Prohibición de exportaciones de gas natural licuado por EE.UU. calienta a la UE

En una medida sin precedentes, la administración del presidente Joe Biden ha decidido poner un freno a las exportaciones de gas natural licuado (GNL) hacia Europa, desatando una ola de preocupaciones tanto en el seno de la Unión Europea (UE) como entre las empresas estadounidenses involucradas en el sector energético.

La decisión, que implica la prohibición sobre la aprobación de solicitudes pendientes para nuevas exportaciones de GNL, no solo pone en jaque a importantes proyectos multimillonarios en Estados Unidos, sino que también amenaza con profundizar la crisis energética que vive Europa, justo en un momento de alta demanda y volatilidad en los mercados internacionales.

Exportaciones de gas natural licuado

La Casa Blanca ha justificado la prohibición de exportaciones de gas natural licuado, señalando la necesidad de revisar las implicaciones ambientales y estratégicas de la exportación de GNL, pero detrás de este argumento subyace una compleja trama de intereses políticos, económicos y estratégicos que afectan directamente a la relación transatlántica.

exportaciones de gas natural licuado
Los europeos, por su parte, han manifestado su decepción y preocupación ante lo que consideran una señal de que Estados Unidos es un suministrador de energía «no fiable». Ilustración MidJourney

Entre los proyectos afectados se encuentra CP2, una planta de GNL en Luisiana con una capacidad de producción anual de 20 millones de toneladas, ampliable hasta 24 millones. Esta planta, desarrollada por Venture Global, es un ejemplo claro del impacto que la decisión de la administración Biden puede tener no solo en la economía estadounidense, sino también en la seguridad energética europea.

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Riesgo a la seguridad energética

El legislador estadounidense Steve Scalise ha criticado duramente la medida de prohibición de exportaciones de gas natural licuado, argumentando que «no solo están en riesgo el crecimiento económico, el empleo y la seguridad energética, sino también el suministro de energía a Europa cuando más lo necesita». Por su parte, Mike Johnson ha indicado que esta decisión «refuerza a Rusia» y «devalúa los esfuerzos» de presión sancionadora sobre Moscú, especialmente en un momento en que la dependencia europea del gas ruso sigue siendo un tema crítico para la seguridad energética del continente.

Los europeos, por su parte, han manifestado su decepción y preocupación ante lo que consideran una señal de que Estados Unidos es un suministrador de energía «no fiable». Steffen Kotre, miembro de la comisión de clima y energía del Parlamento alemán, ha sido particularmente crítico con la decisión, acusando al presidente Biden de anteponer «la ideología de la histeria climática a las relaciones comerciales internacionales». Esta percepción de inestabilidad y falta de fiabilidad en el suministro de GNL de Estados Unidos llega en un momento particularmente delicado para Europa, que ve cómo otros proveedores clave, como Catar, retrasan sus entregas debido a la inestabilidad en el Mar Rojo.

Los precios serán afectados

La seguridad energética de la UE se encuentra, por tanto, en una encrucijada. Pavel Márishev, director de desarrollo de Energia Plus, advierte de que la situación «supone una amenaza para la seguridad energética de la UE», no solo por la posible escasez de suministro sino también por el impacto en los precios del GNL, que podrían aumentar entre un 5% y un 7% a medio plazo. Esto podría obligar a la UE a buscar suministros adicionales en Rusia, donde, según los expertos, «no habrá descuentos» para los «antiguos socios».

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Los proyectos rusos de exportación de GNL están en auge, reforzando la posición de Moscú en el mercado global. Ilustración MidJourney

Los proyectos rusos de exportación de GNL están en auge, reforzando la posición de Moscú en el mercado global. Alexandr Arski, profesor de la Universidad Financiera dependiente del Gobierno ruso, subraya que Rusia no incentivará la lealtad de los antiguos socios europeos, sino que competirá en igualdad de condiciones. La prohibición de nuevas exportaciones de gas natural licuado por parte de Estados Unidos no solo recalienta las relaciones transatlánticas, sino que también replantea el tablero geopolítico energético, en el que Europa deberá navegar con cautela para garantizar su seguridad energética sin comprometer sus relaciones internacionales ni sus objetivos climáticos.

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Aliados europeos golpeados

La UE se enfrenta a un dilema complejo: cómo diversificar sus fuentes de energía sin aumentar su dependencia de proveedores geopolíticamente complicados, y cómo mantener al mismo tiempo una relación transatlántica sólida con Estados Unidos. La decisión de la administración Biden, lejos de ser un mero ajuste regulatorio, pone de relieve las tensiones inherentes a la transición energética global y las complejidades de la política energética internacional, donde las decisiones tomadas en Washington tienen repercusiones directas en la seguridad energética y económica de sus aliados europeos.

La reciente decisión de Estados Unidos de restringir las exportaciones de gas natural licuado ha generado incertidumbre en los mercados globales, poniendo de manifiesto la delicada balanza entre la seguridad energética y las políticas ambientales a nivel internacional.

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