La reciente ofensiva militar en la Franja de Gaza ha transformado drásticamente el panorama de esta región. Barrios enteros del norte de Gaza han desaparecido, dejando tras de sí un paisaje comparable a la superficie lunar, inhabitado y devastado. La guerra ha dejado un rastro de destrucción: viviendas, escuelas y hospitales han sido pulverizados bajo el fuego de los ataques aéreos y la artillería pesada. Muchos edificios que aún permanecen en pie son apenas cascarones vacíos, testimonios silenciosos del conflicto que ha desplazado a cerca de un millón de palestinos, incluyendo a los habitantes de la ciudad de Gaza, su centro urbano más importante.
El fin de la guerra no traerá consuelo inmediato a estas familias desplazadas, que ahora deben enfrentar la magnitud de la calamidad y sus implicaciones futuras. La pregunta sobre dónde vivirán y quién asumirá el gobierno y la reconstrucción de Gaza es más apremiante que nunca. Yousef Hammash, trabajador humanitario del Consejo Noruego para los Refugiados, refleja el sentir de muchos al expresar su deseo de regresar a su hogar, aunque sea para dormir sobre los escombros. Sin embargo, admite no ver un futuro para sus hijos en Gaza.

Gaza está fracturada
El uso de explosivos de gran potencia por parte del ejército israelí en zonas densamente pobladas, una táctica que Israel justifica como respuesta a la estrategia de Hamás de utilizar sitios civiles para sus operaciones, ha resultado en la muerte de más de 13.000 palestinos y una destrucción sin precedentes. Hamás, por su parte, niega estas acusaciones y sostiene que Israel ha bombardeado de manera imprudente a civiles. Mahmoud Jamal, taxista de 31 años, describe su huida de Beit Hanoun en el norte, comparando los edificios de apartamentos con aparcamientos al aire libre.
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Esta campaña de bombardeo israelí se cuenta entre las más intensas desde la Segunda Guerra Mundial. En solo siete semanas, Israel ha lanzado más municiones que las empleadas por Estados Unidos en cualquier año de su campaña contra el Estado Islámico. La ONU ha catalogado esta ofensiva en Gaza como la más mortífera en un entorno urbano desde la Segunda Guerra Mundial. Las imágenes térmicas de los ataques aéreos contra túneles de Hamás muestran devastadoras bolas de fuego, mientras que videos del ala militar de Hamás exhiben combatientes en calles llenas de humo.
Una gran ciudad fantasma
El panorama en el norte de Gaza es desolador. Mkhaimer Abusada, politólogo de la Universidad Al-Azhar en la ciudad de Gaza, describe la región como una gran ciudad fantasma. Un análisis de los datos del satélite Copernicus Sentinel-1 realizado por expertos indica que aproximadamente la mitad de todos los edificios en el norte de Gaza han sido dañados o destruidos. La ONU estima que 1,7 millones de personas se han quedado sin hogar. Raphael Cohen, de RAND Corporation, predice que muchas de estas personas podrían terminar viviendo en tiendas de campaña por un tiempo prolongado.
Los hospitales y la infraestructura crítica de Gaza también han sido gravemente afectados. Según la Organización Mundial de la Salud, 27 de los 35 hospitales de Gaza están fuera de funcionamiento. La destrucción de panaderías, molinos de cereales y las instalaciones de agua y saneamiento tendrá efectos duraderos. Scott Paul, de Oxfam América, subraya que se necesita más que cuatro paredes y un techo para hacer un lugar habitable, y en muchos casos ni siquiera eso está disponible.

Un lugar inhabitable
En todo Gaza, más del 45% de las viviendas están demasiado dañadas para ser habitadas. Mohammed al-Hadad, un joven activista, relata haber dejado solo cadáveres y escombros en su hogar en el campo de refugiados de Shati. La situación es crítica incluso en áreas menos afectadas como el sur de Gaza, donde la escasez de alimentos, agua y combustible ha desencadenado una crisis humanitaria.
A pesar de los esfuerzos para alcanzar una tregua que permita la entrada de ayuda humanitaria y facilite un intercambio de prisioneros, los residentes desplazados ven con escepticismo estos esfuerzos, considerándolos insuficientes. Tareq Hajjaj, un periodista de 32 años, compara la situación actual con la nakba de 1948, un desplazamiento masivo de palestinos que tuvo lugar durante la guerra que rodeó la creación de Israel. Muchos admiten, aunque en privado, que no pueden quedarse en Gaza incluso después de que termine la guerra.
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Sobre las reconstrucciones
El conflicto entre Israel y Hamás de 2014 ya había devastado regiones como Shijaiyah, y el esfuerzo de reconstrucción de 5 mil millones de dólares sigue incompleto. Giulia Marini, de Al Mezan, advierte que la reconstrucción de Gaza podría tardar décadas. Aún no está claro quién asumirá la responsabilidad de esta enorme tarea. En una reciente cumbre de seguridad en Bahrein, el Ministro de Asuntos Exteriores jordano, Ayman Safadi, indicó que los estados árabes no están dispuestos a «limpiar el desastre después de Israel». Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, busca restablecer la seguridad a través del ejército, mientras que funcionarios estadounidenses sugieren la improbable toma de control de la franja por parte de la Autoridad Palestina con sede en Cisjordania.
A pesar de los desafíos, Yasser Elsheshtawy, profesor de arquitectura en la Universidad de Columbia, ve en la reconstrucción una oportunidad para mejorar la infraestructura y las condiciones de vida en Gaza. Sin embargo, más allá de la infraestructura física, la sociedad de Gaza enfrenta un trauma profundo y duradero. Abusada resume el sentir general: «Gaza se ha convertido en un lugar muy aterrador, siempre lleno de recuerdos de muerte y destrucción».