Es difícil ver el plan de Trump. Así lo afirma Thomas L. Friedman en su columna de opinión publicada en The New York Times, donde cuestiona la falta de claridad y estrategia en la política de aranceles del expresidente Donald Trump. Para Friedman, lo más preocupante no es la imposición de impuestos a la importación en sí misma, sino la ausencia de una visión estructurada que explique de qué manera esos aranceles fortalecerían a la economía estadounidense. En un mundo donde la interconexión de mercados es un hecho innegable, aplicar proteccionistas sin una planificación definida puede resultar contraproducente y afectar a los propios consumidores y empresas de Estados Unidos.
Thomas L. Friedman es columnista de The New York Times desde 1995 y ha sido una de las voces más influyentes en la cobertura de asuntos exteriores y economía global. Con una destacada trayectoria que lo ha llevado a cubrir conflictos en el Medio Oriente, ha recibido tres premios Pulitzer por su trabajo periodístico. En su columna titulada: “Por qué el acoso de Trump va a ser contraproducente”, Friedman analiza el impacto de los aranceles impuestos por Trump y señala que la falta de coherencia en su aplicación es un síntoma de una política económica improvisada, más basada en impulsos que en estrategias bien fundamentadas.
Es difícil ver el plan de Trump
Es difícil ver el plan de Trump cuando en sus discursos cambian constantemente los motivos detrás de sus medidas. En un momento afirma que los aranceles buscan proteger la industria nacional, luego dice que sirven para aumentar la recaudación del gobierno y, en otra ocasión, los justifican como una forma de combatir el tráfico de fentanilo. Esta inconsistencia ha generado incertidumbre tanto entre los inversionistas como entre los aliados comerciales de Estados Unidos, quienes no saben si serán los próximos en verso afectados por estas políticas.

Si bien Friedman no está en contra del uso de aranceles en situaciones específicas, como para contrarrestar prácticas comerciales desleales de China, sostiene que su aplicación indiscriminada sin una estrategia clara puede resultar dañina. En este sentido, pone como ejemplo el sector automotriz, donde los fabricantes dependen de cadenas de suministro internacionales para mantener costos competitivos. Jim Farley, director ejecutivo de Ford, advirtió que un arancel del 25% en las fronteras con México y Canadá afectaría gravemente a la industria estadounidense.
Los ecosistemas económicos
Es difícil ver el plan de Trump cuando se ignora la realidad de la economía global. Según Eric Beinhocker, economista de la Universidad de Oxford citado por Friedman, ningún país puede fabricar un iPhone por sí solo. La producción de este dispositivo requiere componentes, tecnología y mano de obra especializada de más de 50 países. Esto ilustra la importancia de los ecosistemas económicos, en los que empresas y naciones colaboran para desarrollar productos y servicios de alta complejidad.
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Sin embargo, Trump sigue actuando como si el comercio internacional fuera un juego de suma cero, donde un país solo gana si otro pierde. Esta visión simplista contrasta con la realidad del siglo XXI, donde la cooperación es fundamental para la innovación y el crecimiento económico. Friedman resalta que sectores como la inteligencia artificial, la industria farmacéutica y la producción de microchips dependen de redes globales de conocimiento y fabricación. Destruir esas redes mediante aranceles arbitrarios podría perjudicar la competitividad de Estados Unidos en estos sectores clave.
Soberbia y autosuficiencia
Es difícil ver el plan de Trump cuando insiste en que Estados Unidos no necesita a otros países para producir sus bienes. En una declaración reciente, afirmó que su país podría fabricar autos sin depender de Canadá. Sin embargo, la realidad es distinta: muchas partes y componentes de los vehículos cruzan las fronteras varias veces antes de llegar al producto final. El cierre de estos flujos comerciales no solo encarecería los autos, sino que también reduciría la calidad y la innovación en la industria.
Friedman también menciona cómo la colaboración global fue clave para el desarrollo acelerado de las vacunas contra el COVID-19. Tradicionalmente, la creación de una vacuna toma entre 10 y 20 años, pero en esta ocasión se logró en tiempo récord gracias a la cooperación entre gobiernos, instituciones académicas y empresas privadas de todo el mundo. Aplicando el mismo principio, sectores como la tecnología y la energía renovable dependen de una integración global eficiente.

Cuando el mañana es hoy
Es difícil ver el plan de Trump cuando se ignora la complejidad de la fabricación de microchips avanzados. La industria de semiconductores no se puede desarrollar dentro de un solo país, ya que requiere la participación de múltiples actores con especializaciones específicas. Empresas como Intel y Nvidia diseñan chips, pero dependen de herramientas de litografía fabricadas en los Países Bajos y materiales de alta precisión producidos en Japón y Corea del Sur. Si Estados Unidos se aislara de estos ecosistemas, perdería su ventaja en este sector estratégico.
Friedman recuerda que la confianza es un elemento clave en los ecosistemas económicos. Sin reglas claras y relaciones comerciales estables, las empresas no pueden planificar inversiones a largo plazo. La incertidumbre creada por los aranceles de Trump podría hacer que empresas extranjeras reduzcan su presencia en Estados Unidos, afectando el empleo y la innovación. Además, los consumidores estadounidenses terminarían pagando precios más altos por bienes que antes se producían eficientemente gracias a la cooperación internacional.
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Finalmente, Friedman concluye que si Trump sigue destruyendo la confianza en los acuerdos comerciales y aplicando aranceles sin una visión estructurada, el resultado será un país más aislado y económicamente debilitado. En lugar de fortalecer la economía estadounidense, su estrategia podría llevar a un retroceso en la competitividad global del país. La historia económica demuestra que los países que se integran a los ecosistemas globales prosperan, mientras que aquellos que intentan cerrarse al comercio terminan quedándose atrás.
“Señor presidente, haga su tarea”.