En el corazón de Sudamérica, Guyana se erige como un escenario de contradicciones flagrantes. La nación, una de las más pobres del continente hasta hace poco, se ha visto catapultada al centro de atención internacional gracias a un hallazgo petrolífero que prometía transformar radicalmente la fortuna del país. Sin embargo, a medida que el oro negro comienza a fluir, las promesas de prosperidad se desvanecen para muchos de sus ciudadanos. Guyana, ahora apodada el «pequeño Dubái» de Sudamérica, enfrenta una realidad marcada por la inflación, la desigualdad y la persistencia de la pobreza, una paradoja agudizada por la presencia de trabajadores venezolanos empleados por la gigante petrolera ExxonMobil.
El reportaje del que se tomaron datos para la elaboración de éste fue titulado: “Los efectos indeseados que provoca el boom petrolero en Guyana, el «pequeño Dubái» de Sudamérica”, es un tyrabajo de Leandro Prazeres, corresponsal de BBC News Brasil en Brasilia. Prazeres pinta un retrato vívido de una nación en la cúspide del cambio, impulsada por la promesa y las complicaciones del auge petrolero. A través de las experiencias de los residentes locales, el autor ilustra cómo el descubrimiento petrolífero ha remodelado la economía y la sociedad de Guyana, trayendo consigo tanto oportunidades como desafíos significativos.
Guyana: los ricos más ricos y los…
En 2019, la noticia de que ExxonMobil había decidido establecer su sede en un edificio de siete pisos en Duke Street, Georgetown, fue recibida con un cauto optimismo. Para Christine Rudder, una joven de 23 años que vive a escasos 200 metros del edificio de la petrolera, el momento parecía augurar el inicio de una nueva era para su generación. Guyana, que había languidecido como uno de los países más empobrecidos del mundo, estaba a punto de embarcarse en la exploración comercial de petróleo. Sin embargo, cinco años después, el entusiasmo inicial ha dado paso al desaliento. Christine, incapaz de encontrar empleo en la nueva economía petrolera, se ve obligada a vender bocadillos y dulces desde un puesto improvisado frente a su casa, desde donde puede observar el constante ir y venir de los empleados y ejecutivos de ExxonMobil.

El auge económico de Guyana, impulsado por la exploración petrolera, ha sido notable. Entre 2019 y 2023, el PIB del país se proyecta que haya aumentado de 5.170 millones de dólares a 14.700 millones, un impresionante salto del 184%. Sin embargo, este crecimiento vertiginoso ha exacerbado la brecha entre ricos y pobres. La población de casi 800.000 habitantes, que una vez albergó esperanzas de una distribución equitativa de la riqueza petrolera, se encuentra ahora dividida entre aquellos que han cosechado los frutos del boom y aquellos que, como Christine, se han quedado atrás.
La inflación genera pobreza
La inflación es uno de los efectos secundarios más palpables del crecimiento económico en Guyana. Aunque los informes oficiales sugieren que la tasa de inflación está bajo control, para los residentes de Georgetown, la realidad es otra. El costo de vida ha aumentado drásticamente, impulsado en parte por la llegada de empresas petroleras y constructoras. «Guyana se ha vuelto muy cara», lamenta Christine, reflejando una queja común entre los guyaneses. Los precios de los alimentos y alquileres han escalado a niveles inasequibles para muchos, exacerbando las dificultades económicas y ampliando la brecha entre las clases socioeconómicas.
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Más allá de la inflación y la desigualdad, el desempleo persiste como un problema crítico en Guyana. A pesar del crecimiento económico, la tasa de desempleo sigue siendo alta, especialmente entre los jóvenes. Este fenómeno subraya una desconexión entre la riqueza generada por el petróleo y la capacidad del país para absorber esta bonanza en forma de empleo para sus ciudadanos. La industria petrolera, que demanda mano de obra altamente especializada, ha resultado en que muchos de los puestos de trabajo mejor remunerados sean ocupados por extranjeros, incluidos venezolanos, brasileños, y caribeños de naciones con experiencia en exploración petrolera como Trinidad y Tobago. Esta situación ha creado una ironía palpable: mientras Guyana experimenta un auge económico sin precedentes, muchos de sus propios ciudadanos se encuentran incapaces de participar directamente en esta nueva economía.
Una ironía trasfronteriza
La presencia de trabajadores venezolanos en Guyana es especialmente simbólica, reflejando las complejas dinámicas regionales. Muchos venezolanos, huyendo de la crisis económica y política en su país, han encontrado en Guyana no solo refugio sino también oportunidades de empleo, especialmente en sectores asociados al boom petrolero. Esta circunstancia resalta tanto la naturaleza transfronteriza de la economía global como las ironías específicas del desarrollo económico en Guyana: un país que, a pesar de su riqueza petrolera emergente, todavía lucha por proporcionar oportunidades equitativas a sus propios ciudadanos.
El consorcio liderado por ExxonMobil, consciente de la necesidad de incorporar mano de obra local, ha anunciado planes para invertir 100 millones de dólares en formación de trabajadores guyaneses durante la próxima década. Aunque esta inversión es un paso en la dirección correcta, representa solo una fracción del total proyectado para la industria petrolera en el país. Esta inversión en capacitación es crítica, ya que preparará a más guyaneses para participar en la industria petrolera, pero también subraya el desafío a largo plazo de asegurar que el auge petrolero beneficie de manera más equitativa a toda la población.

Todo está por las nubes
El crecimiento económico impulsado por el petróleo ha traído consigo no solo desafíos económicos sino también sociales. El rápido aumento en los precios de los alquileres y los bienes de consumo ha presionado a muchas familias, obligando a algunos a reconsiderar sus opciones de vivienda y a otros, como Christine, a emprender pequeños negocios informales para subsistir. Este fenómeno ha exacerbado las desigualdades preexistentes y ha creado nuevas formas de segregación social y económica.
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En este contexto, la falta de datos recientes sobre la pobreza en Guyana dificulta una comprensión completa de cómo el auge petrolero está afectando a las capas más vulnerables de la sociedad. Aunque los indicadores económicos generales muestran una nación en ascenso, la realidad cotidiana para muchos guyaneses es mucho más compleja. La disparidad entre el crecimiento del PIB y la calidad de vida sugiere que, sin políticas efectivas de redistribución y sin un enfoque inclusivo en el desarrollo, los beneficios del petróleo pueden no alcanzar a todos por igual.
Optimismo y paciencia
A pesar de los desafíos, hay motivos para el optimismo. La inversión en infraestructura, educación y salud puede crear las condiciones para un desarrollo más equitativo y sostenible. La participación de organizaciones internacionales y el compromiso del gobierno de Guyana con proyectos financiados por ingresos petroleros son pasos importantes hacia la mitigación de algunos de los efectos adversos del boom petrolero.
La historia de Guyana en esta nueva era es, por lo tanto, una de contrastes agudos: entre la riqueza generada por el petróleo y la persistente pobreza; entre las oportunidades para unos pocos y los desafíos para muchos; y entre la esperanza de un futuro más próspero y las realidades difíciles del presente. Mientras Guyana navega por estos contrastes, el país se encuentra en un punto de inflexión crítico, con la posibilidad de redefinir su futuro pero también con el riesgo de profundizar las divisiones existentes. La manera en que Guyana maneje esta riqueza recién encontrada determinará no solo su trayectoria económica sino también su cohesión social y su legado para las futuras generaciones.