Ansias de matar del ejército israelí los hace olvidar las reglas de combate internacional

En un escenario marcado por el estruendo de los bombardeos y la desesperación de los que buscan refugio entre las ruinas, emerge un tema recurrente y perturbador: el aparente olvido de las reglas de combate internacional por parte de algunas facciones del ejército israelí. A medida que las hostilidades se intensifican en Gaza, las acciones militares desencadenadas en respuesta a ataques previos parecen traspasar los límites establecidos por el derecho internacional humanitario. Estas reglas, diseñadas para poner coto a la barbarie de la guerra y proteger a los más vulnerables, se desdibujan en un telón de fondo donde las ansias de represalia tiñen cada operación.

El material presentado por Antonio Pita, corresponsal de larga trayectoria para EL PAÍS, expone una realidad sombría. Con una amplia experiencia en la cobertura de conflictos internacionales y un profundo conocimiento adquirido en su paso por Jerusalén y los Balcanes, Pita ofrece un relato conmovedor bajo el título “La ofensiva de Israel en Gaza asesta un duro golpe a la ayuda humanitaria con 200 cooperantes muertos en seis meses”. A través de sus palabras, dibuja un panorama desolador en el que el bombardeo que mató a siete miembros de la ONG de José Andrés, World Central Kitchen, se convierte en el símbolo de una tragedia mayor. Esta situación no solo evidencia el alto coste humano de las hostilidades, sino que también plantea serias preguntas sobre el respeto a las reglas de combate que deberían regir incluso en tiempos de guerra.

Israelitas no tienen reglas de combate

La dinámica de la confrontación en Gaza revela un patrón alarmante de ataques que, lejos de ser incidentes aislados, forman parte de una cadena de acciones que socavan los principios básicos de humanidad. El impacto desproporcionado de la guerra en la población civil y los trabajadores humanitarios, con cerca de 200 víctimas mortales en el espacio de seis meses, resalta una realidad inquietante: la frecuente omisión de las reglas de combate destinadas a salvaguardar vidas inocentes. Este escenario se agrava por declaraciones como las del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien, desde su convalecencia, calificó el ataque a World Central Kitchen de “trágico” y “no intencionado”, prometiendo una investigación mientras relativizaba el hecho con un lacónico “Sucede en la guerra”.

reglas de combate
La práctica del “deconfliction”, pese a ser una herramienta crítica para evitar tales tragedias, ha demostrado ser insuficiente en el caótico escenario de Gaza. Incidentes como el bombardeo de un convoy de ayuda humanitaria claramente identificado y previamente coordinado con el ejército israelí subrayan las deficiencias en la implementación de mecanismos de protección para los que brindan asistencia esencial en el terreno. Ilustración MidJourney

La tragedia se extiende más allá de un solo ataque, revelando un sistema donde la coordinación y la comunicación entre las partes en conflicto, esenciales para prevenir bajas entre los trabajadores de ayuda humanitaria, parecen fallar con alarmante regularidad. La práctica del “deconfliction”, pese a ser una herramienta crítica para evitar tales tragedias, ha demostrado ser insuficiente en el caótico escenario de Gaza. Incidentes como el bombardeo de un convoy de ayuda humanitaria claramente identificado y previamente coordinado con el ejército israelí subrayan las deficiencias en la implementación de mecanismos de protección para los que brindan asistencia esencial en el terreno.

“No es un incidente aislado”

La situación en Gaza no solo pone de manifiesto la vulnerabilidad de los trabajadores humanitarios y la población civil, sino que también refleja las complejidades de un conflicto en el que las líneas entre el combate y la protección humanitaria se difuminan. Las palabras del coordinador humanitario de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Jamie McGoldrick, resuenan con un sentido de urgencia al recordar que el reciente bombardeo “no es un incidente aislado”. Este reconocimiento apunta a una necesidad crítica de revisar y reforzar las reglas de combate para asegurar que los principios humanitarios no se releguen a un segundo plano ante la intensidad del conflicto.

