El lugar donde Mahoma ascendió al cielo es un lugar sensible entre Palestina e Israel

La Mezquita Al-Aqsa en Jerusalén, es un lugar sensible entre Palestina e Israel. Es tradicionalmente reconocida por los musulmanes como «la mezquita más alejada». En su jerarquía, es mucho más que un edificio. Es el corazón palpitante del conflicto palestino-israelí, un símbolo del choque entre dos naciones y dos religiones. Pero, ¿qué hace de Al-Aqsa un punto tan inflamable?

Ken Chitwood, un respetado académico especializado en el islam global, ofrece una visión matizada sobre la complejidad de este lugar sagrado. En su artículo para The Conversation, Chitwood destaca la conexión religiosa y política que Al-Aqsa tiene para los musulmanes y palestinos. Un lugar donde la historia religiosa se entrelaza con la contemporaneidad política.

lugar sensible entre Palestina e Israel
Mencionado en el Corán, este lugar ha sido testigo del viaje nocturno de Mahoma. Ilustración MidJourney

Un lugar sensible entre Palestina e Israel

A nivel religioso, la importancia de Al-Aqsa es inmensurable. Mencionado en el Corán, este lugar ha sido testigo del viaje nocturno de Mahoma, Isra, donde el profeta fue llevado desde La Meca hasta Jerusalén y desde allí, ascendió al cielo en un evento conocido como Mir’aj. Es por eso un lugar sensible entre Palestina e Israel. La Cúpula de la Roca, un edificio resplandeciente con una cúpula dorada, protege la roca desde donde Mahoma emprendió este viaje celestial. Aunque a menudo confundida con Al-Aqsa, la Cúpula de la Roca tiene su propia historia y propósito distintos. Sin embargo, juntas, estas estructuras constituyen el Haram al-Sharif o «el Recinto Noble».

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El recinto ha resistido el paso del tiempo, siendo construido, destruido y reconstruido en múltiples ocasiones desde el siglo VII. Actualmente, es un lugar de reunión y oración para miles, posicionado estratégicamente junto a lugares sagrados judíos y cristianos, marcando la intersección de tres de las religiones más grandes del mundo.

El tercer lugar más sagrado

Los musulmanes de todo el mundo han considerado tradicionalmente a Jerusalén, después de La Meca y Medina, como el tercer lugar más sagrado. Y es que, en la tradición islámica, Mahoma originalmente dirigió las oraciones de su comunidad hacia Al-Aqsa antes de que Dios le instruyera que cambiara su orientación hacia La Meca.

A pesar de su sagrado legado, la postura política y territorial de Al-Aqsa ha sido y sigue siendo motivo de disputa. Es un lugar sensible entre Palestina e Israel. Tras la guerra árabe-israelí de 1967, Israel anexó Jerusalén Este, lo que causó inquietud sobre el destino de este recinto. Si bien Israel otorgó la jurisdicción del lugar a un waqf islámico, mantuvo el control sobre el acceso y la seguridad.

El control crea conflicto

Este acceso controlado ha sido motivo de conflicto. Aunque la Ley de Preservación de los Lugares Santos permite la entrada de diferentes grupos religiosos, el recinto ha sido objeto de tensiones entre aquellos que desean preservar su santidad y aquellos que abogan por un mayor acceso y control, particularmente ciertos grupos judíos ultraortodoxos que desean reconstruir el Templo.

Como lugar sensible entre Palestina e Israel, podemos acudir al ejemplo de cómo estas tensiones pueden desencadenar actos extremos, como se vio en 1969, cuando un cristiano australiano intentó incendiar Al-Aqsa. Aunque el fuego fue controlado, el preciado minbar de Saladino fue destruido, lo que subraya la fragilidad de la paz en este espacio.

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Al-Aqsa es ugar de veneración para las tres religiones abrahámicas del mundo. Ilustración MidJourney

Al-Aqsa es un lugar santo

La descripción de Al-Aqsa como «el lugar más sensible del conflicto palestino-israelí» no es una exageración. Es un testimonio de cómo un lugar de profundo significado religioso puede convertirse en un punto focal de tensiones políticas y nacionales. Mientras que, para algunos, Al-Aqsa es un símbolo de su fe y herencia, para otros es un recordatorio de los derechos territoriales y las luchas por el poder.

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En un mundo donde la religión y la política a menudo chocan, la Mezquita Al-Aqsa sirve como un microcosmos de estos conflictos. La solución a estas tensiones no es sencilla, y la historia y el significado religioso de Al-Aqsa lo convierten en un lugar que no puede ser ignorado en las conversaciones de paz.

Como observador y estudiante del Islam global, Chitwood recalca la necesidad de comprender al lugar sensible entre Palestina e Israel, además de la importancia tanto religiosa como política de Al-Aqsa. Para encontrar una solución duradera al conflicto palestino-israelí, el mundo debe reconocer y respetar la complejidad de este lugar y su profundo significado para millones de personas.

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