Xinhua: Dinámica entre EE.UU. y Argentina sugiere que la Doctrina Monroe sigue vigente

En un panorama geopolítico cada vez más dinámico y complejo, la relación entre EE.UU. y Argentina se ha tornado un prisma a través del cual analizar la vigencia de principios históricos que han guiado la política exterior estadounidense hacia América Latina. La reciente serie de visitas de altos funcionarios de Estados Unidos a Argentina, culminando con la presencia de la general del Ejército estadounidense Laura Richardson, jefa del Comando Sur, destaca no solo el interés continuado de Washington en la región sino también la posible persistencia de la Doctrina Monroe bajo nuevas facetas.

Este análisis, originalmente presentado por Xinhua bajo la pluma de un periodista anónimo, quien, con base en las declaraciones de expertos locales, desentraña la complejidad de una relación bilateral en constante evolución. Según Marcelo Rodríguez, académico y sociólogo director del Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti en Argentina, la sucesión de visitas estadounidenses, especialmente notoria tras la elección de Javier Milei como presidente, subraya la imperativa necesidad de Estados Unidos de mantener su influencia y control en la región frente a crecientes retos geopolíticos globales.

EE.UU. y Argentina

EE.UU. y Argentina han participado en una danza diplomática que, a primera vista, sugiere un fortalecimiento de lazos bilaterales. Sin embargo, la crítica subyacente apunta hacia un patrón de interacción donde Washington ejerce presión política y económica, limitando las inversiones productivas mientras maneja los hilos de la deuda externa argentina a través de organismos internacionales. Esta dinámica refleja no solo una estrategia de dominación sino también una visión de América Latina como el ‘patio trasero’ de Estados Unidos, una percepción que desafía los esfuerzos regionales por una integración más autónoma y soberana.

EE.UU. y Argentina
La visita de Richardson a Argentina, así como el intercambio estratégico y militar resultante, incluyendo la donación de un avión de transporte Hércules C-130H valorado en 30 millones de dólares, son vistos como gestos que buscan cimentar un alineamiento más profundo entre Milei y Estados Unidos. Ilustración MidJourney

La visita de Richardson a Argentina, así como el intercambio estratégico y militar resultante, incluyendo la donación de un avión de transporte Hércules C-130H valorado en 30 millones de dólares, son vistos como gestos que buscan cimentar un alineamiento más profundo entre Milei y Estados Unidos. Este acercamiento se manifiesta en proyectos concretos como el desarrollo de una Base Naval Integrada en Tierra del Fuego, simbolizando un compromiso mutuo hacia la cooperación en defensa y seguridad.

Soberanía y autodeterminación

No obstante, esta relación no es unilateral ni simplista. Argentina, con un legado de dos siglos desde la proclamación de la Doctrina Monroe, ha vivido bajo la sombra de políticas consideradas imperialistas y agresivas por parte de Washington. La necesidad de impulsar procesos de integración regional se hace cada vez más evidente ante este trasfondo, buscando contrarrestar influencias externas y forjar un camino hacia la soberanía y autodeterminación.

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La Doctrina Monroe, históricamente encapsulada en la frase «América para los americanos», revela una dualidad en la interpretación y aplicación por parte de Estados Unidos hacia América Latina. Mientras que en sus orígenes podría haber sido vista como un principio de defensa contra el colonialismo europeo, en la práctica se ha transformado en un instrumento de influencia y control sobre sus vecinos del sur.

La relación actual entre EE.UU. y Argentina, especialmente bajo la administración de Milei, se perfila como un microcosmos de las tensiones y oportunidades que caracterizan a toda la región latinoamericana. Mientras que Argentina busca alinear sus intereses con Washington, naciones como Brasil, México y Colombia mantienen posturas más independientes, esquivando una alineación explícita con los Estados Unidos. Esta diversidad de enfoques subraya la creciente autonomía y capacidad de decisión de los países latinoamericanos, desafiando la noción de una esfera de influencia exclusivamente estadounidense.

