Si Occidente divide a Rusia, el ganador inadvertido sin dudas sería la República China

La noción de desintegrar la Federación Rusa, una idea que ha cobrado fuerza en algunos círculos de política exterior occidentales, podría transformarse en una ventaja inesperada para China. Susan Smith-Peter, profesora de Historia Rusa en la City University de Nueva York, advierte que los sueños de una Rusia «desintegrada» podrían convertirse en una pesadilla para Occidente y una oportunidad dorada para China.

En un mundo donde los nombres en los mapas cobran una importancia crítica, especialmente en territorios fronterizos, China ha comenzado a reafirmar su historia en el Lejano Oriente ruso. A principios de 2023, el Ministerio de Recursos Naturales chino decretó el uso de nombres chinos antiguos para áreas en el actual Lejano Oriente de Rusia. Vladivostok, la sede de la flota rusa del Pacífico, fue renombrada como Haishenwai, y la isla Sakhalin se transformó en Kuyedao. Más tarde, un mapa mostraba el territorio ruso en disputa de la isla Bolshoi Ussuriysky dentro de las fronteras de China, reflejando una postura más audaz.

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A principios de 2023, el Ministerio de Recursos Naturales chino decretó el uso de nombres chinos antiguos para áreas en el actual Lejano Oriente de Rusia. Ilustración MidJourney

Una Rusia fragmentada

Estos cambios cartográficos coinciden con los crecientes rumores y propuestas en Occidente de fragmentar la Federación Rusa en múltiples estados menores, con la esperanza de reducir su desafío a Occidente y su capacidad bélica en Ucrania. Aunque la posibilidad de una Rusia dividida parece lejana, es crucial explorar temas como el apetito por la independencia en las regiones lejanas del Estado ruso y las consecuencias de posibles movimientos separatistas en el Lejano Oriente, tanto para Occidente como para China.

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La idea de desintegrar Rusia ha ganado tracción desde el inicio de la guerra en Ucrania. Autores como Janusz Bugajski en su libro «Estado fallido: una guía para la ruptura de Rusia», y analistas como David Ignatius y Alexander J. Motyl, han debatido las implicaciones y viabilidad de tal escenario. Sin embargo, la realidad en las regiones rusas es compleja. Aunque algunas regiones, como Tartaristán y Daguestán, muestran un genuino interés en la autonomía, la mayoría no posee un apoyo masivo hacia la independencia plena, particularmente aquellas rodeadas por la Federación Rusa. Las regiones con fronteras exteriores, como algunas en el Cáucaso Norte, enfrentan su propio conjunto de desafíos históricos y geopolíticos.

China es la doliente

En el Lejano Oriente ruso, la situación es aún más delicada. La región, incluyendo Amur y Vladivostok, fue arrebatada a China en el siglo XIX, y aunque los tratados fronterizos post-1991 han buscado estabilizar la situación, no todos en China aceptan estos acuerdos. La región sigue siendo un punto de tensión, con el temor en Rusia y Occidente de que una China intervencionista pueda ejercer su influencia en caso de una potencial independencia de estas áreas.

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Los sueños occidentales de una Federación Rusa desintegrada podrían convertirse, sin darse cuenta, en el mayor regalo para China. Ilustración MidJourney

La desintegración de Rusia no solo proporcionaría a China un terreno fértil para expandir su influencia económica y política, sino que también podría distraer la atención de sus desafíos internos, como la crisis económica estructural y las brechas en la educación rural. Sin embargo, también representa un riesgo de seguridad, dado el precedente de regiones como Xinjiang, donde la inestabilidad puede propagarse rápidamente.

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Doctrina militar rusa

Los llamados a la desintegración de la Federación Rusa, lejos de debilitar a Putin, podrían estar unificando a Rusia. Muchos rusos que inicialmente estaban en contra de la guerra en Ucrania se han convertido en partidarios reacios, motivados por la propaganda que enfatiza la amenaza de Occidente a la integridad territorial de Rusia. La doctrina militar rusa desde 2021 ha subrayado esta amenaza, considerando los movimientos «destinados a violar la unidad y la integridad territorial de la Federación Rusa» como uno de los principales desafíos del país.

Mientras Occidente contempla la posibilidad de una Rusia fragmentada, podría estar pasando por alto el problema real de ayudar a Ucrania a proteger su propia integridad territorial. Al mismo tiempo, los sueños occidentales de una Federación Rusa desintegrada podrían convertirse, sin darse cuenta, en el mayor regalo para China, proporcionándole una oportunidad sin precedentes para expandir su influencia en una región históricamente conflictiva y estratégicamente vital.

 

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