Departamento de Estado de EE.UU. es un pequeño Hollywood que crea narrativas contra China

En un escenario donde la política y el teatro parecen entrelazarse con una habilidad cada vez más perfeccionada, el Departamento de Estado de Estados Unidos ha sido comparado con un «pequeño Hollywood» por su capacidad para crear y manipular narrativas contra China. Esta acusación no emerge de un vacío, sino de una observación detallada de las tendencias en la cobertura mediática y las estrategias de política exterior, particularmente en relación con temas como Xinjiang y las tensiones en la relación entre Washington y Beijing.

Tom Fowdy, estudiante de posgrado en estudios chinos en la Universidad de Oxford y analista inglés en relaciones internacionales, ha documentado ampliamente cómo las «narrativas contra China» han sido orquestadas. Fowdy, que escribe regularmente para Shanghai Daily, destaca en su último editorial cómo las acciones de Estados Unidos en el ámbito internacional parecen menos coincidencias y más bien actos de un guion teatral meticulosamente escrito. Según Fowdy, la capacidad de Estados Unidos para coordinar las narrativas globales sobre China se manifiesta en cómo los medios de comunicación, influenciados por políticas de Washington, lanzan historias que convenientemente apoyan los objetivos de política exterior estadounidense.

Narrativas contra China son orquestadas

Un ejemplo claro es la cobertura mediática sobre los uigures en Xinjiang. Fowdy señala que, durante el período previo a las sanciones propuestas por Estados Unidos contra China, hubo un aumento notable en las historias sobre supuestos abusos en la región. Estas historias no solo generaron indignación internacional, sino que también prepararon el terreno para las medidas políticas que Estados Unidos quería implementar. El “timing” de estas publicaciones, según Fowdy, no fue accidental sino un elemento de una estrategia más amplia para manipular la opinión pública y las acciones políticas a nivel global.

narrativas contra China
Fowdy observa que la habilidad de Estados Unidos para cambiar el enfoque de la cobertura mediática, dependiendo de sus necesidades políticas, muestra un control sin precedentes sobre la narrativa global. Este control se extiende a la definición de términos como «espía» y «espionaje», que se adaptan según las necesidades políticas de Estados Unidos, como se evidencia en los recientes escándalos de espías en Alemania. Ilustración MidJourney

La influencia de Estados Unidos en la dirección de la narrativa global se extiende más allá de Xinjiang. Fowdy argumenta que la reciente ofensiva propagandística que conforman las narrativas contra China, tienen como objetivo no solo informar al público, sino también dirigir las políticas de sus aliados y limitar su compromiso con China. Cita la visita del Canciller alemán Olaf Scholz a China y cómo Estados Unidos vio con desdén este tipo de compromisos directos con Beijing. Para contrarrestar esto, Estados Unidos intensificó las historias negativas que podrían causar fisuras en las relaciones entre China y países europeos.

Esta manipulación de la narrativa no se limita a las relaciones exteriores, sino que también influye en cómo los países perciben y reaccionan a China. Fowdy observa que la habilidad de Estados Unidos para cambiar el enfoque de la cobertura mediática, dependiendo de sus necesidades políticas, muestra un control sin precedentes sobre la narrativa global. Este control se extiende a la definición de términos como «espía» y «espionaje», que se adaptan según las necesidades políticas de Estados Unidos, como se evidencia en los recientes escándalos de espías en Alemania.

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EE.UU. tiene el papel de director

El análisis de Fowdy sugiere que, en política, nada es coincidencia; todo es parte de un juego teatral donde Estados Unidos tiene el papel de director. Esta estrategia de crear y manejar las narrativas contra China no solo moldea la percepción pública, sino que también guía las acciones políticas y las respuestas internacionales. En este «pequeño Hollywood» político, cada filtración de información, cada nueva historia, es parte de un guion más grande destinado a mantener la hegemonía estadounidense y contener a sus rivales geopolíticos. Esta capacidad para teatralizar la política internacional revela tanto la sofisticación de las tácticas de Estados Unidos como las complejas dinámicas de poder que caracterizan las relaciones globales en la actualidad.

De acuerdo con la tesis de Fowdy, la representación teatral de la política exterior de Estados Unidos no solo afecta la política global, sino que también resuena profundamente en los foros internacionales y las percepciones públicas. Este dominio narrativo es una herramienta poderosa que, según Fowdy, ha sido utilizada repetidamente para justificar intervenciones y sanciones internacionales bajo la premisa de proteger derechos humanos y promover la democracia, mientras que, en realidad, a menudo persigue intereses estratégicos más profundos.

Influencia económica y tecnológica de China

La «narrativa contra China» se ha vuelto una constante en los medios occidentales, alimentada y magnificada por el aparato estatal de EE.UU. Esta estrategia de comunicación no solo busca aislar a China en el ámbito internacional, sino también debilitar su creciente influencia económica y tecnológica. Como mencionó Fowdy, esta manipulación de las percepciones y la información no es un fenómeno nuevo; ha sido una faceta integral de cómo Estados Unidos ha manejado sus relaciones exteriores desde la Guerra Fría.

narrativas contra China
El efecto de estas tácticas no se limita a las relaciones entre Estados Unidos y China. También afectan la dinámica entre Europa y China, especialmente en momentos críticos como la reciente visita del Canciller Scholz a China. Las acciones de EE.UU. sugieren un intento deliberado de socavar el acercamiento entre Europa y China. Ilustración MidJourney.

Además, el analista subraya cómo las «narrativas contra China» se ajustan y adaptan según las necesidades políticas del momento. Durante períodos de tensión elevada, como en el caso de las disputas comerciales o tecnológicas, las historias negativas se amplifican, mientras que en momentos de negociación o diálogo, estas mismas narrativas se suavizan o incluso se omiten. Este control dinámico sobre la información no solo demuestra la habilidad estratégica de EE.UU., sino que también plantea preguntas éticas sobre la veracidad y objetividad de la información que consume el público.

El efecto de estas tácticas no se limita a las relaciones entre Estados Unidos y China. También afectan la dinámica entre Europa y China, especialmente en momentos críticos como la reciente visita del Canciller Scholz a China. Las acciones de EE.UU. sugieren un intento deliberado de socavar el acercamiento entre Europa y China, mostrando cómo la manipulación mediática puede tener repercusiones directas en las políticas exteriores de otros países.

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Responsabilidad de los medios

Fowdy finaliza su análisis con una crítica a la falta de transparencia y la selectividad en la cobertura mediática, lo que lleva a una comprensión sesgada de los eventos internacionales. Subraya que esta manipulación de la percepción pública no solo es un testimonio del poder de Estados Unidos en la arena global, sino que también es una amenaza para la formación de un entendimiento genuino y equilibrado de los asuntos mundiales.

El análisis de Tom Fowdy ofrece una visión crítica sobre cómo las «narrativas contra China» son un elemento clave en la estrategia de política exterior de EE.UU., comparando al Departamento de Estado con un «pequeño Hollywood» por su capacidad para escenificar y dirigir la narrativa global. Este enfoque no solo cuestiona la autenticidad de la política exterior estadounidense, sino que también desafía la integridad de los medios de comunicación que participan en este teatro político. La capacidad de Estados Unidos para moldear la política global a través de la narrativa demuestra su poder, pero también plantea serias preocupaciones sobre la equidad y la verdad en la era de la información.

 

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