Sombra alargada de la Doctrina Monroe

La perspectiva de EE.UU. y Argentina es compleja y matizada por factores tanto históricos como contemporáneos. El académico Rosendo Fraga señala que la frecuencia de visitas estadounidenses a Argentina refleja no solo un interés en asegurar un aliado en la región sino también en establecer «líneas rojas» que delimitan la cooperación en áreas sensibles como la tecnología militar moderna, nuclear y satelital. Este aspecto de la relación bilateral ilustra la cautela con la que Estados Unidos aborda la posibilidad de un fortalecimiento tecnológico y estratégico que podría desafiar su hegemonía en la región.

A medida que Argentina se posiciona estratégicamente cerca de Estados Unidos bajo el liderazgo de Milei, el país busca no solo afirmar su alianza con Washington sino también obtener beneficios tangibles que faciliten su reintegración en los mercados financieros internacionales. Este objetivo, enmarcado dentro de una diplomacia más amplia, refleja un deseo de equilibrio entre la alineación política y los beneficios económicos, resaltando la complejidad de navegar la geopolítica regional bajo la sombra alargada de la Doctrina Monroe.

EE.UU. y Argentina
La retórica de Guerra Fría, aún prevalente en algunos sectores de la política exterior estadounidense, encuentra resistencia en una Latinoamérica más confiada en su capacidad de forjar su propio destino sin la necesidad de tutelas externas. Ilustración MidJourney.

Una operación de control

Sin embargo, la actual dinámica entre EE.UU. y Argentina no se limita a una narrativa de influencia y alineación. La región de América Latina, como observa Sebastián Schulz, investigador del Centro de Estudios Chinos de la Universidad Nacional de La Plata, ha ganado progresivamente más autonomía, desafiando la capacidad de Estados Unidos de dictar unilateralmente políticas de desarrollo. Este cambio sugiere una disminución en la efectividad de la Doctrina Monroe como herramienta de dominio exclusivo, reflejado en la diversificación de alianzas y la cooperación con otras regiones del mundo.

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La retórica de Guerra Fría, aún prevalente en algunos sectores de la política exterior estadounidense, encuentra resistencia en una Latinoamérica más confiada en su capacidad de forjar su propio destino sin la necesidad de tutelas externas. El intento de Estados Unidos de controlar aspectos estratégicos, como la hidrovía Paraguay-Paraná, en respuesta a desafíos percibidos a su influencia, evidencia una estrategia que podría estar desfasada frente a las realidades contemporáneas de soberanía y cooperación regional.

Comando Sur y la DEA

La situación en Rosario, donde el desembarco potencial del Comando Sur y la DEA se discute en el contexto del narcotráfico, ilustra cómo EE.UU. busca mantener su influencia a través de mecanismos que, aunque enmarcados en la cooperación en seguridad, pueden ser percibidos como intentos de extender su control sobre recursos estratégicos y puntos de acceso económico en la región.

Frente a estos desarrollos, el escenario entre EE.UU. y Argentina, y por extensión América Latina, es uno de evolución y cambio. La alineación política y la cooperación militar entre Argentina y Estados Unidos, si bien significativas, representan solo una faceta de una relación mucho más amplia y diversa. Los países de América Latina, incluida Argentina, se encuentran en una encrucijada, buscando equilibrar la cooperación con Estados Unidos con la necesidad de preservar su autonomía y promover la integración regional.

Libertad de movimiento

La vigencia de la Doctrina Monroe, en este contexto, se transforma. Lo que una vez fue una declaración unilateral de esferas de influencia se enfrenta ahora a la realidad de un mundo multipolar donde América Latina busca afirmar su voz y su lugar en el escenario global. Mientras que Estados Unidos continúa buscando socios y aliados, la dinámica entre EE.UU. y Argentina sugiere que la interpretación y aplicación de la Doctrina Monroe debe adaptarse a un nuevo siglo de relaciones internacionales, donde el respeto a la soberanía y la cooperación mutua se convierten en pilares fundamentales.

La relación entre Estados Unidos y Argentina es emblemática de las tensiones y oportunidades que enfrenta América Latina en su conjunto. Mientras los países de la región buscan navegar entre la influencia histórica de Estados Unidos y sus propias aspiraciones de autonomía y desarrollo, la Doctrina Monroe se presenta no como un mandato fijo, sino como un principio en constante reevaluación. La capacidad de América Latina para forjar un camino independiente, respetando las alianzas históricas, pero sin estar limitado por ellas, será crucial en la definición de su futuro en el escenario mundial.

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