¿Cómo dos viejos adversarios como Turquía y Egipto podrían ayudar a Libia?

En un escenario internacional marcado por tensiones históricas y conflictos prolongados, Turquía y Egipto parecen estar encontrando un terreno común después de más de una década de rivalidad política y diplomática. A medida que ambos países reconfiguran sus estrategias regionales, surge una pregunta clave: ¿Cómo podrían dos viejos adversarios como Turquía y Egipto ayudar a Libia? Este país, devastado por la guerra civil desde la caída de Muammar Gaddafi en 2011, necesita desesperadamente estabilidad política, y las dos potencias regionales, con sus intereses alineados, podrían desempeñar un papel crucial en este proceso.

Imran Khalid, un médico con una maestría en relaciones internacionales y colaborador del portal de opinión The Hill, ha abordado este tema en un artículo titulado «¿Podrá el acercamiento entre Egipto y Turquía resolver el desafío de Libia?». Según Khalid, el reciente viaje del presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, a Turquía marca un hito significativo en la geopolítica regional, y podría tener implicaciones profundas para el futuro de Libia. Este acercamiento, que sigue a años de tensión entre ambos países, refleja un cambio en las prioridades regionales, donde las consideraciones económicas y de seguridad están reemplazando viejas disputas ideológicas.

Ayudar a Libia es ayudar a a región

La rivalidad entre Egipto y Turquía se remonta a la destitución del presidente egipcio Mohamed Morsi en 2013. Turquía, bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdoğan, brindó apoyo a la Hermandad Musulmana y a los movimientos islamistas en toda la región, lo que exacerbó las tensiones con el gobierno egipcio, que consideraba estos grupos como una amenaza a su estabilidad interna. Este conflicto se reflejó también en Libia, donde ambos países apoyaron a facciones rivales: Turquía respaldó al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) en Trípoli, mientras que Egipto apoyó al Ejército Nacional Libio de Khalifa Haftar, con base en el este del país. En este contexto, la pregunta de cómo ambos países podrían ayudar a Libia adquiere una relevancia especial, ya que su influencia sobre las partes en conflicto es considerable.

En los últimos años, sin embargo, tanto Egipto como Turquía han comenzado a reevaluar sus prioridades regionales. Las dificultades económicas internas, sumadas a la creciente inestabilidad en países vecinos como Sudán y Etiopía, han llevado a ambos países a buscar una mayor cooperación. Ilustración MidJourney

En los últimos años, sin embargo, tanto Egipto como Turquía han comenzado a reevaluar sus prioridades regionales. Las dificultades económicas internas, sumadas a la creciente inestabilidad en países vecinos como Sudán y Etiopía, han llevado a ambos países a buscar una mayor cooperación. Khalid destaca que este acercamiento tiene el potencial de cambiar el equilibrio de poder en la región, especialmente en relación con Libia, donde la falta de una solución política ha perpetuado un estado de conflicto. La cooperación entre Ankara y El Cairo podría ayudar a Libia al facilitar un diálogo entre las facciones en conflicto, lo que permitiría avanzar hacia una solución negociada.

Tripoli no se estabiliza

La inestabilidad de Libia ha sido un tema central en las preocupaciones geopolíticas de ambos países. Para Egipto, la seguridad en su frontera occidental es crucial, y el ascenso de grupos islamistas y yihadistas en el oeste de Libia representa una amenaza directa a su seguridad nacional. Por su parte, Turquía ha visto en Libia una oportunidad para expandir su influencia en el Mediterráneo oriental y asegurar sus intereses energéticos, especialmente después de su intervención militar en 2020, que fue decisiva para evitar la caída de Trípoli. Estos intereses, aunque inicialmente divergentes, podrían ahora converger en una estrategia común para estabilizar a Libia.

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Un factor clave en esta posible colaboración es la influencia que ambos países ejercen sobre las facciones libias. Turquía, al haber respaldado al GNA con apoyo militar y logístico, mantiene una relación cercana con las fuerzas en el oeste del país. Egipto, por su parte, ha sido el principal patrocinador de Haftar, cuyas fuerzas controlan el este y gran parte del sur de Libia. A través de su influencia, Turquía y Egipto podrían ayudar a Libia a avanzar hacia un acuerdo político mediante el cual se puedan celebrar elecciones que pongan fin a la fragmentación actual. Este sería un paso fundamental para restaurar la paz en un país donde la guerra ha destruido infraestructuras, desplazado a millones de personas y debilitado el sistema económico.

Una carrera de obstáculos

Sin embargo, Khalid advierte que cualquier intento de cooperación entre Turquía y Egipto para ayudar a Libia debe superar una serie de obstáculos importantes. Uno de los mayores desafíos es la desconfianza mutua, forjada a lo largo de años de conflicto y rivalidad. Aunque ambos países han mostrado voluntad de avanzar hacia una relación más pragmática, las heridas del pasado no se cierran fácilmente. La política exterior en Oriente Medio ha estado dominada por profundas divisiones ideológicas, y aunque ahora predominan los intereses prácticos, cualquier alianza entre Ankara y El Cairo será, al menos en sus primeros pasos, frágil.

La clave para el éxito de este esfuerzo reside en la capacidad de Turquía y Egipto para superar sus diferencias y centrarse en los beneficios mutuos de una Libia estable y unificada.. Ilustración MidJourney.

A pesar de estos desafíos, las señales son alentadoras. Las conversaciones entre Turquía y Egipto han estado en marcha durante varios años, y las recientes visitas de alto nivel indican que ambos países están comprometidos en la búsqueda de una solución. Khalid sostiene que si esta cooperación se consolida, Turquía y Egipto podrían no solo ayudar a Libia a estabilizarse, sino también desempeñar un papel más amplio en la remodelación de la política en el Mediterráneo oriental y África del Norte. En este sentido, la estabilidad en Libia es vista como un objetivo compartido, ya que la inestabilidad prolongada en ese país no beneficia a ninguno de los dos.

Los beneficios mutuos

En última instancia, la clave para el éxito de este esfuerzo reside en la capacidad de Turquía y Egipto para superar sus diferencias y centrarse en los beneficios mutuos de una Libia estable y unificada. La paz en Libia no solo beneficiaría a sus ciudadanos, que llevan más de una década sufriendo los estragos de la guerra, sino que también contribuiría a la seguridad y estabilidad regionales. Para Khalid, la cooperación en este ámbito podría sentar un precedente para una nueva era de relaciones entre dos de las potencias más influyentes de Oriente Medio.

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El tiempo dirá si Turquía y Egipto pueden transformar su rivalidad histórica en una asociación pragmática. Por ahora, el hecho de que estén dialogando y buscando formas de trabajar juntos es un signo positivo. Si logran colaborar efectivamente, sus esfuerzos podrían finalmente ayudar a Libia a dejar atrás años de conflicto y fragmentación, ofreciendo al país una oportunidad real de paz y reconstrucción.

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