¿El Fin del Orden Mundial? Un error podría desencadenar la III Guerra Mundial

En un contexto en el que el concepto de «Orden Mundial» parece cada vez más frágil, las fuerzas geopolíticas están interactuando de manera peligrosamente eficaz para desbalancear los poderes establecidos. En este caldo de cultivo, un error de concepto o un acto de intolerancia podrían ser suficientes para detonar una confrontación de magnitud catastrófica, que muchos ya se atreven a llamar la Tercera Guerra Mundial.

Los datos son preocupantes. Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en un corte del 24 de abril de 2023, los gastos militares mundiales aumentaron a 2,24 billones de dólares en 2023, un incremento del 3,7% en términos reales en 2022.

Tensión en Orden Mundial

Este aumento en gasto militar parece reflejar una tensión creciente entre las naciones. Como advierte el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Chicago, John Mearsheimer, «estamos viviendo en un mundo multipolar en el que las antiguas garantías ya no son confiables».

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La polarización política en naciones fuertes es un síntoma que preocupa. Ilustración MidJourney

Simultáneamente, organismos como la ONU han señalado el incremento de tensiones étnicas, religiosas y políticas en diferentes regiones del mundo. Conflictos latentes en lugares como Ucrania, Taiwán, y el Mar del Sur de China, entre otros, son polvorines que podrían encenderse con una chispa. En palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres, «el mundo nunca ha estado tan cerca de una catástrofe nuclear desde la Guerra Fría«. El Orden Mundial podría en cualquier momento deconstruirse.

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Parecido al clima de la I Guerra

Esta preocupación es compartida por expertos en historia. La Dra. Margaret MacMillan, historiadora de la Universidad de Oxford, compara el clima actual con el período previo a la Primera Guerra Mundial, donde una serie de alianzas y tratados ocultos llevaron a una guerra que nadie deseaba pero que pocos pudieron evitar. «Si observamos las complejas relaciones entre las potencias actuales, vemos un patrón similar. Un pequeño error podría desencadenar una respuesta en cadena», advierte.

Los riesgos son especialmente altos en el ámbito tecnológico. El actual Orden Mundial tiene grandes inversiones en Investigación y Desarrollo. Con la ciberguerra como una realidad inminente, un pequeño grupo de hackers o incluso un individuo podrían causar daños devastadores. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha señalado que los ataques cibernéticos constituyen una de las mayores amenazas para la seguridad nacional, con potencial para desencadenar conflictos a gran escala. Un informe del Foro Económico Mundial también sitúa los ataques cibernéticos entre los riesgos globales más probables y potencialmente devastadores para el próximo decenio.

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La guerra cibernética puede ser a puerta de entrada a la III Guerra Mundial. Ilustración MidJourney

Viviendo con el enemigo

El Orden Mundial que nos rige no es nuevo. Él mismo acuño para su protección el constructo del “enemigo interno”. Esa idea que parecía en un momento histórico lejana, tomo fuerzas. Tal vez por el peso de las palabras. Tal vez porque esa imagen fue previsualizada.

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Por otro lado, la polarización política interna en países clave podría jugar un papel fundamental. Según el Pew Research Center, el 85% de los estadounidenses, por ejemplo, se ven a sí mismos en lados opuestos en relación a sus compatriotas en temas políticos fundamentales. Esta división interna puede hacer que los líderes busquen distracciones externas o adopten políticas más agresivas como muestra de fortaleza, aumentando así las posibilidades de un conflicto externo.

La acumulación de tensiones geopolíticas, el aumento en gastos militares, los conflictos latentes, la ciberguerra y la polarización política son ingredientes de un cóctel explosivo. En un mundo interconectado pero fragmentado, la posibilidad de que un error desencadene una guerra de consecuencias inimaginables no es un escenario de ciencia ficción, sino una preocupante realidad. Es imperativo, por tanto, que las naciones y los organismos internacionales tomen medidas drásticas para restaurar la confianza y promover el diálogo, antes de que un pequeño error se convierta en un cataclismo irreversible.

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