Donald Trump, actual presidente de los Estados Unidos, ha expresado de manera contundente su frustración ante los resultados obtenidos por las jornadas de deportación masiva que han sido una pieza central de su estrategia de gobierno. Según fuentes cercanas a la Casa Blanca, el mandatario considera que los arrestos diarios y las deportaciones han quedado muy por debajo de las cifras esperadas, lo que lo ha llevado a exigir medidas más agresivas para alcanzar los objetivos establecidos. Esta situación ha generado tensiones al interior de las agencias encargadas de implementar estas políticas, particularmente el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
El reporte original que pone en perspectiva este tema fue elaborado por los periodistas Nick Miroff y Maria Sacchetti para The Washington Post. Ambos poseen una trayectoria destacada en la cobertura de temas de inmigración y seguridad nacional. Miroff, quien trabajó como corresponsal en América Latina, y Sacchetti, ganadora del Premio Pulitzer como parte del equipo del Boston Globe, documentaron cómo la administración Trump ha emitido nuevas cuotas para los agentes del ICE con el fin de aumentar los arrestos. En su artículo titulado: “Los funcionarios de Trump emiten cuotas para los agentes de ICE para aumentar los arrestos”, detallan cómo se ha pedido a cada oficina de campo realizar al menos 75 arrestos diarios, con un objetivo nacional de entre 1.200 y 1.500 arrestos al día.
Decepción por jornadas de deportación masiva
Estas cifras contrastan con los resultados iniciales reportados. Durante las primeras semanas de implementación de las jornadas de deportación masiva, los arrestos diarios aumentaron de menos de 400 a cerca de 600, pero este impulso inicial pronto disminuyó. Las exigencias del presidente Trump han escalado hasta el punto de solicitar operaciones de 24 horas, cancelación de licencias personales para los agentes del ICE y la colaboración de otras agencias federales como el FBI y la DEA. Sin embargo, las restricciones legales y logísticas han limitado el alcance de estas políticas, lo que ha provocado la molestia del mandatario.

El impacto de las cuotas impuestas ha generado preocupaciones entre los agentes del ICE, quienes se enfrentan al dilema de cumplir con objetivos numéricos mientras intentan evitar acusaciones de violaciones a los derechos civiles. Un oficial del ICE, que habló bajo condición de anonimato, afirmó que la lista de sospechosos con condenas penales o cargos pendientes es lo suficientemente amplia para cumplir con las cuotas, pero advirtió que priorizar cantidad sobre calidad podría llevar a decisiones apresuradas y a un aumento de las tensiones con las comunidades inmigrantes.
Donde sea que los encuentre: Depórtenlos
En paralelo, la administración ha revocado restricciones que limitaban los arrestos en áreas consideradas sensibles, como escuelas, hospitales e iglesias. Esta medida, implementada bajo la dirección del secretario interino de Seguridad Nacional, Benjamin C. Huffman, busca ampliar el alcance de las jornadas de deportación masiva, pero también ha provocado críticas de defensores de derechos humanos y organizaciones comunitarias. Huffman declaró recientemente que estas acciones son necesarias para cumplir con la promesa del presidente de fortalecer la seguridad nacional y reducir la inmigración ilegal.
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Históricamente, las deportaciones han sido una promesa difícil de cumplir para cualquier administración. Durante su primer mandato, Trump alcanzó un pico de 267.000 deportaciones en el año fiscal 2019, cifras que quedaron por debajo de las expectativas generadas por su discurso. En comparación, la administración de Joe Biden logró 271.000 deportaciones en un solo año, el total más alto en una década. Estas estadísticas subrayan que, más allá de la retórica, las políticas migratorias enfrentan retos estructurales que no pueden resolverse de manera inmediata.
Todo por los “magáticos”
La frustración de Trump también refleja su preocupación por mantener el apoyo de su base electoral, para quien la lucha contra la inmigración ilegal es un tema prioritario. En discursos recientes, el presidente ha reiterado su compromiso de intensificar las jornadas de deportación masiva y de aplicar todo el peso de la ley para cumplir con su promesa de campaña. No obstante, los resultados hasta ahora no han estado a la altura de las expectativas, lo que ha generado críticas incluso entre sus aliados políticos.
Los retos logísticos y éticos de estas políticas también han puesto en evidencia las limitaciones del ICE, una agencia que cuenta con aproximadamente 5.500 agentes en todo el país y maneja un expediente de 7.8 millones de casos. Si bien estas cifras sugieren una carga de trabajo abrumadora, también destacan la complejidad del sistema migratorio estadounidense, donde muchos de los casos corresponden a personas con estatus legal provisional o reclamos pendientes. La presión para cumplir con las cuotas podría exacerbar estas limitaciones, aumentando la posibilidad de errores y abusos.

Legales e ilegales: todos sienten miedo
La narrativa de mano dura de Trump también enfrenta resistencia en el ámbito público. Las redadas masivas, aunque efectivas para generar titulares, suelen ser contraproducentes al generar miedo y desconfianza en las comunidades inmigrantes. Activistas y organizaciones de derechos humanos han denunciado que estas políticas no solo afectan a los inmigrantes indocumentados, sino también a ciudadanos y residentes legales que son víctimas colaterales de estas operaciones. Además, las imágenes de familias separadas y de detenciones en lugares sensibles han provocado reacciones negativas tanto a nivel nacional como internacional.
En este contexto, Trump ha redoblado sus esfuerzos para proyectar una imagen de acción decisiva. Según el reporte de Miroff y Sacchetti, las nuevas directrices incluyen una reorientación de la división de Investigaciones de Seguridad Nacional del ICE, tradicionalmente enfocada en casos de contraterrorismo y tráfico de drogas, hacia la aplicación de las leyes de inmigración. Esta medida subraya la prioridad de la administración de maximizar los recursos disponibles para cumplir con las metas establecidas.
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Mientras tanto, el debate sobre las jornadas de deportación masiva continúa siendo un tema polarizador en el panorama político estadounidense. Para Trump, estas políticas representan una promesa clave que no puede permitirse incumplir. Sin embargo, las tensiones internas, las limitaciones operativas y la oposición pública sugieren que alcanzar las cifras deseadas será una tarea más complicada de lo que el mandatario había anticipado. En cualquier caso, este tema seguirá siendo un punto de atención crucial mientras Trump persista en su esfuerzo por consolidar su legado político en materia de inmigración.