano, mientras que el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja de Estados Unidos, Michael McCaul, respaldó la investigación, indicando que esta debía continuar para esclarecer la verdad.
Gustavo Petro denuncia un golpe
Gustavo Petro, desde el anuncio del CNE, ha calificado la medida como un intento de golpe institucional, evocando un término que ha cobrado relevancia en la política latinoamericana: el “golpe frío”. Esta expresión hace referencia a mecanismos legales o administrativos utilizados para desestabilizar gobiernos, sin necesidad de recurrir a la fuerza militar. Petro, quien ha basado gran parte de su discurso en su lucha contra lo que llama “la clase política tradicional”, ve en esta investigación una maniobra para minar su mandato. Sin embargo, a diferencia de los golpes militares tradicionales, el “golpe frío” se disfraza de procedimientos legales que intentan dar la apariencia de legalidad.

En su reacción, Gustavo Petro apeló a sus seguidores para que mantengan la calma, pero dejó claro que no permitirá que las instituciones subviertan el mandato popular. Recordó que ya había vivido algo similar en 2013, cuando fue destituido como alcalde de Bogotá por la Procuraduría General. “Esto no es nuevo, pero tampoco es justo. La democracia no puede ser socavada por decisiones burocráticas que buscan alterar el orden constitucional”, afirmó el presidente en un tono que denotaba tanto indignación como una renovada disposición para enfrentar a sus detractores. Desde la Casa de Nariño, sede del gobierno colombiano, el mandatario pidió a su cuerpo diplomático «explicar al mundo» el contexto de la investigación y por qué la considera una amenaza a la democracia.
De México con cariño
Las palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum llegaron como un baluarte de apoyo para Gustavo Petro, quien en medio de la tormenta política ha visto a sus aliados iberoamericanos movilizarse en su defensa. “Quiero hacer pública, patente, nuestra solidaridad con el presidente Petro”, dijo Sheinbaum, en la rueda de prensa conocida como La mañanera. La presidenta mexicana se refirió al proceso como una intromisión que desafía la estabilidad política de Colombia. “Es parte de nuestra política apoyar siempre que haya una injusticia”, añadió, en una declaración que generó diversas reacciones en ambos países. Desde la oposición colombiana, los comentarios de Sheinbaum fueron interpretados como una injerencia en los asuntos internos de la nación.
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Gustavo Petro, por su parte, ha intentado internacionalizar el conflicto, buscando respaldo en organismos multilaterales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En 2013, Petro acudió a este mismo ente para defenderse de lo que consideraba un ataque a su ejercicio como alcalde de Bogotá. Ahora, en su rol como presidente, la situación adquiere un matiz mucho más complejo. La CIDH podría intervenir, pero el proceso llevaría tiempo y no existe garantía de que el organismo tenga la capacidad de frenar el avance de la investigación del CNE.
Estados Unidos está con la verdad
Las implicaciones de este conflicto se extienden más allá de las fronteras colombianas. La postura de Estados Unidos, a través del presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja, Michael McCaul, ha sido de cautela, pero con un claro apoyo a las instituciones colombianas. “Mi completo apoyo a las instituciones que investigan el asunto. La verdad debe esclarecerse por el bien del pueblo colombiano y la integridad de nuestra relación bilateral”, escribió McCaul en la red social X. El contraste entre las posiciones de México y Estados Unidos no hace sino enfatizar la polarización política que vive el continente, con Gustavo Petro como uno de los protagonistas principales de este escenario.
A pesar de la gravedad de las acusaciones y del apoyo externo que ha recibido, Gustavo Petro enfrenta un camino lleno de obstáculos legales. El CNE tiene la capacidad de investigar las campañas electorales, pero no puede destituir a un presidente. Lo máximo que podría hacer, de encontrar irregularidades, sería imponer una multa. Sin embargo, la narrativa que se ha construido en torno a esta medida es la de un intento de destitución encubierta, lo que refuerza el discurso del mandatario sobre un supuesto “golpe frío”. Petro ha reiterado que no se dejará intimidar y que no permitirá que “cinco politiqueros pagos” socaven la voluntad popular.

Hablan las dos aceras
En Colombia, el caso ha dividido aún más a la opinión pública. Los simpatizantes de Gustavo Petro lo ven como una víctima de la élite política y económica que nunca aceptó su llegada al poder, mientras que sus detractores lo acusan de manipular el proceso para victimizarse y desviar la atención de las verdaderas irregularidades de su campaña. Entre tanto, la investigación formal podría durar más de un año, prolongando el ambiente de incertidumbre que ya se siente en el país. En cualquier caso, el presidente Petro parece estar dispuesto a llevar esta batalla hasta las últimas instancias, incluso si esto significa desafiar abiertamente a las instituciones.
La presencia de actores internacionales en este conflicto, como México y Estados Unidos, no hace sino complicar el escenario. La Casa Blanca, por ahora, se ha mantenido en silencio, pero las declaraciones de McCaul sugieren que podría haber un cambio en la postura oficial si el caso avanza. La pregunta que muchos se hacen en Colombia es hasta dónde estará dispuesto a llegar Gustavo Petro para defender su mandato y si logrará convertir este episodio en un impulso político, como lo hizo en su momento cuando fue destituido como alcalde.
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Por lo pronto, Petro parece haber encontrado en el apoyo de México un balón de oxígeno, pero la investigación continúa su curso, y el CNE sigue adelante con la recolección de pruebas. Mientras tanto, Colombia se prepara para lo que podría ser uno de los episodios más controvertidos de su historia reciente, con un presidente que no piensa ceder y que ya se ve a sí mismo en el espejo de líderes como Salvador Allende, dispuesto a luchar hasta el final.