Parlamento Europeo se debate entre presionar a Cuba con sanciones o seguir el diálogo

En un contexto global cada vez más polarizado, el Parlamento Europeo se encuentra en un dilema crucial: optar por presionar a Cuba con sanciones o continuar por la vía del diálogo. Esta encrucijada refleja no solo las tensiones internacionales actuales sino también el desafío de equilibrar los principios democráticos con la pragmática política exterior.

La resolución aprobada recientemente, que solicita sanciones individualizadas contra responsables de violaciones a los derechos humanos en Cuba y sugiere la activación de la cláusula democrática para iniciar un procedimiento que podría suspender el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación, ha encendido el debate sobre la efectividad y moralidad de las sanciones como herramienta de política exterior.

Presionar a Cuba o diálogo

Mirra Banchón, periodista de Deutsche Welle, en su reportaje: «Eurocámara endurece el tono con Cuba», detalla los contornos de este debate, subrayando la división de opiniones entre los eurodiputados. Este trabajo editorial, sustentado en entrevistas con eurodiputadas que votaron a favor y en contra de la resolución, pone de relieve las complejidades de la situación cubana y la respuesta europea.

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La eurodiputada Mónica Silvana González, del bloque socialista, que votó en contra de la resolución, destaca la necesidad de entender la situación cubana en un contexto más amplio y cuestiona la equidad de la respuesta europea, comparándola con situaciones similares en otros países como Túnez. Ilustración MidJourney

Por un lado, se argumenta que después de seis años del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, la situación de derechos humanos y libertades en Cuba no solo no ha mejorado, sino que ha involucionado, justificando así un endurecimiento de postura. Por otro lado, la oposición a la resolución critica la efectividad de las sanciones y aboga por un enfoque más dialogante y cooperativo, incluso en tiempos de crisis.

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La decisión de presionar a Cuba surge en un momento de deterioro de las libertades en la isla, con un aumento de detenciones sin juicio y más de mil presos de conciencia. La ausencia de organizaciones disidentes en los diálogos formales con la Unión Europea y la negativa de La Habana a permitir la entrada de una delegación ad hoc del Parlamento Europeo en noviembre de 2023 son vistas como evidencia de que el acuerdo actual no ha logrado sus objetivos de promover una mejora en los derechos humanos y la democratización.

Mónica Silvana González

En medio de este debate, la eurodiputada Mónica Silvana González, del bloque socialista, que votó en contra de la resolución, destaca la necesidad de entender la situación cubana en un contexto más amplio y cuestiona la equidad de la respuesta europea, comparándola con situaciones similares en otros países como Túnez. Por su parte, Soraya Rodríguez, eurodiputada del bloque liberal que se inclina por presionar a Cuba, argumenta a favor de la resolución, señalando la alarmante situación social, de seguridad alimentaria y sanitaria en Cuba como indicativos de un sistema político y económico fallido que no se soluciona con más represión.

El debate parlamentario también incluyó la defensa del acuerdo por parte de la comisaria de Asociaciones Internacionales, Juta Urppilainen, quien enfatizó la importancia de mantener un compromiso crítico y constante con Cuba, incluso en el contexto de una grave crisis. La propuesta de proyectos de biotecnología y apoyo a las reformas para facilitar la creación de micro, pequeñas y medianas empresas en el marco del programa Global Gateway fue presentada como una forma de apoyar a Cuba sin ignorar los problemas de derechos humanos y libertades.

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Soraya Rodríguez, eurodiputada del bloque liberal que se inclina por presionar a Cuba, argumenta a favor de la resolución, señalando la alarmante situación social, de seguridad alimentaria y sanitaria en Cuba como indicativos de un sistema político y económico fallido. Ilustración MidJourney.

La delicadeza es importante

Este enfoque dual, que combina la presión con el diálogo y la cooperación, refleja la complejidad de las relaciones internacionales y el desafío de promover cambios significativos en regímenes autoritarios sin exacerbar las tensiones o empeorar la situación de la población. La inclusión de la cláusula democrática en los acuerdos europeos con países terceros, que prevé su suspensión en caso de violaciones flagrantes a los derechos humanos, es un recordatorio de los principios que la Unión Europea busca promover, aunque su activación sea rara.

La resolución del Parlamento Europeo, por lo tanto, no solo busca presionar a Cuba sino también enviar un mensaje claro sobre la importancia de los derechos humanos y la democracia. Sin embargo, como señala Mónica Silvana González, hay sectores políticos que prefieren vivir del conflicto, recordando políticas pasadas como la posición común impulsada por el gobierno español bajo José María Aznar en 1996, que fue derogada con el acuerdo actual.

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La necesidad de mantener un acuerdo con Cuba, a pesar de las críticas, subraya el consenso europeo en contra del bloqueo y la inclusión de Cuba en la lista de países que fomentan el terrorismo, así como la búsqueda de perspectivas futuras que respeten los valores de la revolución cubana mientras se adaptan a las demandas actuales de las generaciones más jóvenes.

Activar la cláusula democrática

La decisión de activar la cláusula democrática en el caso de Cuba, y la discusión sobre el uso de sanciones individuales contra figuras claves del gobierno cubano, incluido Miguel Díaz-Canel, reflejan un punto de inflexión en la política europea hacia Cuba. Aunque el camino hacia la reforma y el cambio en Cuba es incierto, el debate en el Parlamento Europeo ilustra la tensión entre los ideales de democracia y derechos humanos y las realidades políticas y estratégicas de la política exterior.

En última instancia, la resolución adoptada este 29 de febrero de 2024, con 285 votos a favor, 172 en contra y 45 abstenciones, simboliza un intento de equilibrar estos principios con la esperanza de influir positivamente en la situación de La Habana, reconociendo al mismo tiempo los límites y desafíos de la acción externa como sería el presionar a Cuba sin agotar todas las herramientas diplomáticas.

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