En un esfuerzo conjunto sin precedentes, Estados Unidos y Panamá han decidido enfrentar el creciente desafío migratorio en la selva del Darién. Este acuerdo, firmado recientemente, busca frenar los flujos migratorios que atraviesan una de las rutas más peligrosas del mundo. La alianza promete cambios significativos en la región, aunque su implementación plantea serios retos logísticos y humanitarios.
El material original de esta pieza fue escrito por Carla Colome, periodista de EL PAÍS de España. Colome es cofundadora de la revista El Estornudo y ha escrito para People en Español. Nacida en Cuba y radicada en Nueva York, Carla comenzó sus estudios de periodismo en la Universidad de La Habana en 2013 y ha trabajado en diversas publicaciones de renombre. Su artículo titulado: “Estados Unidos y Panamá se alían para frenar la migración: de alambre de púas en la selva del Darién a la repatriación masiva” proporciona un análisis detallado de esta nueva colaboración binacional.
El mal camino del Darién
La selva del Darién, ubicada en la frontera entre Panamá y Colombia, se ha convertido en un punto crítico para los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos. En 2023, aproximadamente medio millón de personas intentaron cruzar esta peligrosa región, enfrentando amenazas de secuestro, robo, ataques de animales salvajes y enfermedades. La nueva estrategia, anunciada por los gobiernos de Joe Biden y José Raúl Mulino, incluye la financiación de vuelos para repatriar a los migrantes desde Panamá a sus países de origen.
El pasado 1 de julio, el canciller panameño Javier Martínez-Acha y el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, firmaron el acuerdo que pondrá en marcha un programa de asistencia extranjera financiado por el Departamento de Estado de EE.UU. Este programa forma parte de los objetivos de la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, firmada en junio de 2022, que busca gestionar de manera humana las fronteras en todo el continente americano. Según el comunicado del gobierno estadounidense, el acuerdo también contempla la capacitación y desarrollo de capacidades para fortalecer e institucionalizar procesos de repatriación seguros y humanos en Panamá.

Muchos duda su viabilidad
A pesar del optimismo oficial, existen dudas sobre la viabilidad de este acuerdo. Maureen Meyer, vicepresidenta de Programas de la organización estadounidense de derechos humanos WOLA, expresó sus reservas en una entrevista con DW. Meyer señaló que sin una inversión masiva de fondos y el desarrollo de las infraestructuras necesarias, es difícil imaginar un impacto significativo del acuerdo. La historia ha demostrado que las políticas centradas en la disuasión no tienen un impacto duradero en los flujos migratorios, pero sí afectan la seguridad y el bienestar de los migrantes.
Por su parte, Diego Chávez, gerente senior para América Latina y el Caribe del Instituto de Política Migratoria en Washington, compartió una visión similar. Chávez argumentó que la capacidad del gobierno panameño para crear una estrategia de repatriación efectiva es limitada, y que será necesario mucho tiempo para construir la infraestructura necesaria en un lugar como el Darién. Además, destacó que la llegada masiva de migrantes a Ciudad de Panamá podría generar tensiones sociales significativas.
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Obstáculos logísticos y políticos
La migración irregular es un desafío regional que requiere una respuesta coordinada. Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, afirmó que están agradecidos por la asociación con Panamá para gestionar los niveles históricos de migración en el hemisferio occidental. Sin embargo, la implementación de este acuerdo enfrenta obstáculos considerables, tanto logísticos como políticos.
En un comunicado reciente, la oficina del presidente panameño José Raúl Mulino declaró que el acuerdo permitirá cerrar el paso de inmigrantes ilegales por el Darién, un problema que ha derivado en una grave crisis humanitaria. Desde enero de este año, más de 195.000 migrantes han cruzado la selva, enfrentando innumerables peligros. Para hacer frente a esta situación, Panamá ha comenzado a instalar barreras de alambre de púas a lo largo del Tapón del Darién, una medida que busca gestionar el flujo migratorio y prevenir el crimen organizado en la zona.
Elecciones en Estados Unidos
La Administración de Joe Biden mantiene sus esfuerzos por detener la crisis migratoria en la frontera sur, uno de los temas clave en su camino a la reelección en las presidenciales del próximo noviembre. Además de las restricciones a las solicitudes de asilo anunciadas en junio y una mayor colaboración con México, el gobierno demócrata ha firmado este acuerdo con Panamá, que pretende detener los flujos migratorios a través de la selva del Darién. Aunque los vuelos de repatriación no tienen fecha de inicio, Estados Unidos ha asegurado que comenzará a cubrir los costos de las deportaciones en las próximas semanas.
El nuevo acuerdo ha generado escepticismo entre algunos expertos que creen que será casi imposible de implementar de manera efectiva. Según Maureen Meyer, las políticas enfocadas en la disuasión no tienen un impacto duradero en los flujos migratorios. La realidad en el Darién es compleja y los migrantes continúan arriesgándose a cruzar esta peligrosa ruta, a pesar de las barreras y los esfuerzos por repatriarlos.

Muchos intereses en juego
La selva del Darién se ha convertido en un símbolo de la lucha por controlar la migración irregular en América Latina. Con miles de personas cruzando diariamente, la región enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes. El acuerdo entre Estados Unidos y Panamá busca abordar este problema desde múltiples frentes, pero la implementación efectiva de sus medidas requerirá un esfuerzo coordinado y sostenido.
Carla Colome, en su artículo para EL PAÍS, destaca que la Administración de Joe Biden ha operado más de 120 vuelos internacionales de repatriación a más de 20 países en los últimos meses. Sin embargo, la capacidad de Estados Unidos para repatriar a todos los migrantes que cruzan el Darién es limitada. Los vuelos de repatriación pueden devolver entre 500 y 600 personas al día, una cifra insignificante comparada con el número total de migrantes que atraviesan la región.
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Un presidente recién electo
La oficina de José Raúl Mulino ha enfatizado que Panamá no será más un país de tránsito para los migrantes ilegales. En su discurso de investidura, el presidente panameño afirmó que no permitirá que Panamá sea un camino abierto para miles de personas que ingresan ilegalmente al país, impulsados por organizaciones internacionales relacionadas con el narcotráfico y el tráfico de personas. Mulino ha pedido a las fuerzas de seguridad panameñas que apliquen la ley con estricto respeto a los derechos humanos y con apego a la defensa de los intereses nacionales.
La colaboración entre Estados Unidos y Panamá para re-taponar el Darién representa un esfuerzo significativo para abordar la crisis migratoria en la región. Sin embargo, la efectividad de este acuerdo dependerá de la capacidad de ambos países para implementar sus medidas de manera coordinada y sostenible. La selva del Darién seguirá siendo un punto crítico en la lucha por controlar la migración irregular, y las políticas implementadas en los próximos meses serán determinantes para el futuro de miles de migrantes que buscan una vida mejor en América del Norte.