Estados Unidos renunció a abandonar la hipocresía de Guantánamo y sigue en su doble moral

 El Consejo Editorial de The Washington Post recientemente redactó un editorial titulado «El equipo de Biden acaba de perder una gran oportunidad en la bahía de Guantánamo». En él, se critica la decisión del secretario de Defensa, Lloyd Austin, de revocar un acuerdo de culpabilidad para tres sospechosos de los atentados del 11 de septiembre. La renuncia al proceso argumenta que esta decisión prolonga innecesariamente la existencia de Guantánamo y mantiene abierta una herida en la credibilidad moral de Estados Unidos.

El editorial, firmado por David Shipley, Editor de Opinión de The Washington Post, junto con los editores adjuntos Charles Lane y Stephen Stromberg, y los escritores Mary Duenwald, Shadi Hamid, David E. Hoffman, James Hohmann, Heather Long, Mili Mitra, Eduardo Porter, Keith B. Richburg y Molly Roberts, resalta que Estados Unidos tuvo la oportunidad de cerrar un capítulo oscuro de su historia. El acuerdo, que tomó 16 años en concretarse, involucraba a Khalid Sheikh Mohammed, Walid bin Attash y Mustafa al-Hawsawi, quienes aceptarían su culpabilidad a cambio de la eliminación de la pena de muerte como posible castigo.

Pudo cerrarse Guantánamo

Guantánamo ha sido un símbolo de la doble moral estadounidense desde su creación. La prisión se estableció bajo la administración de George W. Bush como un centro para detenidos acusados de terrorismo, operando fuera del proceso legal militar y civil establecido. El objetivo era mantener a los combatientes ilegales en un limbo jurídico, pero esto ha resultado en una serie de problemas legales y éticos. La decisión de revocar el acuerdo de culpabilidad es vista como una continuación de esta política errática y moralmente cuestionable.

Guantánamo ha sido un símbolo de la doble moral estadounidense desde su creación. La prisión se estableció bajo la administración de George W. Bush como un centro para detenidos acusados de terrorismo, operando fuera del proceso legal militar y civil establecido. Ilustración MidJourney

El caso de Guantánamo es particularmente complejo debido a las condiciones en las que los detenidos han sido mantenidos y los métodos utilizados para obtener información. El testimonio durante un juicio probablemente incluiría descripciones detalladas de las torturas a las que fueron sometidos estos hombres en los centros clandestinos de detención de la CIA. Estas prácticas, como el confinamiento en cajas del tamaño de un ataúd y el ahogamiento simulado, han dejado una mancha indeleble en la reputación de Estados Unidos y han comprometido la validez de las pruebas obtenidas.

Tribunales ineficaces y costosos

La decisión de Austin de revocar el acuerdo de culpabilidad se entiende en un nivel visceral. Los prisioneros están acusados de orquestar uno de los peores ataques terroristas en la historia de Estados Unidos, resultando en la muerte de 2,977 personas. Sin embargo, desde un punto de vista legal y práctico, esta decisión es desconcertante. Los tribunales militares en Guantánamo han sido ineficaces y costosos, con cada pregunta sobre cómo llevar a cabo un juicio requiriendo una consideración extensa y cara. Según el New York Times, el costo de mantener a cada prisionero en Guantánamo ha ascendido a unos 13 millones de dólares.

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La prolongación de la existencia de Guantánamo también tiene implicaciones significativas para la política exterior de Estados Unidos. La prisión ha sido utilizada por adversarios y críticos para señalar la hipocresía estadounidense en materia de derechos humanos y justicia. Mantener abierta la prisión socava la posición de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos y el estado de derecho a nivel mundial.

Penitenciaría para 30 personas

Actualmente, en Guantánamo sólo quedan 30 reclusos, de los 780 que fueron llevados a la base desde su apertura. De estos, 19 están en detención «de guerra» sin cargos, y se recomienda que 16 de ellos sean transferidos a la custodia de otros países. Sin embargo, tres de ellos son considerados demasiado peligrosos para ser trasladados. Además, hay cuatro reclusos que han sido condenados y siete que han sido acusados y están a la espera de juicio. Para cerrar Guantánamo, se necesitaría una ley del Congreso que permita el traslado de estos prisioneros a suelo estadounidense.

El editorial del Consejo Editorial de The Washington Post concluye que la única salida viable para cerrar Guantánamo es a través de acuerdos de culpabilidad. Estos acuerdos permiten un cierre ordenado y procesalmente legítimo de los casos, algo que sería beneficioso tanto para los detenidos como para la reputación de Estados Unidos. Sin embargo, esta opción no es políticamente popular, y la administración Biden parece estar atrapada entre su objetivo declarado de cerrar la prisión y las consideraciones políticas y emocionales de mantener a los prisioneros en un limbo perpetuo.

El fracaso en cerrar Guantánamo también tiene repercusiones para las familias de las víctimas del 11 de septiembre. Muchas de estas familias han expresado su deseo de ver justicia, pero la continua prolongación del proceso legal en Guantánamo solo sirve para aumentar su dolor y frustración. Ilustración MidJourney.

Guerra de contradicciones

La situación en Guantánamo es un reflejo de la lucha interna de Estados Unidos con su identidad y sus valores. La existencia continuada de la prisión plantea preguntas incómodas sobre la moralidad de las acciones estadounidenses en la guerra contra el terrorismo y la coherencia de su política de derechos humanos. La revocación del acuerdo de culpabilidad es solo el último ejemplo de cómo Estados Unidos ha fallado en resolver estos conflictos de manera efectiva.

El fracaso en cerrar Guantánamo también tiene repercusiones para las familias de las víctimas del 11 de septiembre. Muchas de estas familias han expresado su deseo de ver justicia, pero la continua prolongación del proceso legal en Guantánamo solo sirve para aumentar su dolor y frustración. Un juicio prolongado y lleno de complicaciones legales no proporcionará el cierre que estas familias necesitan y merecen.

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Una mancha para EE.UU.

En última instancia, la cuestión de Guantánamo es una cuestión de liderazgo y voluntad política. La administración Biden todavía tiene la oportunidad de corregir el rumbo y cerrar la prisión, pero esto requerirá decisiones difíciles y un compromiso claro con los principios de justicia y derechos humanos. El legado de Guantánamo es una mancha en la historia estadounidense, y cerrar la prisión sería un paso significativo hacia la reparación de ese daño.

La revocación del acuerdo de culpabilidad por parte del secretario de Defensa, Lloyd Austin, representa un paso atrás en este proceso. Pero la administración tiene la oportunidad de enmendar este error y avanzar hacia el cierre definitivo de Guantánamo. Al hacerlo, Estados Unidos podría demostrar su compromiso con la justicia y los derechos humanos, y finalmente abandonar la hipocresía que ha caracterizado su enfoque hacia Guantánamo desde su creación.

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