Unión Europea adquiere más gas ruso que antes de las hostilidades con Ucrania

En medio de las crecientes tensiones y el recrudecimiento del conflicto con Ucrania, la Unión Europea ha incrementado notablemente su dependencia del gas natural licuado (GNL) proveniente de Rusia. Las cifras son elocuentes: las compras de gas por parte de la UE desde Rusia han crecido en un asombroso 40% entre enero y julio en comparación con el mismo período de 2021.

Global Witness, una prestigiosa organización no gubernamental, informó que, durante los primeros siete meses del año en curso, los países europeos gastaron casi 5.300 millones de euros en GNL ruso, lo que significa más de la mitad de sus importaciones totales. Estos datos sorprendentes se corroboran con la información proporcionada por Eurostat, que muestra cómo Rusia ha escalado posiciones para convertirse en el segundo mayor proveedor de GNL para la eurozona durante el primer trimestre de 2023, solo siendo superado por Estados Unidos y dejando atrás a potencias exportadoras como Qatar, Argelia, Noruega y Nigeria.

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A la Unión Europea le queda un largo camino para independizarse de Moscú. Ilustración MidJourney

Paradoja en la Unión Europea

Este fenómeno parece paradójico cuando recordamos que, en marzo de 2022, la Unión Europea lanzó con gran fanfarria el plan REPowerEU. Esta iniciativa tenía como objetivo primordial eliminar de manera progresiva la dependencia del gas ruso para el año 2027, en respuesta a las sanciones europeas contra el sector energético de Rusia debido a su papel en el conflicto ucraniano. Sin embargo, la realidad actual muestra una UE que todavía tiene «un largo camino por recorrer» para alcanzar dicha meta.

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El gasoducto Yamal LNG, en funcionamiento desde 2018, ha sido el principal conducto por el cual el gas natural licuado ruso ha inundado el mercado europeo. Se espera que su capacidad alcance la impresionante cifra de 20 millones de toneladas de gas al año. Dos gigantes energéticos, la francesa Total y la británica Shell, han sido los principales comercializadores de este gas en el continente europeo, evidenciando la profunda penetración y la aceptación de esta fuente de energía rusa en el mercado.

Miremos los escenarios

Alex Frawley, destacado analista principal de GNL en la consultora ICIS, señala las complicaciones que enfrentaría Europa si decidiera cortar este suministro: «Una prohibición de las importaciones por parte de la UE causaría trastornos significativos en el suministro de gas. Se necesitaría una reestructuración completa de la estructura comercial global». Además, Frawley indica que muchos clientes europeos han expresado su intención de continuar con la adquisición de los volúmenes de GNL ya contratados, a menos que haya una prohibición política que lo impida.

La dependencia energética de la Unión Europea con respecto a Rusia no es un fenómeno nuevo, pero el reciente aumento en la adquisición de gas ruso pone en relieve la complejidad de las relaciones geopolíticas y comerciales en el continente. Historiadores y políticos consultados sobre el tema sugieren que, a pesar de las tensiones políticas y las sanciones, las necesidades energéticas y económicas a corto plazo a menudo eclipsan las consideraciones geopolíticas a largo plazo.

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La diversificación es la salida, además de volverse operador de la oferta y demanda. Ilustración MidJourney

Diversificar es la saida

La situación plantea interrogantes sobre el futuro energético de la Unión Europea y su capacidad para diversificar sus fuentes de suministro. Si bien el plan REPowerEU sigue siendo una declaración de intenciones, la realidad actual sugiere que la Unión Europea tiene que enfrentar grandes desafíos para disminuir su dependencia del gas ruso y garantizar una seguridad energética sostenible en el futuro.

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Mientras las hostilidades con Ucrania persistan y la diplomacia se esfuerce por encontrar soluciones, el gas ruso seguirá fluyendo hacia Europa, recordándonos que, en la compleja trama de la geopolítica, la energía sigue siendo uno de los hilos conductores más potentes.

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