85% de la población mundial se verá afectada por la introducción de la tecnología en la industria

La incesante marcha de la tecnología en la industria promete transformar el tejido económico global, con un impacto profundo en casi el 85% de la población mundial. Este vasto segmento, que abarca los países en desarrollo, se encuentra en una encrucijada histórica. A medida que las economías avanzan, el cambio hacia la automatización y la digitalización presenta desafíos y oportunidades sin precedentes. La clave para navegar este nuevo panorama reside en comprender las complejas dinámicas entre la tecnología, la industrialización, y el crecimiento económico.

Este reportaje, inspirado en los insights de Patricia Cohen, corresponsal de economía global de The New York Times con base en Londres, se sumerge en la evolución económica a través de la lente de la tecnología en la industria. Cohen, con su profundo conocimiento sobre cómo los grandes eventos afectan a hogares y empresas, recientemente exploró en su artículo: “Las naciones pobres están escribiendo un nuevo manual para enriquecerse” las vicisitudes de las economías orientadas a la exportación en el actual contexto tecnológico y geopolítico. Sus observaciones señalan que, aunque la exportación ha sido tradicionalmente una vía de escape de la pobreza para muchos países, las revoluciones en el comercio, las cadenas de suministro, y especialmente la tecnología, están redefiniendo las reglas del juego.

Tecnología en la industria

La tecnología en la industria no es un fenómeno nuevo pero su actual velocidad de adopción sí lo es. Los países que antes veían en la manufactura una escalera hacia el crecimiento económico, ahora enfrentan un paradigma cambiante. La manufactura, que ha sido el corazón de las economías en desarrollo gracias a su capacidad para absorber mano de obra no calificada a gran escala, se está volviendo cada vez más tecnológica. Esto implica una menor demanda de trabajadores poco cualificados y un aumento en la necesidad de competencias digitales y técnicas.

tecnología en la industria
La manufactura, que ha sido el corazón de las economías en desarrollo gracias a su capacidad para absorber mano de obra no calificada a gran escala, se está volviendo cada vez más tecnológica. Esto implica una menor demanda de trabajadores poco cualificados y un aumento en la necesidad de competencias digitales y técnicas. Ilustración MidJourney

El impacto de la tecnología en la industria se evidencia claramente en países como Bangladesh. Una nación que edificó su crecimiento económico sobre el sector textil, ha empezado a ver cómo la automatización reemplaza a trabajadores por máquinas. Este cambio no solo afecta a las economías emergentes en términos de empleo sino también en sus estrategias de crecimiento a largo plazo. La pregunta que surge es, ¿qué sigue después de la automatización a gran escala?

Los cambios tecnológicos también tienen implicaciones significativas en las cadenas de suministro globales. La reciente pandemia de Covid-19 y las tensiones geopolíticas, como las sanciones relacionadas con la invasión rusa de Ucrania, han provocado un replanteamiento en la forma en que las cadenas de suministro operan. Estos eventos han acelerado una transición hacia cadenas más cortas y regionalizadas, lo cual favorece la tecnología en la industria al hacer más eficiente la producción, pero también plantea desafíos para aquellos países que dependen de mercados de exportación lejanos.

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Una promesa y advertencia a la vez

En este nuevo entorno, la tecnología en la industria ofrece tanto una promesa como una advertencia. La promesa radica en la capacidad de la tecnología para crear eficiencias y abrir nuevos mercados. Por ejemplo, la digitalización de los servicios puede permitir a los países en desarrollo saltarse etapas de industrialización tradicionales, conectando directamente con consumidores y empresas a nivel mundial a través de plataformas digitales. Sin embargo, la advertencia es que este mismo avance puede dejar atrás a aquellos sin las habilidades necesarias para competir en una economía global cada vez más basada en el conocimiento.

La transición hacia economías de servicios, impulsada por la tecnología, sugiere un cambio radical en el tipo de trabajos disponibles. Mientras que la manufactura tradicionalmente ofrecía empleo a gran escala para trabajadores no calificados, los servicios digitales y la economía del conocimiento demandan un conjunto de habilidades mucho más especializado. Esto plantea importantes preguntas sobre la educación y la capacitación laboral, especialmente en países donde el acceso a educación de calidad y formación técnica es limitado.

La tecnología en la industria, por tanto, no es solo una cuestión de adopción de nuevas máquinas o software; es también una cuestión de política pública, educación y estrategia económica. Los países en desarrollo, en particular, enfrentan el desafío de actualizar sus sistemas educativos y de formación para preparar a sus ciudadanos para los empleos del futuro, al mismo tiempo que buscan formas de integrar la tecnología en sus sectores industriales de manera que complementen, en lugar de reemplazar, la mano de obra existente.

