Ensayo NYT: Solución de dos Estados para Israel y Palestina podría ser solo una fantasía

La posibilidad de una solución de dos Estados para Israel y Palestina, largamente promovida como la vía pacífica para resolver uno de los conflictos más arraigados y sangrientos del mundo, parece cada vez más una quimera. A pesar de las recientes reafirmaciones de esta visión por parte de líderes internacionales, la realidad en el terreno y el análisis profundo de los expertos sugieren que estamos lejos de ver materializada esta idea. En este contexto, Tareq Baconi, autor de «Hamas Contained» y presidente de la junta directiva de al-Shabaka, la Red de Política Palestina, ofrece una perspectiva crítica y lúcida en su reciente ensayo para The New York Times, titulado «La solución de dos Estados es una fantasía injusta e imposible».

Baconi argumenta convincentemente que la persistencia del ataque israelí sobre Gaza, ahora extendiéndose a más de 176 días sin una resolución a la vista, y el alarmante número de bajas palestinas, superando las 32.000, desmienten cualquier noción romántica de una solución de dos Estados. La comunidad internacional, incluyendo al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien recientemente reiteró en su discurso sobre el Estado de la Unión que “la única solución real es una solución de dos Estados”, parece ignorar la realidad de que esta solución ha perdido todo significado práctico. La retórica ha vaciado de contenido a la propuesta, mientras la situación en el terreno se agrava.

La ilusión de los dos Estados

La solución de dos Estados, tal como está concebida actualmente, no solo es inalcanzable debido a la firme oposición de Israel y la falta de voluntad política por parte de Occidente para ejercer presión significativa, sino que también se ha convertido en una herramienta para perpetuar la subyugación palestina y asegurar la impunidad israelí. El análisis de Baconi es particularmente pertinente cuando se considera el contexto histórico de esta propuesta. La partición de Palestina, impuesta sin el consentimiento de su población en 1947, fue desde sus inicios una solución profundamente problemática. Este acto de imposición colonial ignoró las voces y los derechos de la mayoría palestina en favor de establecer un «hogar nacional para el pueblo judío», marcando el inicio de un conflicto que se ha intensificado con el paso de los años.

La situación actual en Gaza y Cisjordania, donde la violencia israelí ha alcanzado niveles sin precedentes, solo subraya la inviabilidad de la solución de dos Estados. La construcción continua de asentamientos por parte de Israel, el bloqueo a Gaza, y la expansión de políticas que favorecen la ocupación, contrastan fuertemente con las declaraciones oficiales de apoyo a un Estado palestino. La administración Biden, por ejemplo, ha legitimado aún más a Israel ampliando relaciones diplomáticas y ofreciendo exenciones de visa, mientras que, al mismo tiempo, las acciones políticas estadounidenses socavan la posibilidad de una paz duradera.

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La situación actual en Gaza y Cisjordania, donde la violencia israelí ha alcanzado niveles sin precedentes, solo subraya la inviabilidad de la solución de dos Estados. La construcción continua de asentamientos por parte de Israel, el bloqueo a Gaza, y la expansión de políticas que favorecen la ocupación, contrastan fuertemente con las declaraciones oficiales de apoyo a un Estado palestino. Ilustración MidJourney

Paternalismo estadounidense

La negativa de Estados Unidos a presionar a Israel para que ponga fin a la construcción de asentamientos y al bloqueo de Gaza, combinada con el apoyo militar incondicional, revela una desconexión entre la retórica y la realidad. Las recientes acciones de Washington, incluido el uso agresivo de su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y el financiamiento del ejército israelí, demuestran un compromiso con la salvaguarda de la impunidad israelí en lugar de buscar una resolución justa y pacífica al conflicto.

Este panorama sombrío se ve agravado por la falta de un debate serio sobre el fin de la ocupación israelí y la viabilidad de un Estado palestino soberano. Mientras Estados Unidos y otros actores internacionales continúan promoviendo la idea de un Estado palestino, sus acciones en la práctica defienden una ocupación prolongada. Esta contradicción entre el discurso y la realidad no solo socava la credibilidad de la solución de dos Estados, sino que también ignora las aspiraciones legítimas del pueblo palestino por la autodeterminación y la justicia.

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Perpetuidad de la violencia

La insistencia en una solución de dos Estados, frente a la evidencia abrumadora de su inviabilidad, no solo desatiende las complejidades del conflicto israelí-palestino, sino que también perpetúa un estado de violencia y desigualdad. La retórica internacional ha enmascarado la continua expansión de los asentamientos israelíes y la consolidación de un régimen de apartheid que niega sistemáticamente los derechos fundamentales de los palestinos. En este escenario, la propuesta de dos Estados se ha transformado en un mecanismo que facilita la gestión del conflicto en lugar de resolverlo, permitiendo que continúe la ocupación y la opresión.

La experiencia histórica muestra que la idea de la partición, lejos de ser una solución equitativa, ha servido a los intereses de las potencias coloniales y de un proyecto sionista que buscaba establecer un Estado judío en territorio mayoritariamente habitado por árabes palestinos. Esta imposición, lejos de crear las condiciones para una coexistencia pacífica, sembró las semillas de un conflicto que ha escalado a lo largo de las décadas. Los palestinos, sometidos a políticas de desplazamiento y discriminación, han visto cómo su territorio se fragmentaba y su soberanía se diluía bajo la presión de una ocupación militar que viola sistemáticamente sus derechos humanos.

El apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel, reflejado en la ampliación de relaciones diplomáticas y el respaldo a sus políticas de seguridad y defensa, ha contribuido a un desequilibrio de poder que impide cualquier avance hacia una solución justa. Mientras tanto, la comunidad internacional, a través de organismos como la ONU, ha mostrado su incapacidad para aplicar resoluciones que exijan el fin de la ocupación y el respeto a los derechos palestinos. Esta inacción ha legitimado indirectamente las acciones de Israel, erosionando la posibilidad de alcanzar una paz duradera basada en la igualdad y la justicia.

Ocupación que se perpetúa y expande

El discurso en torno a la solución de dos Estados ha oscurecido la realidad de una ocupación que se perpetúa y expande. Las políticas israelíes, dirigidas a asegurar el control territorial y demográfico sobre Palestina, han hecho inviable la creación de un Estado palestino soberano y contiguo. La comunidad internacional, al seguir aferrándose a esta solución, ignora las condiciones en el terreno y las aspiraciones legítimas del pueblo palestino por su libertad y autodeterminación.

La negativa a confrontar la realidad de la ocupación y las políticas de apartheid de Israel ha llevado a una situación en la que se normaliza la violencia contra los palestinos y se perpetúa su subyugación. La retórica de dos Estados, al no estar acompañada de acciones concretas que aborden las causas fundamentales del conflicto, se ha convertido en una cortina de humo que desvía la atención de la urgente necesidad de justicia y derechos humanos para los palestinos.

La solución de dos Estados, en el contexto actual, se asemeja más a una estrategia para mantener el statu quo que a un plan viable para la paz. La persistencia de esta idea, a pesar de su fracaso manifiesto, revela una falta de voluntad política para abordar las injusticias históricas y las dinámicas de poder desiguales que definen el conflicto. Mientras tanto, los palestinos continúan enfrentando la violencia, la pérdida de tierras y la negación de sus derechos fundamentales, en un ciclo aparentemente interminable de ocupación y resistencia.

En búsqueda de la razón

La realidad sobre el terreno y el análisis profundo de expertos como Tareq Baconi desafían la noción de que una solución de dos Estados pueda ser aún alcanzable o justa en el contexto actual. La insistencia en una fórmula que ha demostrado ser ineficaz no solo ignora las aspiraciones del pueblo palestino y la dinámica de poder desigual, sino que también perpetúa un estado de injusticia y violencia. Frente a esta realidad, es imperativo que la comunidad internacional reconsidere sus enfoques y busque soluciones que realmente aborden las raíces del conflicto y promuevan la justicia, la igualdad y la coexistencia pacífica para ambos pueblos.

Sin embargo, este reexamen requiere una honestidad y valentía políticas que, hasta ahora, han sido escasas. El apoyo a la solución de dos Estados ha funcionado, en muchos casos, como un conveniente punto de partida retórico que permite a la comunidad internacional evitar confrontar las difíciles verdades del conflicto israelí-palestino, incluyendo la realidad del apartheid, la expansión de los asentamientos y el desplazamiento continuo de palestinos.

La visión de un futuro en el que israelíes y palestinos puedan vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas mutuamente se siente cada vez más distante, dadas las políticas actuales y las tendencias sobre el terreno. La idea de una solución de dos Estados, aunque una vez pareció el camino más factible hacia la paz, ahora se enfrenta al escepticismo de aquellos que cuestionan su viabilidad y justicia, dada la profundización de las divisiones y la consolidación de un régimen de un solo estado de facto por parte de Israel.

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La idea de una solución de dos Estados, aunque una vez pareció el camino más factible hacia la paz, ahora se enfrenta al escepticismo de aquellos que cuestionan su viabilidad y justicia, dada la profundización de las divisiones y la consolidación de un régimen de un solo estado de facto por parte de Israel. Ilustración MidJourney.

Un enfoque más pragmático

Para avanzar, es crucial que la comunidad internacional, junto con los actores regionales, adopte un enfoque más pragmático y centrado en los derechos humanos. Esto implica reconocer y abordar la asimetría de poder entre Israel y Palestina, y exigir el fin de las políticas y prácticas que perpetúan la ocupación y la opresión de los palestinos. Solo mediante la eliminación de estas barreras estructurales se puede sentar una base sólida para la paz y la coexistencia.

Además, debe haber un compromiso renovado con el derecho internacional y los principios de justicia y equidad. Esto incluye un apoyo explícito al derecho de retorno de los refugiados palestinos, el fin de la expansión de los asentamientos y el desmantelamiento de los ya existentes, y el levantamiento del bloqueo sobre Gaza. Estas medidas son esenciales para cualquier solución futura que busque garantizar la dignidad y los derechos de todos los involucrados.

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Búsqueda de la paz y la justicia

En este contexto, es también esencial que las voces palestinas, especialmente aquellas que han sido marginadas en el discurso dominante, sean escuchadas y tomadas en cuenta en la formulación de cualquier solución futura. La paz duradera solo puede ser alcanzada si se basa en el reconocimiento y la reparación de las injusticias pasadas y presentes, y en la inclusión de todas las partes en un diálogo genuino y equitativo.

Mientras la idea de una solución de dos Estados puede haberse convertido para muchos en una fantasía inalcanzable, la búsqueda de la paz y la justicia en Israel y Palestina sigue siendo una necesidad urgente. Esto requiere una revisión profunda de los enfoques actuales y un compromiso renovado con los principios de igualdad, dignidad y coexistencia pacífica. Solo entonces, quizás, se pueda avanzar más allá de las fantasías hacia realidades de paz y justicia para israelíes y palestinos por igual. La solución final, sea cual sea su forma, debe surgir no solo de negociaciones políticas, sino de un compromiso profundo con los derechos humanos y la justicia social que guíe hacia un futuro compartido y sostenible.

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