En Medio Oriente, el conflicto que se despliega día tras día no lleva el título de «guerra» en los discursos oficiales. Las partes involucradas parecen esquivar cuidadosamente el término, temiendo quizás las implicaciones que conllevan a nivel político y diplomático. Sin embargo, la escalada de violencia no cesa, y los civiles que se encuentran atrapados en esta realidad se ven obligados a enfrentar el peso de un conflicto cuyas consecuencias se sienten como una guerra en todos los sentidos. Callar frente a estas acciones, omitir el verdadero nombre de lo que sucede, otorga espacio para que la situación continúe agravándose.
Flaviana Sandoval, periodista y especialista en Comunicaciones Corporativas, residente en Colombia y colaboradora del portal PRODAVINCI, ha seguido de cerca el conflicto en Medio Oriente. En su último reportaje titulado “Se intensifica el conflicto en Medio Oriente”, publicado en el portal de reportajes de investigación venezolano, relata los horrores de los recientes ataques de Israel sobre el sur del Líbano. El pasado lunes, miles de libaneses huyeron de sus hogares, buscando refugio en la capital, Beirut. Los bombardeos israelíes dejaron 356 muertos, incluidos 24 niños y más de 1.200 heridos. Las autopistas se vieron abarrotadas por familias desesperadas que buscaban escapar del peligro, mientras el gobierno israelí insistía en que solo se trataba de una «operación militar».
¿Guerra en Medio Oriente?
Los ataques en Líbano no son un fenómeno nuevo en la región. Desde la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá, las tensiones en Medio Oriente han ido en aumento, con intercambios constantes de cohetes y bombardeos que, aunque no siempre alcanzan la magnitud de una guerra abierta, siembran el caos y el miedo en la población civil. A pesar de que los informes de Sandoval se centran en los recientes enfrentamientos, ella señala que esta situación es solo una continuación de una larga historia de violencia y represión en la región. Medio Oriente ha sido testigo de repetidos conflictos entre actores estatales y no estatales, y las heridas de estos enfrentamientos no hacen más que profundizarse.

El gobierno israelí, encabezado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, ha mantenido que sus acciones son defensivas y que su objetivo principal es neutralizar las amenazas de Hezbolá. En su último discurso, Netanyahu instó a los civiles libaneses a abandonar el sur del país mientras continúan las operaciones. Sin embargo, las imágenes de hospitales destruidos, edificios en ruinas y familias desplazadas que se observan desde Beirut hasta Sidón cuentan otra historia, una de destrucción masiva y sufrimiento civil. Mientras los líderes mundiales discuten sobre cómo etiquetar lo que ocurre, el conflicto sigue intensificándose, y el término «guerra» parece cada vez más inevitable para describir lo que sucede en Medio Oriente.
Miles de personas asesinadas
La periodista Flaviana Sandoval resalta que, a pesar de la retórica diplomática que evita usar la palabra «guerra», la realidad es que las vidas de miles de personas están siendo devastadas. Sandoval, experta en la cobertura de conflictos, enfatiza que los ataques israelíes no solo han afectado a las fuerzas armadas de Hezbolá, sino que han golpeado áreas residenciales, escuelas y hospitales. El 19 de septiembre, Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, acusó a Israel de sobrepasar «todos los límites» y amenazó con tomar represalias. En sus palabras, Israel no solo está atacando objetivos militares, sino que está arrasando con la infraestructura civil del Líbano.
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Uno de los puntos más alarmantes del reporte de Sandoval es la posibilidad de que este conflicto se convierta en una guerra a gran escala. Desde que Hezbolá e Israel comenzaron a intercambiar ataques en octubre de 2023, el temor de una expansión del conflicto ha sido una preocupación constante. Los recientes bombardeos sobre el valle de la Bekaa y las zonas cercanas a Biblos solo han exacerbado la situación. En Medio Oriente, los enfrentamientos suelen tener repercusiones más allá de las fronteras inmediatas, y muchos temen que el conflicto este pueda arrastrar a otros países de la región, como Irán, a involucrarse de manera más directa.
Preocupación en la ONU
El Secretario General de la ONU, António Guterres, advirtió sobre los riesgos de una escalada en el Líbano y a posibilidad de una conflagración en Medio Oriente. Durante una rueda de prensa, Guterres expresó su preocupación por el impacto que estos ataques están teniendo en la población civil y en la estabilidad de la región. A pesar de sus esfuerzos por mediar, la violencia no ha disminuido. Los bombardeos israelíes continúan, mientras Hezbolá responde con ataques de cohetes y sabotajes en territorio israelí. Para los residentes de Beirut y otras ciudades del sur del Líbano, la situación es insostenible, con millas de personas huyendo y buscando refugio en zonas más seguras. Pero el número de lugares seguros parece disminuir cada día.
El conflicto en Gaza, que ha ocupado los titulares desde octubre de 2023, también ha influido en la situación en el Líbano. La guerra entre Israel y Hamás ha dejado más de 40.000 muertos en Gaza y ha desplazado al 85% de la población, según los informes del Ministerio de Salud de Gaza. Mientras tanto, en Israel, las bajas civiles y militares se cuentan por millas, y el ejército israelí ha declarado que continuará con sus operaciones hasta eliminar la amenaza de Hamás. En este contexto, los ataques de Hezbolá en Líbano parecen ser una extensión del conflicto en Gaza, un intento de desviar la atención de las fuerzas israelíes y forzarlas a luchar en dos frentes.

Los muertos se apilan
Flaviana Sandoval subraya que, aunque ambos bandos han evitado llamar a este conflicto «guerra», las características del enfrentamiento son difíciles de ignorar. Las explosiones de los últimos meses, los ataques aéreos, los cohetes y las muertes de civiles han creado un escenario que muchos ya reconocen como una guerra en todos sus aspectos. Sin embargo, la retórica política sigue siendo evasiva. Los líderes mundiales, que esta semana se reúnen en la Asamblea General de la ONU, tendrán que enfrentar la difícil tarea de encontrar una solución que evite una escalada mayor. La periodista destaca que, mientras los políticos discuten terminología, la población civil sigue pagando el precio de este conflicto.
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Para Sandoval, el silencio en torno a la palabra «guerra» es un reflejo de una diplomacia que intenta controlar los daños, pero que, en última instancia, falla en su propósito. Callar ante la realidad del conflicto otorga poder a aquellos que perpetúan la violencia. En Medio Oriente, la negación del término «guerra» no cambia los hechos: la gente está muriendo, los hogares están siendo destruidos, y las heridas del conflicto siguen abiertas. La situación no puede continuar indefinidamente sin consecuencias catastróficas, y mientras más se prolongue, más difícil será alcanzar una resolución pacífica.