Invertir en educación digital

En este contexto, la tecnología en la industria también ofrece oportunidades para la innovación en políticas públicas y desarrollo económico. Algunos países están explorando formas de utilizar la tecnología para saltar barreras de desarrollo, invirtiendo en educación digital, fomentando startups tecnológicas y creando ecosistemas de innovación que pueden atraer inversión extranjera y crear empleos de alta calidad.

Sin embargo, el éxito de estos esfuerzos dependerá de la capacidad de los países para adaptarse rápidamente a un mundo en constante cambio, donde la tecnología en la industria evoluciona a un ritmo sin precedentes. La colaboración entre gobiernos, empresas y instituciones educativas será clave para garantizar que los beneficios de la tecnología se distribuyan ampliamente, evitando que se amplíe la brecha entre aquellos con acceso a las oportunidades de la economía digital y aquellos sin ella.

La tecnología en la industria está redefiniendo las economías globales, prometiendo grandes avances en eficiencia y productividad, pero también planteando desafíos significativos en términos de empleo, educación y equidad económica. Para el 85% de la población mundial que vive en países en desarrollo, el camino hacia un futuro próspero y tecnológicamente avanzado es complejo y lleno de incertidumbres. Sin embargo, con políticas adecuadas, inversiones en capital humano y una apertura a la innovación, estos desafíos pueden convertirse en oportunidades para un crecimiento inclusivo y sostenible.

Reconfiguración de la economía gobal

La era de la tecnología en la industria no es solo una fase de transición; es una reconfiguración completa de cómo y dónde se crea el valor en la economía global. Mientras que el siglo XX estuvo marcado por la producción en masa y la eficiencia de las líneas de ensamblaje, el siglo XXI se perfila bajo el signo de la personalización masiva, la automatización y la inteligencia artificial. Este cambio representa un desafío particular para los países en desarrollo, que deben ahora navegar por un camino hacia la prosperidad que es radicalmente diferente del seguido por los países que se industrializaron en el siglo pasado.

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Mientras que el siglo XX estuvo marcado por la producción en masa y la eficiencia de las líneas de ensamblaje, el siglo XXI se perfila bajo el signo de la personalización masiva, la automatización y la inteligencia artificial. Ilustración MidJourney.

La clave para el éxito en este nuevo entorno es la capacidad para innovar y adaptarse. Las naciones que puedan cultivar una fuerza laboral altamente educada y flexible, que puedan aprovechar la tecnología para saltar etapas de desarrollo, estarán en mejor posición para beneficiarse de las oportunidades que ofrece la economía digital. Sin embargo, esto requiere una inversión significativa en educación y formación profesional, así como políticas que fomenten la innovación y el emprendimiento.

Además, la tecnología en la industria también plantea importantes preguntas sobre la equidad y la distribución de la riqueza. A medida que la automatización reemplaza a los trabajadores en tareas rutinarias y de baja cualificación, existe el riesgo de que se amplíe la brecha entre los altamente cualificados y aquellos con menor educación. Para evitar esto, los gobiernos y las empresas deben trabajar juntos para garantizar que los beneficios de la tecnología se compartan de manera más equitativa, a través de políticas como el impuesto sobre la renta negativa, el salario mínimo universal o los programas de capacitación y reciclaje profesional.

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No al aislamiento

La colaboración internacional también será fundamental. En un mundo cada vez más interconectado, ningún país puede esperar prosperar en aislamiento. La cooperación en áreas como la transferencia de tecnología, la regulación de las multinacionales y la lucha contra el cambio climático es esencial para asegurar un crecimiento sostenible y equitativo. Las organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas y el Banco Mundial, tienen un papel crucial que desempeñar en la facilitación de esta colaboración y en el apoyo a los países en desarrollo en su transición hacia economías basadas en el conocimiento.

Finalmente, es importante reconocer que la tecnología en la industria no es una panacea. Si bien ofrece enormes oportunidades para el crecimiento y la innovación, también plantea desafíos significativos en términos de desempleo, desigualdad y disrupción social. Navegar estos desafíos requerirá una cuidadosa planificación y una fuerte voluntad política. Pero con las políticas adecuadas, la inversión en capital humano y una actitud abierta hacia la innovación, los países pueden aprovechar las oportunidades que ofrece la tecnología para crear sociedades más prósperas, equitativas y sostenibles.

En última instancia, la introducción de la tecnología en la industria representa tanto un desafío como una oportunidad para el 85% de la población mundial. Cómo respondan los países en desarrollo a este desafío definirá su trayectoria económica en las próximas décadas. Con una combinación de políticas progresistas, inversión en educación y colaboración internacional, pueden asegurar que la era de la tecnología sea una de crecimiento inclusivo y sostenible, en la que todos tengan la oportunidad de prosperar.

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