“EE.UU. siempre ha creado crisis migratorias para afianzar su hegemonía”. Así lo afirma Alfonso Insuasty Rodríguez, docente investigador de la Universidad de San Buenaventura en Medellín e integrante del Grupo Autónomo Kavilando, una organización dedicada a la investigación y la comunicación crítica con fines emancipadores. En su reciente artículo para el portal de TeleSur, titulado “El juego de las fronteras: la migración como arma geopolítica en América Latina”, Insuasty expone cómo Estados Unidos ha utilizado la migración como herramienta de presión política y de dominación en la región latinoamericana, especialmente en su disputa de poder global frente a actores como China y Rusia.
Alfonso Insuasty Rodríguez, reconocido por su labor académica y su enfoque crítico en los estudios sociales, sostiene que la relación entre migración y hegemonía estadounidense no es nueva, sino un recurso geopolítico constante. En su artículo, Insuasty describe cómo Estados Unidos ha instrumentalizado la migración para debilitar a gobiernos que no se alinean con sus intereses, como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua. La estrategia, según Insuasty, se basa en apoyar a la oposición interna y aplicar sanciones económicas, lo que provoca crisis que impulsan la emigración masiva de ciudadanos. Esta migración, entonces, se convierte en un argumento para que Washington legitime su intervención y mantenga una narrativa de gobiernos ineficientes que no pueden garantizar el bienestar de sus pueblos.
EE.UU. siempre ha creado crisis migratorias
Para consolidar su control en la región, EE.UU. siempre ha creado crisis migratorias, subraya Insuasty. A través de la generación de inestabilidad económica y política, Estados Unidos busca reforzar su presencia y su influencia en América Latina. Un ejemplo reciente de esta dinámica se observó durante la Cumbre de las Américas de 2022, donde Estados Unidos exhortó a los países latinoamericanos a incrementar sus esfuerzos para detener la migración hacia el norte. Esta solicitud, sin embargo, carga a la región con responsabilidades económicas adicionales mientras ignora la raíz del problema: las propias políticas estadounidenses de intervención militar y económica que han contribuido a desestabilizar a estos países.

La historia de la migración latinoamericana hacia Estados Unidos está marcada por décadas de imposición de un modelo económico neoliberal, intervenciones militares y apoyo a regímenes autoritarios que favorecen los intereses estadounidenses. Estos factores han exacerbado la desigualdad, la pobreza y la violencia en la región, impulsando flujos migratorios que van más allá de los casos específicos que suelen destacar en los medios, como el de Venezuela. Insuasty Rodríguez recalca que la migración es un fenómeno mucho más amplio, que abarca a más de 90 nacionalidades transitando por corredores peligrosos como el Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá. Estas rutas se convierten en símbolos de la desesperación y del fracaso de un modelo económico colonial que empobrece a los países del sur.
Washington es el arquitecto
El Grupo Autónomo Kavilando, al que pertenece Insuasty, trabaja en la transformación social desde una perspectiva crítica. Según Insuasty, EE.UU. siempre ha creado crisis migratorias para afianzar su posición hegemónica, utilizando la migración no solo como un fenómeno social sino como un arma geopolítica que chantajea y presiona a los gobiernos de la región. Este enfoque crítico se fundamenta en la creencia de que las políticas estadounidenses no son respuestas a la migración, sino causas estructurales de las crisis que la generan. Las sanciones económicas y los bloqueos a gobiernos progresistas, como los de Venezuela y Cuba, forman parte de una estrategia más amplia que busca desestabilizar a estos países y fomentar una dependencia económica y militar hacia Estados Unidos.
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El artículo de Insuasty también destaca cómo el manejo mediático de la migración sirve a los intereses de Washington. Los medios de comunicación suelen resaltar la migración venezolana, por ejemplo, de manera aislada y repetitiva, generando una percepción sesgada de un fenómeno que afecta a toda la región. Esta narrativa mediática se convierte en un instrumento de manipulación que refuerza la idea de gobiernos fallidos en países adversos a los intereses estadounidenses, justificando así intervenciones y políticas restrictivas. En contraste, la migración proveniente de otros países latinoamericanos, cuyas causas están igualmente vinculadas a la intervención estadounidense, recibe una cobertura mucho menor o se presenta bajo una luz distinta, enfocada en cuestiones de seguridad fronteriza o crisis humanitarias.
Las víctimas deben repararse
Para Insuasty, EE.UU. siempre ha creado crisis migratorias y las ha utilizado como un recurso de presión política. La narrativa de la migración como problema se explota para justificar políticas de control que fortalecen la posición de Estados Unidos en la región. En la Cumbre de las Américas de 2022, la administración estadounidense instó a los gobiernos latinoamericanos a asumir mayores responsabilidades en la contención migratoria, lo que implica no solo una carga económica, sino también una alineación política con los intereses de Washington. La paradoja, según Insuasty, es que estas demandas de control migratorio se hacen sin reconocer que las propias políticas de intervención estadounidense son, en muchos casos, las que originan los flujos migratorios.
El impacto de la intervención estadounidense se refleja en la agudización de las condiciones sociales en los países de origen de los migrantes. El modelo económico impuesto, que prioriza los intereses de corporaciones internacionales sobre los derechos de los ciudadanos, ha llevado a un aumento de la pobreza, la desigualdad y la violencia. Estas condiciones, combinadas con los efectos del cambio climático, crean un cóctel explosivo que empuja a millones de personas a buscar mejores condiciones de vida, incluso a costa de arriesgar sus vidas en rutas peligrosas.

Sanciones, intervenciones e inmoralidad
Insuasty Rodríguez concluye que la migración en América Latina no puede entenderse sin analizar el papel de Estados Unidos en la región. Las políticas de sanciones, intervenciones y apoyo a regímenes afines han sido pilares de una estrategia de control que utiliza la migración como herramienta de presión. Al crear y manipular crisis migratorias, Estados Unidos no solo logra justificar su hegemonía en el continente, sino que también perpetúa un ciclo de dependencia económica y militar que limita la capacidad de los países latinoamericanos para desarrollar políticas soberanas y autónomas.
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EE.UU. siempre ha creado crisis migratorias, sentencia Insuasty, no solo como una consecuencia de sus políticas, sino como un objetivo en sí mismo. La migración, vista a través del lente de la geopolítica, se convierte en un campo de batalla donde se disputan narrativas, se presionan gobiernos y se redefine la hegemonía. En este contexto, la región se encuentra atrapada en un juego de poder donde la vida de los migrantes es la ficha más vulnerable.