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A medida que el mundo observa con preocupación el desenlace de los acontecimientos en Gaza, se hace evidente la importancia de mantener un diálogo abierto y constructivo sobre las reglas de combate y su aplicación en tiempos de guerra. La situación descrita por Antonio Pita y otros corresponsales en la zona no solo llama la atención sobre las inmediatas consecuencias humanitarias de la ofensiva militar, sino que también plantea preguntas profundas sobre la ética de la guerra y la responsabilidad de las fuerzas armadas de adherirse a normas internacionales que han sido acordadas para proteger a los más vulnerables en tiempos de conflicto.

La trágica muerte de casi 200 trabajadores humanitarios en Gaza, destacada por el coordinador humanitario de la ONU, Jamie McGoldrick, pone de relieve una devastadora realidad que triplica cifras de conflictos en Siria, Afganistán o Somalia. Esta alarmante tasa de bajas, resultado del conflicto desatado por el ataque sorpresa de Hamás, subraya la gravedad de la situación en los Territorios Palestinos Ocupados.

Tendencia hacia el «gatillo fácil»

La ofensiva en Gaza, con su desproporcionado impacto en los trabajadores humanitarios y la infraestructura civil, desafía la noción de que las reglas de combate sirven como un freno efectivo contra la barbarie de la guerra. La pérdida de casi 200 vidas humanitarias en el transcurso de seis meses subraya un desprecio alarmante por estas normas, especialmente cuando se considera la importancia crucial de la ayuda humanitaria en contextos de crisis. Este hecho, junto con la destrucción de instalaciones esenciales y el bloqueo de convoyes de ayuda, no solo agrava la ya grave situación humanitaria en Gaza, sino que también socava los esfuerzos internacionales para proporcionar alivio y soporte a las poblaciones afectadas por el conflicto.

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Esta predisposición a la violencia, exacerbada por una atmósfera de ansiedad y deseo de represalia, plantea serios interrogantes sobre la disciplina militar y el respeto por las normativas que buscan minimizar el daño a la población civil y a los trabajadores humanitarios. Ilustración MidJourney.

El testimonio de Yagil Levy, profesor de Ciencias Políticas y experto en sociología militar, resalta una preocupante tendencia hacia el «gatillo fácil» por parte de las fuerzas israelíes. Esta predisposición a la violencia, exacerbada por una atmósfera de ansiedad y deseo de represalia, plantea serios interrogantes sobre la disciplina militar y el respeto por las normativas que buscan minimizar el daño a la población civil y a los trabajadores humanitarios. La aparente facilidad con la que se violan estas reglas refleja una urgente necesidad de reevaluar y fortalecer los mecanismos de control y rendición de cuentas dentro de las fuerzas armadas.

Son más los que odian

Además, la reacción de la comunidad internacional y el público en general hacia estos incidentes revela un panorama complejo de percepciones y opiniones divididas. Mientras algunos sectores de la sociedad israelí se muestran indiferentes o incluso hostiles hacia la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, otros alrededor del mundo exigen una mayor rendición de cuentas y transparencia en las operaciones militares. Este choque de perspectivas subraya la importancia de mantener un diálogo abierto sobre las implicaciones éticas de las estrategias militares y el imperativo de proteger a los inocentes en cualquier conflicto.

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La situación en Gaza, por tanto, se convierte en un llamado a la reflexión sobre la naturaleza de la guerra en el siglo XXI y el papel que juegan las reglas de combate en la limitación de sus horrores. A medida que los conflictos se vuelven más urbanizados y la distinción entre combatientes y no combatientes se vuelve cada vez más borrosa, la necesidad de adherirse a principios humanitarios y éticos se hace más apremiante. Las fuerzas armadas de todo el mundo deben no solo ser entrenadas en el arte de la guerra, sino también en la comprensión de las consecuencias humanitarias de sus acciones.

En última instancia, la tragedia que se desarrolla en Gaza sirve como un recordatorio sombrío de que la guerra nunca debe liberar a las partes involucradas de su responsabilidad hacia la humanidad. A medida que los esfuerzos de ayuda humanitaria se ven obstaculizados por acciones militares que parecen despreciar las reglas de combate, es imperativo que la comunidad internacional, los líderes políticos y militares, y cada individuo reflexionen sobre el precio de la violencia y busquen caminos hacia la paz y el respeto mutuo. En un mundo cada vez más interconectado, la solidaridad y el compromiso con los principios humanitarios deben prevalecer sobre las ansias de conflicto y destrucción.

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